Tony Soprano no era astronauta

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ADVERTENCIA: Si eres fan de la serie de televisión Los Soprano y no has visto el esperadísimo capítulo final, apártate de estas líneas. O no: leerlas podría evitarte un profundo malestar.

Los Soprano ha sido aclamado unánimemente como el mejor programa de TV que se haya hecho jamás. El prestigioso The New Yorker, por ejemplo, lo calificó como “el mayor logro en la historia de la televisión”. Esta serie original de HBO sobre Tony Soprano, un mafioso contemporáneo neoyorquino y sus avatares (tanto relacionados con el crimen organizado como con la intimidad de su hogar y su vida cotidiana), tuvo seis exitosas temporadas y el pasado 10 de junio llegó a su fin. Muchos son los elementos que confluyeron para hacer de este show una obra maestra. Podríamos detenernos en el guión, la producción, las locaciones, etc., pero sin duda su mayor acierto ha sido reunir a un extraordinario casting, empezando por el inigualable James Gandolfini quien, antes de encarnar a este entrañable gángster casado que se enamora de su psiquiatra, era el típico segundón en Hollywood que se roba las películas con tan sólo aparecer un puñado de minutos en pantalla (como fue el caso de True Romance, donde se encarga de darle una paliza a Patricia Arquette y después muere al darle caballerosamente una oportunidad a la dama para atacarlo).

Sin embargo, millones de espectadores quedaron profundamente decepcionados la noche del domingo pasado, cuando el capítulo final llegó a sus últimos segundos. Mientras todo el mundo esperaba la muerte de Tony, quien entra a un restaurante donde lo espera su familia, al tiempo que algunos sujetos sospechosos rondan el lugar, la pantalla de televisión simple y sencillamente hizo un fundido a negro durante varios y agónicos segundos, dejando a los teleespectadores la resolución del enigma final en sus cabezas. Algo sumamente cruel si tomamos en cuenta que muchos de ellos pensaron que sus aparatos se habían descompuesto o que el proveedor de cable había fallado en el momento crucial. Pero no: todo fue perfectamente planeado. A Tony Soprano se lo tragó un agujero negro. Punto. Y eso es algo que, tras ocho años al aire, 86 capítulos, 18 premios Emmy y cinco Globos de Oro, no se puede perdonar. La prensa estadounidense arremetió duramente contra ese atrevimiento. Y es que Tony Soprano no era astronauta. Era un mafioso –probablemente el más grande de la pantalla chica— y merecía otro final.

– Bernardo Esquinca

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Su libro más reciente es el volumen de relatos de terror Mar Negro (Almadía).


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