RecordaciĆ³n de Uranga

Fue el pensador mĆ”s brillante de su generaciĆ³n y consejero de presidentes, desde LĆ³pez Mateos hasta LĆ³pez Portillo. De curiosidad universal y espĆ­ritu inquisitivo, Emilio Uranga es una figura que merece una mayor atenciĆ³n de los lectores.
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En un cafĆ© de ParĆ­s, en 1956, una historiadora del transporte en recua me pregunta:

ā€“ĀæPor quĆ© vas a misa los domingos?

ā€“Porque tengo obligaciĆ³n.

ā€“Buena respuesta ā€“terciĆ³ Emilio Uranga.

Los tres vivĆ­amos en la Casa de MĆ©xico de la Ciudad Universitaria, en cuya parroquia descubrĆ­ la apertura religiosa, aƱos antes de que aflorara en el Concilio. TambiĆ©n descubrĆ­ a Emilio Uranga, que me abordĆ³ en el comedor de la CitĆ©:

ā€“TĆŗ vives en la Casa de MĆ©xico.

ƍbamos a comer casi a la misma hora y, cuando coincidĆ­amos, me encantaba escucharlo. Era muy inteligente y platicador. TenĆ­a 35 aƱos, yo 22. VenĆ­a de Alemania, donde estudiĆ³ con Heidegger, por recomendaciĆ³n de JosĆ© Gaos.

NaciĆ³ y muriĆ³ en la Ciudad de MĆ©xico (1921-1988), pero descendĆ­a de una familia de mĆ©dicos y mĆŗsicos de Chihuahua. Su padre, Emilio D. Uranga, es el autor de una canciĆ³n famosa: ā€œLa negra nocheā€ (1926). Su madre, una catĆ³lica devota, lo llevĆ³ a estudiar con los lasallistas (Hermanos de las Escuelas Cristianas). De ahĆ­ pasĆ³ a la Facultad de Medicina de la unam, donde estuvo tres aƱos, antes de cambiar a FilosofĆ­a y Letras, donde no se recibiĆ³.

Para sus maestros y compaƱeros, fue el mĆ”s brillante de una generaciĆ³n brillante: el llamado Grupo HiperiĆ³n. El historicismo de Ortega y Gasset, el ontologismo de Heidegger y el existencialismo de Sartre estaban de moda. Gaos (transterrado en MĆ©xico desde 1939) les propuso asumir filosĆ³ficamente su circunstancia nacional e histĆ³rica. Dijo de Uranga: ā€œEs un genio como los que se dan en Europa una vez cada siglo.ā€ Seguramente el juicio de su maestro le pesĆ³, y quizĆ” le estorbĆ³. No es fĆ”cil responder a tamaƱas expectativas.

LlegĆ³ a ParĆ­s cargando trescientos libros de Goethe y sobre Goethe, que alguna vez me enseĆ±Ć³. Pensaba escribir un libro: Goethe y los filĆ³sofosSe le quedĆ³ en el tintero, aunque la Wikipedia lo da por publicado (Ā”y en 1956!). Lo consultĆ© con Adolfo CastaĆ±Ć³n, autor de una notable pepena de textos de Uranga: Algo mĆ”s sobre JosĆ© Gaos (El Colegio de MĆ©xico, 2016) con Ć­ndice de nombres y una ā€œbibliohemerografĆ­a aproximadaā€ de todo lo publicado por Uranga (incluso libros y artĆ­culos que tradujo) y sobre Ć©l, desde 1946. Tiene en prensa la ediciĆ³n de: Emilio Uranga, AƱos de Alemania (1952-1956), de prĆ³xima apariciĆ³n en Bonilla Artigas Editores, con un diario y cartas que escribiĆ³ entonces. Generosamente, me dio a leer el original: ā€œLas cartas de Emilio Uranga a Luis Villoro y Alfonso Reyes hablan reiteradamente de un proyecto de libro: Goethe y los filĆ³sofos.ā€

Yo habĆ­a leĆ­do la Trayectoria de Goethe (1954) de Alfonso Reyes, y eso me ayudĆ³ a servirle de interlocutor, en largas caminatas despuĆ©s de comer, por los jardines de la CitĆ©. Alguna vez me dijo:

ā€“Lo ideal serĆ­a tener la prosa de Cervantes y la vida de Goethe.

QuizĆ” Goethe inspirĆ³ su servicio de consejero Ć”ulico de presidentes, desde LĆ³pez Mateos hasta LĆ³pez Portillo.

Una vez me invitĆ³ a escuchar una conferencia de Maurice Merleau-Ponty (de quien tradujo FenomenologĆ­a de la percepciĆ³n) en el CollĆØge de France; de la que solo recuerdo el cierre con una cita de Goethe: ā€œJe me retrouveā€ [Me rescato], refiriĆ©ndose al final de una relaciĆ³n amorosa.

Otra vez elogiĆ³ a Reyes por escribir ā€œa chorroā€, no como tantos mexicanos que publican un librito y no vuelven a hacer nada.

Muchos aƱos despuĆ©s, en su departamento, me regaĆ±Ć³ cuando dije alguna tonterĆ­a despectiva sobre don Marcelino MenĆ©ndez Pelayo.

ā€“No sabes de quiĆ©n estĆ”s hablando.

SacĆ³ un volumen de la AntologĆ­a de poetas lĆ­ricos castellanos y me estuvo leyendo una pĆ”gina cualquiera de anĆ”lisis poĆ©tico.

Siempre tuvo interĆ©s en la poesĆ­a. Le parecĆ­a esencial para el pensamiento. Citaba como autoridad lo mismo a poetas que a filĆ³sofos. EscribiĆ³ repetidamente sobre LĆ³pez Velarde. Bonilla Artigas Editores ha tenido el acierto de publicar: Emilio Uranga, La exquisita dolencia. Ensayos sobre RamĆ³n LĆ³pez Velarde (2021), reunidos y anotados por JosĆ© Manuel CuĆ©llar Moreno, cuyo excelente prĆ³logo establece la raĆ­z lĆ³pezvelardeana del pensamiento de Uranga.

Oswaldo DĆ­az Ruanova (Los existencialistas mexicanos, Editorial Rafael GimĆ©nez Siles, 1983) recoge testimonios sobre ā€œsu universal curiosidad, su reconocida inteligencia y su inquisitivo espĆ­rituā€. Ya era un personaje de novela (con otro nombre) en la de Sergio AvilĆ©s Parra (El tiempo muerto en el tiempo, 1950), antes de cumplir treinta aƱos. ā€œPara obtener directa informaciĆ³n sobre los mexicanosā€ lo mismo hablaba con limpiabotas que con ā€œdescendientes de mineros enriquecidos en el siglo XVIIIā€.

Su primer libro fue Ensayo de una ontologĆ­a del mexicano. En el tĆ­tulo resuenan el Ć©nfasis ontolĆ³gico de Heidegger y el nacionalismo metafĆ­sico de Octavio Paz en El laberinto de la soledad (1950).

Se han hecho cinco ediciones, dos suyas y tres pĆ³stumas:

1949 Ensayo de una ontologĆ­a del mexicano, Cuadernos Americanos.

1952 AnĆ”lisis del ser del mexicano, PorrĆŗa y ObregĆ³n.

1990 AnĆ”lisis del ser del mexicano, presentaciĆ³n de Rafael Corrales Ayala, prĆ³logo de Luis Villoro, Gobierno del Estado de Guanajuato.

2013 AnĆ”lisis del ser del mexicano y otros escritos sobre la filosofĆ­a de lo mexicano (1949-1952), selecciĆ³n, prĆ³logo y notas de Guillermo Hurtado, Bonilla Artigas Editores.

2021 Analysis of Mexican being, Londres: Bloomsbury, traducciĆ³n y prĆ³logo de Carlos Alberto SĆ”nchez.

El libro (dedicado a Octavio Paz) empieza con un anĆ”lisis existencial de la zozobra, que recuerda el anĆ”lisis de la ā€œcaĆ­daā€ y el ā€œestado de yectoā€ (Geworfenheit) de Heidegger (El ser y el tiempo 38, traducciĆ³n de Gaos). Pero tambiĆ©n el tĆ­tulo de un libro de LĆ³pez Velarde: Zozobra (1919). Discute las tesis del filĆ³sofo Samuel Ramos sobre los sentimientos de inferioridad en MĆ©xico.

En la cultura popular de MĆ©xico abundaron los juicios y chistes derogativos sobre los mexicanos. Pero no siempre. Aunque la cultura popular es difĆ­cil de historiar, tales juicios y chistes empezaron a declinar en el siglo XX, y hoy son poco frecuentes. La supuesta inferioridad de los mexicanos es un vestigio decimonĆ³nico.

Tal supuesto no existĆ­a en el XVIII, un siglo de autoafirmaciĆ³n: de expansiĆ³n geogrĆ”fica, econĆ³mica y cultural. Los mexicanos de entonces se sentĆ­an al tĆŗ por tĆŗ con el resto del mundo. Como se sintieron Juan Ruiz de AlarcĆ³n y sor Juana InĆ©s de la Cruz en el xvii. Y san Felipe de JesĆŗs, que se fue a predicar a JapĆ³n en el xvi.

La imprenta en MĆ©xico fue la primera del continente (1539). Las islas Filipinas fueron colonizadas desde MĆ©xico. AsĆ­ se fundaron Manila y una lĆ­nea naviera que (dos veces al aƱo) la conectĆ³ con Acapulco, desde 1565 hasta 1815 (doscientos cincuenta aƱos): la famosa Nao de China o GaleĆ³n de Manila. TodavĆ­a hoy se llama Mexico un municipio filipino.

En el XVIII, California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo MĆ©xico y Texas fueron colonizados desde MĆ©xico. Los jesuitas mexicanos dieron cĆ”tedra en la Universidad de Bolonia. El peso mexicano de plata se atesoraba en China y circulaba en los Estados Unidos, que no tenĆ­an moneda propia. El dĆ³lar de plata fue creado en 1792, imitando hasta el signo $ del peso.

Los sentimientos de inferioridad aparecieron en la poblaciĆ³n mestiza, menospreciada como ilegĆ­tima, tanto por la espaƱola como la indĆ­gena. Eran nepantla: ni una cosa ni otra. Asumir esa condiciĆ³n llevĆ³ a preguntarse: ĀæQuĆ© soy? Los mestizos, que empezaron como una minorĆ­a anĆ³mala, llegaron a ser la mayorĆ­a y tomaron el poder polĆ­tico desde mediados del siglo XIX. A pesar de lo cual, los sentimientos de inferioridad y las dudas sobre la identidad persistieron, y hasta se entronizaron: pasaron de marginales a nacionales. Hasta que, en el siglo XX, gradualmente, MĆ©xico volviĆ³ a sentirse al tĆŗ por tĆŗ con el resto del mundo. AsĆ­ se sentĆ­a Uranga como filĆ³sofo.

Kant veĆ­a el mundo cosmopolita como progreso histĆ³rico. Pero su discĆ­pulo Johann Gottfried Herder lo vio como imperialismo, cuando NapoleĆ³n invadiĆ³ a la subdesarrollada Alemania, para incorporarla al mundo de las luces: al desarrollo intelectual y revolucionario alcanzado en ParĆ­s. Herder afirmĆ³ el derecho alemĆ”n a su propio desarrollo: Ninguna cultura es superior a otra. Tu amor por la redenciĆ³n de todos los pueblos rebosa opresiĆ³n (Otra filosofĆ­a de la historia, 1774). Curiosamente, su seguidor Hegel tomĆ³ la posiciĆ³n recĆ­proca y vio en AmĆ©rica inferioridad espiritual: incapacidad de autorreflexiĆ³n filosĆ³fica, como Alemania.

El modernismo literario, nacido en AmĆ©rica, se impuso en EspaƱa. Uno de sus creadores, Luis G. Urbina, rechazĆ³ el ā€œtĆ³pico gastado, por incesantemente repetido: La literatura mexicana y, en general, la hispanoamericana, no es otra cosa que reflejo de la peninsularā€ (La vida literaria en MĆ©xico, 1917).

Samuel Ramos (El perfil del hombre y la cultura en MĆ©xico, 1934) subiĆ³ a nivel filosĆ³fico la cuestiĆ³n implĆ­cita en la cultura popular. ApoyĆ”ndose en Alfred Adler hizo un ā€œPsicoanĆ”lisis del mexicanoā€ en tĆ©rminos del ā€œcomplejo de inferioridadā€. Aunque no lo dice, cree que es curable. ā€œLos fantasmas son seres nocturnos que se desvanecen con solo exponerlos a la luz del dĆ­a.ā€

Octavio Paz parte de Samuel Ramos en El laberinto de la soledad (1950). Uranga parte de ambos. Los tres usan anĆ”lisis distintos. SegĆŗn los Ć­ndices de las obras de Reyes y Paz preparados por CastaĆ±Ć³n, tanto Reyes como Paz citan a Herder y Adler.

El interĆ©s intelectual por estas cuestiones tuvo una caja de resonancia cuando Leopoldo Zea propuso al librero Emilio ObregĆ³n editar la colecciĆ³n MĆ©xico y lo Mexicano, que abriĆ³ en 1952 con La X en la frente. Algunas pĆ”ginas sobre MĆ©xico de Alfonso Reyes. En esa colecciĆ³n, el mismo aƱo, apareciĆ³ el libro de Uranga.

Para Uranga, la zozobra es ontolĆ³gica, no solo psicolĆ³gica. Y universal, no solo mexicana. Nuestra identidad es accidental y nos diferencia, pero tambiĆ©n nos iguala, porque todos los pueblos estĆ”n en el mismo caso. La inferioridad como fantasma de la cultura mexicana no se justifica. Naturalmente, existen inferioridades reales. ā€œPero el reconocimiento de esta situaciĆ³n de inferioridad no corresponde, en modo alguno, a la patentizaciĆ³n de un complejo de inferioridad. Reconocer una jerarquĆ­a de valores no es manifestar un complejo de inferioridad; y saber admirar, lejos de ser un sĆ­ntoma de inferioridad, habla mĆ”s bien de una Ć­ndole generosa y suficiente en cuanto a salud moral.ā€ Lo sano es reconocer la inferioridad real, cuando la haya en tal o cual punto, y mejorar.

El Instituto de Investigaciones FilosĆ³ficas de la unam celebrĆ³ en 2018 un Coloquio Internacional sobre ā€œEmilio Uranga y el Grupo HiperiĆ³nā€. Otro en 2021, en ocasiĆ³n del centenario de su nacimiento.

Rafael Corrales Ayala, siendo gobernador de Guanajuato (1985-1991), emprendiĆ³ la reediciĆ³n de las obras de Uranga. EstĆ”n ahora en el Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato (Ediciones La Rana, ColecciĆ³n Emilio Uranga), casi todas agotadas. OjalĆ” se reediten, al menos electrĆ³nicamente.

Amazon y las LibrerĆ­as El SĆ³tano venden libros de Ć©l y sobre Ć©l. QuizĆ” tambiĆ©n otras librerĆ­as, pero sus pĆ”ginas en la web no estĆ”n hechas para buscar autores y libros, sino promover novedades. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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