En el documental #Unfit: The psychology of Donald Trump el psicólogo John Gartner describe al espectador un comportamiento de los chimpancés. Según observó la famosa primatóloga Jane Goodall, durante el tiempo en que los animales formaron un solo grupo, los machos desplegaron gestos para mostrarse dominantes (gritaban, se golpeaban el pecho, lanzaban piedras al río) pero nunca se lastimaron entre sí. La cosa cambió cuando el grupo se dividió en dos. El chimpancé de una de las manadas desplegó esos comportamientos, pero esta vez los usó para arengar al resto. Una vez que lo consiguió encabezó una marcha hacia el terreno ocupado por la otra manada. Apenas los chimpancés invasores avistaban a un macho del grupo contrario, lo golpeaban hasta matarlo. No importaba si el simio víctima no había mostrado agresión. Podía incluso tratarse de un chimpancé con el que habían convivido antes, pero, al calor de la arenga, eso ya no importaba: su líder los había predispuesto a verlo como enemigo. Los chimpancés repetían el ataque con cada macho que avistaban. Eventualmente mataron a todos y se apropiaron de sus hembras y su territorio.
Esta dinámica, dice Gartner, tiene un rol en la evolución: los grupos con un líder agresivo y manipulador lograron esparcir sus genes. Tan importante como el rol del líder fue que los simios desarrollaron una proclividad a seguirlos. Esta inclinación, concluye Gartner, es parte de nuestro bagaje genético. Lo que justifica que los líderes humanos bravucones convenzan fácilmente a un grupo de que hay un bando enemigo que amenaza con destruirlos (aunque no haya evidencia de ello). En conclusión, esto explica que tantos hayan sucumbido al llamado de Donald Trump.
Escribo esto semanas antes de que comiencen los debates presidenciales en Estados Unidos. Al día de hoy, las encuestas otorgan al demócrata Biden una ventaja de siete puntos sobre su contrincante, cosa que muchos ven como augurio de victoria. Pero falta considerar que a) la presidencia de ese país se define por votos electorales, b) los debates permitirán al sanguinario Trump zarandear a Biden y c) que aquello que parecía imposible ya ocurrió en 2016. Ya quedó claro que un votante no siempre responde a plataformas sólidas o a promesas de unificación social. Si acaso, lo contrario. Suele ganar el candidato que divida al electorado y le prometa a un bando el exterminio del otro. Suele ganar el chimpancé que sepa enardecer a una manada, no el humano que ofrezca argumentos sustentados.
Por razones como las que expone Gartner, es ingenuo pensar que, a estas alturas, una película, libro o discurso harían cambiar la opinión de quienes marchan en la caravana del bravucón. Esto aplica al propio documental #Unfit, dirigido por Dan Partland, el esfuerzo más reciente de un grupo de personas por advertir del riesgo de poner el futuro de su país en manos de alguien inadecuado. Que la propia película parezca asumir su derrota no impide que sea uno de los mejores trabajos alrededor del fenómeno Trump. (Por el momento puede verse en las plataformas Amazon Prime y Apple tv, en sus catálogos de Estados Unidos.)
#Unfit tiene como propósito reunir a psicólogos y psiquiatras prominentes y pedirles que diagnostiquen la salud mental de Trump. Estos recurren al Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-5) y concluyen que el presidente es un narcisista maligno. Explican por qué este trastorno es incompatible con el oficio de gobernar un país (no todas las alteraciones mentales lo son) y, junto con historiadores invitados, alegan que Trump comparte diagnóstico con los líderes más nocivos en la historia de la humanidad (y con algunos contemporáneos). De paso, #Unfit expone la atracción que estos líderes ejercen en las masas (como lo señala el doctor Gartner con su ejemplo de los chimpancés).
Es posible que Partland anticipara reparos a su documental. Por ejemplo, el argumento de que es imposible diagnosticar a alguien con quien no se ha tenido una conversación o que hacerle eso a un presidente es un acto de mala fe. Este reparo tiene un antecedente, y el primer acierto de #Unfit es abordarlo en las secuencias iniciales. Los médicos hablan de la llamada “regla Goldwater”, creada por la Asociación de Psiquiatría de Estados Unidos, que declara antiético que un psiquiatra exprese su opinión profesional sobre una figura pública. La regla se creó en 1973, cuatro años después de que el senador republicano Barry Goldwater ganara una demanda en contra de la revista Fact, la cual en 1964 publicó una encuesta a 2,417 psiquiatras sobre su capacidad para ser presidente. Cerca de la mitad de los entrevistados lo declararon inadecuado para ocupar el cargo. Lo previsible sería que los médicos de #Unfit defendieran la validez de aquel diagnóstico, pero en un acto de autocrítica el propio doctor Gartner reconoce que dicho ejercicio carecía de bases y que el político merecía ganar. En esos años, dice el psicólogo, dominaba el análisis freudiano ortodoxo, de por sí ya rebasado en muchos aspectos, y especialmente inadecuado para analizar figuras públicas.
Hablar del elefante en el cuarto permite al panel de #Unfit mostrar cómo la regla Goldwater se ha utilizado para silenciar a quien cuestione la salud mental de Trump. También explican por qué el método actual de diagnóstico (el basado en el DSM-5) considera que el interrogatorio es la forma menos confiable de llegar a una conclusión sobre el estado mental de alguien (no se diga de los narcisistas que, como Trump, mienten sin empacho y exageran su grandiosidad). Para hacer un diagnóstico certero, aclaran, es necesario también observar el comportamiento de la persona: sus actos, reacciones y lo que dice a otros. Entre más ventanas haya para observar este comportamiento, mejor. Piénsese en la infinidad de ventanas desde las cuales es posible observar los hechos y dichos de Donald Trump.
La secuencia inicial de créditos y gráficas à la Saul Bass da la impresión inicial de que #Unfit hará una caricatura de su sujeto. Muy por el contrario, el documental busca darle gravedad a la idea de que “Trump está loco”. Los especialistas señalan que su paranoia, sadismo, fantasías de poder y ausencia de empatía son síntomas de la forma más extrema y nociva de narcisismo (y que es, prácticamente, incurable). Partland incluye también declaraciones y tuits no solo de Trump sino de los funcionarios que, por obligación o lealtad, han replicado su discurso. Es el caso de Sean Spicer, su primer jefe de prensa, y de Kellyanne Conway, hasta hace poco su asesora, y quien acuñó la memorable frase “hechos alternativos”.
Para apoyar el punto de que un diagnóstico se beneficia del testimonio de los cercanos al diagnosticado, #Unfit incluye entrevistas con el abogado George T. Conway (cofundador de The Lincoln Project, un comité de republicanos que se opone a la reelección de Trump) y con el abogado Anthony Scaramucci (quien relevó a Spicer como jefe de prensa y, a los diez días, fue despedido). Conway ha sido un crítico fiero y vocal de Trump, y está casado con la mencionada Kellyanne, su defensora a ultranza (esta peculiaridad de su matrimonio no se menciona en #Unfit, pero igual se prestaría a análisis). Por su lado, Scaramucci pasó de la admiración a un desencanto rabioso. Más allá de lo que cada uno dice sobre el presidente, sus testimonios abren un debate que vale la pena explorar. A propósito de las convicciones de Trump, Conway concluye que el hombre es xenófobo. Por su lado, Scaramucci dice que, más que racista o misógino, “Trump es una mierda con todos”. Esto podría sonar a absolución pero, más bien, apunta hacia un peligro mayor: la facilidad con la que Trump apoya “causas” que le ganen adeptos. Lo cual guarda relación con el diagnóstico de narcisismo maligno –donde la persona busca ser admirada, lo de menos es por quién– y con la tendencia de las figuras públicas afectadas por este síndrome a explotar el tribalismo latente en toda sociedad. Después de todo, en el ejemplo de los chimpancés queda claro que lo que mueve al simio narcisista no es el rechazo hacia algún atributo del bando contrario –pues eran de la misma especie y solían vivir juntos– sino el deseo de dominar.
El intento de poner un espejo frente a los seguidores de Trump –o de cualquier otro líder paranoico– es el aspecto más valioso de #Unfit. Se queda corto, pero esto se explica desde el problema que también aborda la cinta: un escepticismo generalizado hacia los diagnósticos de salud mental. En respuesta a la regla Goldwater los especialistas de #Unfit hablan de la regla Tarasoff: el deber que tiene un terapeuta de advertir que su paciente representa un peligro para otros. En estados como California, la regla Tarasoff es también una ley; en otros, solo una recomendación. Para el director de #Unfit y para su panel de expertos, esta regla justifica la existencia del documental. Habiendo fundamentado por qué son validos los diagnósticos a distancia, los médicos sostienen que su deber es advertir del daño irreversible que puede causar Trump a los habitantes de todo un país. Después de todo, sería impensable que a un individuo con tendencias suicidas se le permitiera pilotear un avión (en caso de que esto ocurriera y tuviera lugar una tragedia, los primeros señalados serían los responsables de haber revisado su salud mental).
A un mes de las elecciones de Estados Unidos, nadie puede tener la certeza de que ha concluido la era de Trump. La sola incertidumbre es aterradora y fascinante. Aterradora por las razones obvias, y fascinante por lo que confirma de la psique colectiva: que es susceptible de ser manipulada, al punto de llevar a un grupo a su propia aniquilación. Justo porque nada de esto tiene que ver con convicciones políticas, el atractivo de #Unfit: The psychology of Donald Trump no es solo coyuntural, ni atañe solo a los interesados en la política de ese país. Con el pretexto de dar nombre clínico a la megalomanía y falta de escrúpulos de su poderoso sujeto, el documental invita al espectador a cuestionar su atracción hacia cierto tipo de primate. Nunca es tarde para detectar que le da por inventar guerras en su beneficio y que busca seguidores que sean carne de cañón. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.