Un amanecer distinto para Venezuela

Sin el redentorismo de Hugo Chรกvez para amortiguarla, el prรณximo presidente venezonalo deberรก hacer frente a la apremiante realidad.ย 
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Tenรญa una concepciรณn binaria del mundo. Veรญa el mundo dividido entre amigos y enemigos, entre chavistas y “pitiyanquis”, entre patriotas y traidores. En libros y ensayos reconocรญ su vocaciรณn social. Creo que la democracia latinoamericana no podrรก consolidarse sin Gobiernos que, junto al ejercicio de las libertades y el avance de la legalidad, busquen formas efectivas y pertinentes de apoyar a los pobres y marginados, a los que no han tenido voz y apenas voto. Pero una cosa es la vocaciรณn social y otra es la forma en que se practica esa vocaciรณn. Obsedido por una anacrรณnica admiraciรณn del modelo cubano (y por la ciega veneraciรณn de su caudillo eterno, a quien muchas veces llamรณ “padre”), Hugo Chรกvez desquiciรณ las instituciones pรบblicas venezolanas, desvirtuรณ y corrompiรณ a la compaรฑรญa estatal PDVSA y protagonizรณ lo que quizรก sea el mayor despilfarro de riqueza pรบblica en toda la historia latinoamericana. Pero siendo tan graves sus errores econรณmicos, palidecen frente a las llagas polรญticas y morales que infligiรณ a su paรญs.

Chรกvez no solo concentrรณ el poder: Chรกvez confundiรณ —o, mejor dicho, fundiรณ— su biografรญa personal con la historia venezolana. Ninguna democracia prospera ahรญ donde un hombre supuestamente “necesario”, imprescindible, รบnico y providencial, reclama para sรญ la propiedad privada de los recursos pรบblicos, de las instituciones pรบblicas, del discurso pรบblico, de la verdad pรบblica. El pueblo que tolera o aplaude esa delegaciรณn absoluta de poder en una persona, abdica de su libertad y se condena a sรญ mismo a la adolescencia cรญvica, porque esa delegaciรณn supone la renuncia a la responsabilidad sobre el destino propio.

El daรฑo mayor es la discordia dentro de la familia venezolana. Nada me entristeciรณ mรกs en mis visitas a Caracas (nada, ni siquiera la escalada del crimen o el visible deterioro de la ciudad) que el odio inducido desde el micrรณfono del poder contra el amplio sector de la poblaciรณn que disentรญa de ese poder. El odio de los discursos, de las pancartas, de los puรฑos cerrados; el odio de los arrogantes voceros del rรฉgimen en programas de radio y televisiรณn. El odio de las redes sociales plagadas de insultos, calumnias, mentiras, teorรญas conspiratorias, descalificaciones, prejuicios. El odio del fanatismo ideolรณgico y del rencor social. El odio cerrado a la razรณn e impermeable a la tolerancia. Esa es la llaga histรณrica que deja el chavismo. ¿Cuรกnto tardarรก en sanar? ¿Sanarรก alguna vez? Es un verdadero milagro que Venezuela no haya desembocado en la violencia partidista y polรญtica.

Desde hace unas semanas, al agudizarse la enfermedad de Chรกvez, anticipรฉ su inmediata y tumultuosa santificaciรณn. Asรญ ocurriรณ con Evita Perรณn en Argentina, pero dada la tradiciรณn caudillista de Venezuela, la sacralizaciรณn de su figura serรก mรกs honda y permanente. Hugo Chรกvez ha logrado la inmortalidad que soรฑรณ siempre. En el alma de muchos de sus compatriotas (y de no pocos simpatizantes en Amรฉrica Latina) compartirรก las glorias del Libertador. Hasta el comandante Fidel Castro podrรญa sentirse desplazado, vรญctima de un suave pero implacable parricidio.

¿Quรฉ ocurrirรก ahora, tras su muerte? Toda conjetura es riesgosa y todo puede pasar, hasta la divisiรณn interna entre el ala ideolรณgica y militar del chavismo o el triunfo de la oposiciรณn. Con todo, es probable que el sentimiento de pesar, aunado a la gratitud que un amplio sector de la poblaciรณn siente por Chรกvez, faciliten el triunfo de un candidato oficial en unas eventuales elecciones. A ello contribuirรกn tambiรฉn los รณrganos electorales, fiscales, judiciales y —en parte— los legislativos, que seguirรกn en manos del chavismo. Su retrato, su silla vacรญa, su imagen retransmitida interminablemente, acompaรฑarรกn por un tiempo al nuevo presidente. Pero todos los duelos tienen un fin. Y en ese momento todos los venezolanos, chavistas y no chavistas, deberรกn enfrentar la gravรญsima realidad econรณmica.

Los indicadores de alarma son del dominio pรบblico. El dรฉficit fiscal es del 20% del PIB, unos 70.000 millones de dรณlares. El tipo de cambio oficial de poco mรกs de 6 bolรญvares por dรณlar, se triplica en el mercado negro. La inflaciรณn, por varios aรฑos, ha sido la mรกs alta de la regiรณn. El desabasto (originado por el desmantelamiento de la planta productiva, el รฉxodo de la clase media profesional y la crรณnica falta de inversiรณn) se ha convertido casi en una tradiciรณn venezolana. Hay una aguda carestรญa de divisas. ¿Cรณmo explicar que un paรญs que en la era de Chรกvez ha percibido mรกs de 800.000 millones de dรณlares por ingresos petroleros presente cuentas tan alarmantes?

Buena parte de la explicaciรณn estรก en el petrรณleo. En 1998 Venezuela producรญa 3,3 millones de barriles diarios y exportaba (y cobraba) 2,7 millones de barriles diarios. Ahora la producciรณn se ha desplomado a 2,4 millones de barriles diarios, de los que solo cobra 900.000 (los que vende a Estados Unidos, el odiado imperio). El resto que no se cobra se divide asรญ: 800.000 van al consumo interno, prรกcticamente gratuito (y que provoca un jugoso negocio de exportaciรณn ilegal); 300.000 se destinan a pagar crรฉditos y productos adquiridos en China; 100.000 se restan por importaciรณn de gasolina; y 300.000 van a paรญses del Caribe que pagan (si es que pagan) con descuentos y plazos amplรญsimos; o simbรณlicamente, como Cuba, que paga sus 100.000 barriles con el envรญo de personal mรฉdico, educativo, y policial (y se beneficia del petrรณleo venezolano al extremo de reexportarlo).

Un presidente chavista deberรก enfrentar esta realidad y encarar al pรบblico. Pero ese mandatario ya no serรก Chรกvez, el hipnรณtico Chรกvez, Chรกvez el taumaturgo, el lรญder que lo explicaba todo, lo justificaba todo, lo amortiguaba todo. La gente reaccionarรก a esas situaciones con indignaciรณn: culparรก a los chavistas de no estar a la altura de su legado, dirรก “Chรกvez no lo habrรญa permitido”, “Chรกvez lo habrรญa resuelto”. Llegado ese punto, el propio rรฉgimen chavista podrรญa persuadirse de la necesidad de un diรกlogo conciliatorio que ahora parece utรณpico. Y ahรญ podrรญa abrirse una oportunidad tangible para la oposiciรณn.

Despuรฉs de largos aรฑos de inconsistencias, omisiones y errores, la oposiciรณn venezolana ha estado unida, eligiรณ a un lรญder inteligente y valeroso (Henrique Capriles) y tuvo un buen desempeรฑo en las elecciones: recabรณ casi siete millones de votos. Durante la agonรญa de Chรกvez, sin dejar de alzar la voz de protesta, la oposiciรณn mostrรณ una notable prudencia que debe refrendar en estos dรญas de duelo y crispaciรณn. Si la oposiciรณn —que ha esperado tanto— conserva la cohesiรณn y la presencia de รกnimo, podrรญa avanzar en las siguientes elecciones (legislativas, regionales, presidenciales) y recuperar las posiciones que ha perdido. En ese despertar, una fuerza latente deberรก despertar tambiรฉn: los estudiantes. Tuvieron un papel clave en el referรฉndum de 2007 (que impidiรณ la conversiรณn abierta de Venezuela al modelo cubano) y quizรก lo tengan una vez mรกs ahora.

Si bien nadie puede descartar los escenarios de violencia, no los preveo. Por el contrario: creo que con el fallecimiento del gran caudillo mesiรกnico (“redentor”, lo llamรณ abiertamente el propio Maduro) Venezuela deberรก encontrar, tarde o temprano, cauces de concordia: si en los tres lustros de Chรกvez la violencia verbal no se desbordรณ en violencia fรญsica, es razonable esperar que no estalle ahora. Y el cambio podrรญa ser contagioso: Cuba, la Meca del redentorismo histรณrico, el รบnico estado totalitario de Amรฉrica, podrรญa reformarse tambiรฉn como Rusia y China lo hicieron en su momento. Toda la regiรณn podrรก oscilar entonces entre extremos polรญticos no radicales: regรญmenes de izquierda socialdemรณcrata, y Gobiernos de economรญa mรกs abierta y liberal. Y para que el trรกnsito sea menos accidentado, Estados Unidos harรญa bien en dar seรฑales inรฉditas de sensatez, levantando por fin el embargo a Cuba y cerrando definitivamente las cรกrceles de Guantรกnamo.

El siglo XIX latinoamericano fue el del caudillismo militarista. El siglo XX sufriรณ el redentorismo iluminado. Ambos siglos padecieron a los hombres “necesarios”. Tal vez en el siglo XXI despunte un amanecer distinto, un amanecer plenamente democrรกtico.

(Previamente publicado en el periรณdico El Paรญs)

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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