Selfie

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La selfie estรก tan de moda que hasta un inglรฉs rehรฉn en un aviรณn simula una junto al secuestrador que lleva un cinturรณn explosivo. A nuestros ojos parece algo muy moderno, pero no es mรกs que un antiguo recurso autobiogrรกfico. En El matrimonio Arnolfini Jan van Eyck se autorretratรณ en uno de los personajes reflejados en el espejo de la pared del fondo, como corrobora su firma encima del cristal convexo: Johannes de Eyck fuit hic 1434.

A los trece aรฑos Alberto Durero se dibujaba a sรญ mismo. En 1498 lo vemos elegantemente vestido junto a una ventana, en otra tela aparece como “Ecce homo”, incluso llegรณ a representarse desnudo: gran audacia para su tiempo.

Tras diez siglos de oscurantismo feudal, el autorretrato floreciรณ impetuosamente, dejando atrรกs la Edad Media, รฉpoca en la cual –salvo alguna excepciรณn– los artistas no firmaban sus obras, reducidos a meros artesanos consagrados a ilustrar episodios bรญblicos.

Este ninguneo gremial se extinguiรณ con el Renacimiento, cuando el hombre ocupรณ la posiciรณn central cรณsmica antes reservada a Dios. Sea por vanidad o afรกn de inmortalidad, estas confesiones pictรณricas potenciaron el individualismo, uno de los principales atributos de la modernidad.

Hacia 1500 El Bosco nos mira desde El jardรญn de las delicias. En la tabla derecha –El infierno musical– su rostro surge debajo de un plato con una gaita. El Bosco transitaba ya hacia el espรญritu renacentista y sus visiones onรญricas se anticipaban 420 aรฑos al surrealismo.

Los creadores aprovecharon este subgรฉnero pictรณrico para ahorrarse contratar un modelo y, tambiรฉn, para mostrar su evoluciรณn estilรญstica asรญ como sus abismos psicolรณgicos, o simplemente para registrar los estragos del tiempo en la carne.

En 1513 Leonardo da Vinci nos regala su autorretrato: un minucioso dibujo a la sanguina donde descubrimos las arrugas, cada cabello y cada pelo de la barba de un sabio de sesenta aรฑos.

A la sazรณn, Rafael Sanzio se incluรญa en un retrato colectivo rodeado de filรณsofos y cientรญficos en La escuela de Atenas. A la derecha de este primer selfie grupal con celebridades, entre Zoroastro y Ptolomeo, el joven pintor nos mira fijamente.

En 1524, el Parmigianino emplea un espejo convexo –como el de Van Eyck– para revelarnos su rostro aniรฑado y la exagerada mano manierista en primer plano. En 1541 Miguel รngel se autorretrata en el Juicio final, el fresco pintado en la pared del altar de la Capilla Sixtina. San Bartolomรฉ sostiene su piel desollada que cuelga con el rostro del pintor: un guiรฑapo humano en la parusรญa.

En 1600 el Greco se autorretrata en Toledo y 28 aรฑos despuรฉs Rembrandt empieza a pintarse a sรญ mismo hasta acumular noventa autorretratos: lo vemos muy joven riendo, haciendo muecas en la tradiciรณn del tronie, sin bigote, con atuendo oriental y, al final, canoso y con boina.

Velรกzquez asoma en Las meninas (1656) exhibiendo orgulloso la cruz de la Orden de Santiago que lleva en su pecho. La lista de las selfies inmortales sigue con Fragonard, William Blake, Ingres y David cuando se incluye en La coronaciรณn de Napoleรณn. Goya tambiรฉn nos dejรณ autorretratos, el mรกs impresionante: “Goya atendido por el doctor Arrieta” (1820). En 1837 Delacroix se pintรณ con un chaleco verde y unos aรฑos despuรฉs vemos a Courbet con un perro negro o, en otra imagen, gesticulando desesperado.

Van Gogh explorรณ su rostro en treinta telas: con sombrero de paja, con la oreja vendada y fumando pipa, con el sombrero de fieltro gris y un sol de pinceladas irradiando desde su puente nasal.

A finales del siglo xix, Gauguin se representรณ con un Cristo amarillo, con un รญdolo maorรญ, con una aureola. Poco despuรฉs tambiรฉn Picasso cultivรณ este subgรฉnero atesorando noventa autorretratos, igual que Rembrandt. Por entonces, los expresionistas tambiรฉn nos dejaron sus selfies: Kokoschka, Munch, Kirchner, Schiele y el inclasificable Chagall se pintรณ con siete dedos.

El gรฉnero siguiรณ diversificรกndose y multiplicรกndose, desde Escher reflejado en una esfera de cristal, pasando por Frida Kahlo con La columna rota, hasta Francis Bacon cuyo rostro deformado nos sumerge en su estilo perturbador.

Cuando el daguerrotipo empezรณ a desplazar al caballete, el primero que se retratรณ ante un espejo fue Robert Cornelius en 1839. En 1865 Nadar se autorretratรณ en un globo aerostรกtico, con prismรกticos y sombrero de copa. El escritor ร‰mile Zola, deslumbrado por la fotografรญa, nos dejรณ sus autorretratos. Selfies son tambiรฉn los simpรกticos cameos de Hitchcock.

Hoy todo es mรกs rรกpido y masivo, o sea, mรกs superficial. Razรณn tiene el Eclesiastรฉs: “vanidad de vanidades, todo es vanidad” y “no hay nada nuevo bajo el sol”. ~

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Naciรณ en la Habana en 1948. Narrador y ensayista. Cuando escribiรณ su primer novela, El Comandante Veneno, Alejo Carpentier le escribiรณ: "Es usted un novelista nato"


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