Nadar en mar abierto

La devastaciรณn provocada por Otis no es รบnicamente material, pues tambiรฉn ha acentuado la inseguridad del puerto que preocupa a sus habitantes desde hace tiempo. No hay un solo Acapulco sino muchos: cada persona tiene su propia manera de asimilar el presente lleno de incertidumbre.
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โ€œQue sepan que no es cierto, que no tenemos luz, que aquรญ la ayuda no ha llegado, que esas notas mientenโ€, fue lo primero que me respondiรณ uno de mis amigos mรกs queridos de Acapulco con el que tardรฉ mรกs de cinco dรญas en poder establecer comunicaciรณn despuรฉs del paso del huracรกn Otis por el puerto de Acapulco y Coyuca de Benรญtez.

Acapulco es ese sueรฑo caรญdo de revistas y de mitos afianzados de boca en boca por las agencias de turismo que, de manera modesta, instalan sus mรณdulos en las estaciones camioneras del paรญs. Sin embargo, el puerto parecรญa ser una olla exprรฉs a punto del colapso. Dรญas previos a la llegada del huracรกn Otis, la mayorรญa de las comunidades que conforman el municipio y sus colonias populares habรญan seรฑalado la falta de suministro de agua, ademรกs de ciertas dificultades en la recolecciรณn de basura, pero estas denuncias fueron tomadas como parte del golpeteo polรญtico propio de un proceso electoral que llevaba mรกs de un mes de haber iniciado en Guerrero.

El fenรณmeno natural vino a exponer un arraigado problema de seguridad, la devastaciรณn no solo puede ser vista en las viviendas o en los trazos urbanos de la ciudad y las zonas rurales, es una devastaciรณn mรกs profunda producto de la violencia y de las instituciones rebasadas. Nos encontramos ante un estado habituado a que su clase polรญtica estรฉ en eterna campaรฑa, situaciรณn imperdonable; estamos frente a un puerto abatido que representa el municipio con mayor recaudaciรณn de ingresos, que genera mayor producto interno bruto y que tiene la lista nominal de electores mรกs alta de todo el estado.

En la รบltima Encuesta Nacional de Victimizaciรณn y Percepciรณn sobre Seguridad Pรบblica del Inegi se muestra que de 2011 a 2023 Guerrero ocupa el lugar catorce de los estados donde la poblaciรณn se siente mรกs insegura. Es decir, un 76.7% de la gente tiene una alta percepciรณn de inseguridad en el estado. Las luces de la Costera y el bullicio de las olas no alcanzan a maquillar una ciudad fichada por la violencia sexual a las y los menores. La violencia sexual hacia las niรฑas y mujeres es una de las preocupaciones constantes en el puerto despuรฉs del huracรกn. La falta de luz elรฉctrica y transporte las pone en la necesidad de trasladarse a pie por la ciudad, estando expuestas al acoso y a los delitos de รญndole sexual. Asรญ lo platica una compaรฑera que tuvo que auxiliar a una joven a la cual venรญan siguiendo entre calle y calle aprovechรกndose de la oscuridad y la rapiรฑa que se desatรณ en el puerto. Antes de la llegada de Otis, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pรบblica mostrรณ una lista con los cien municipios de mayor incidencia de violencia hacia las mujeres, Acapulco apareciรณ en el lugar 49.

Lo cierto es que, a la vista de todas, durante aรฑos se construรญan y se levantaban diversos Acapulcos sobre un mismo territorio. El Acapulco de la parte tradicional, el que romantiza los clavados de La Quebrada, y los balcones del Hotel Mirador en los boleros de Agustรญn Lara; el Acapulco de las lunas de miel, el de los paseos en lanchas con fondo de cristal, y los barrios de Caleta y Caletilla. El Acapulco que desborda la pupila con los atardeceres del Hotel Flamingos, la famosa casa que albergรณ a Johnny Weissmรผller, el mรญtico Tarzรกn, quien abriรณ su residencia para hospedar a toda la pandilla de Hollywood, la casa que conservaba el color rosa y los caminos empedrados en los cuales convivรญan los borrachos con los mapaches. Ese Acapulco que ya no tiene quiosco, ni el cafรฉ Astoria, el que nos lleva por la calle Juรกrez a masticar la nostalgia en una casona destruida que fungiรณ como centro cultural, en un bar del puerto clausurado, en hoteles descarapelados como el malecรณn que va a dar a la playa Manzanillo en donde ya no habrรก tiritas de pescado de cortesรญa, al menos por un buen tiempo. Ese Acapulco no se parece al de la periferia, el de Renacimiento o de la Zapata, ese Acapulco que bardea la entrada como si fuera un lugar que no existiera, el que estรก del otro lado de los cerros donde no se ve la mar, el Acapulco perifรฉrico que fundรณ orquestas musicales para que sus infancias y juventudes le dieran el quite a la delincuencia a travรฉs de la mรบsica, el Acapulco de la Sabana, del Coloso, de Tres Palos, o el del otro lado de Mozimba rumbo a Pie de la Cuesta, esos Acapulcos que sostienen la zona Diamante y la Costera, esos Acapulcos en los que las y los costeรฑos cargan en sus brazos la responsabilidad hospitalaria, pues son los que prestan sus ojos para los juegos pirotรฉcnicos y hacen que a la luminaria de la gentrificaciรณn no se le vaya la luz a las primeras gotas de lluvia. Esos Acapulcos que sostienen la idea dorada del progreso, de las grandes construcciones inmobiliarias, de estatuas de prรณceres que nada tienen que ver con un Benito Juรกrez que entrรณ por el puerto despuรฉs su exilio en Nueva Orleans hacia el fuerte de San Diego, para ponerse a disposiciรณn de las tropas y luchar por la soberanรญa del paรญs que desde el sigloย XIX ya empezaba en nuestro puerto. Quรฉ paradรณjico que, al mismo tiempo de ser el estado en el que se gestaron las mรกs รฉpicas batallas por la independencia y la no intervenciรณn, sigamos siendo una zona de debate.

Es imposible hablar de un solo Acapulco, como es imposible poder medir el tamaรฑo de la catรกstrofe, el nรบmero exacto de fallecidos, de personas desaparecidas, el llanto de las mujeres que esperan a diario al filo del agua noticias de sus familiares marineros que se guarecieron del huracรกn cuidando barcos ajenos. Si es viable hablar de la esperanza, si se vale pronunciar la palabra construir, es vital que no se haga priorizando los intereses y privilegios privados, ajenos a los de la comunidad que son los que sostienen, desde las zonas rurales, la limpieza y verdor de las zonas de plusvalรญa. En esta nueva etapa habrรก que comenzar por la planeaciรณn del desarrollo territorial y urbano que mantenga acceso a los servicios bรกsicos, al espacio pรบblico, de forma breve, que haga realidad la praxis constitucional de los derechos humanos, que haya dignidad humana. Para lo anterior se requiere dinero y voluntad, primero de la sociedad civil y despuรฉs de las instituciones. Y, aunque muchos estรกn acostumbrados a repetir aquel dicho popular que dice โ€œque tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierdaโ€, ahorita no son momentos de buenas maneras, ni de fiscalizar cรณmo le hace cada persona para procesar el duelo de la pรฉrdida, cรณmo canalizar el derrumbe. No es momento de seรฑalar o de ponerlo a la virtud de la medida, ojalรก la empatรญa nos alcanzara para no juzgar a las y los otros por sus propias maneras de asimilar el presente.

El Acapulco que conocimos ya no existe, ya no existe ni siquiera una forma de nombrar la nostalgia, es quizรก esa, una escoriaciรณn en el cuerpo, el resultado del oficio de marineros que con los aรฑos aprendimos a apuntalar a base de nudillos, y con la memoria puesta en el agua para quienes aprendimos a nadar en mar abierto. Alguna vez dijo Juliรกn Herbert que Acapulco es un estado del cuerpo, que no se sale de รฉl sin llevarnos un rasguรฑo o alguna cicatriz; yo agregarรญa que es un sรญntoma que llevamos presente y que a lo largo de la vida le tomamos aprecio, aunque no vivamos en el puerto: el puerto es una humedad que nos acompaรฑa. Mi corazรณn siempre ha sido Acapulco, y aunque ya no es como lo conocรญamos, yo retomo la fe de que lo mejor del puerto permanece en algunos. Asรญ lo veo en los ojos del hombre con el que tomo cafรฉ a diario, me prendo de sus manos que son lo รบnico intacto que percibo del puerto, para esperar a que esas olas vuelvan a arreciar en la mar, para agradecer a la virgen de los mares el cuidado de sus playas, y para que la gente que nazca en otros siglos pueda seguir cantando, acuรฉrdate, acuรฉrdate de Acapulco. ~

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(Iguala, Guerrero, 1986) es abogada, poeta y ensayista.
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Dirige el proyecto
โ€œMujeres y Revoluciรณnโ€ y el Festival Nacional de Literatura โ€œAcapulco
Barco de Librosโ€. Coyote (Posdata Editores-UANL, 2023) es su libro
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