En 1948 el grupo filosófico Hiperión irrumpió en la cultura mexicana como un cometa: de manera brillante y efímera. Este grupo, formado por exalumnos de José Gaos, pretendía combinar la autonomía de pensamiento con el mayor rigor intelectual para crear una nueva filosofía mexicana comprometida y de altura. De todos los hiperiones, el único que logró realizar plenamente ese afán fue Luis Villoro. Pero su legado va más allá de su obra escrita: hasta el último de sus días, él fue nuestro mejor ejemplo de cómo vivir como un filósofo; tarea que requiere de virtudes poco comunes como la de no sucumbir a las tentaciones del poder o no abandonarse a las pequeñas miserias de la vida académica.
  O quizá artimaña
Hace ya nada menos que quince años, durante una estancia como profesor en los Estados Unidos, reparé en dos detalles mínimos que me vienen de vez en cuando al recuerdo, al observar ciertos…
Por el río Hudson
para Laura y Gabriel, en su aniversario Apenas izaron las velas, tres gaviotas sobrevolaron el mástil como tres pinceladas deteniendo el paisaje. Alrededor, alfombras de espuma se envolvían y…
Günter Grass: conciencias quebradas
La revelación de Günter Grass, en una entrevista en el Frankfurter Allgemeine Zeitung el 11 de agosto, de haber pertenecido a las Waffen-SS durante los últimos meses de la Segunda Guerra…
La palabra Bikanir
Una de las formas más reveladoras de estudiar a Borges es leer a los autores que frecuentaba. Entre estos sobresale Kipling, a quien no pocas veces el argentino rindió homenaje en su propia obra.
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