- ¿Problema territorial? Dos por el precio de uno
- El mercado laboral espaรฑol: una breve historia, un oscuro futuro y una alternativa
- Reformas posibles en nuestros impuestos
- Justicia: asignatura pendiente
- El atasco de la educaciรณn y cรณmo salir de รฉl
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Espaรฑa no tiene realmente un sistema fiscal, sino mรกs bien un conjunto deslavazado de impuestos. Ademรกs, tenemos unos niveles de fraude superiores a los de los paรญses a los que nos gustarรญa parecernos. La prueba mรกs palpable de ambas cuestiones es que con unos niveles de impuestos similares, sobre el papel, a los de nuestros vecinos europeos, recaudamos menos que ellos. No solo eso, sino que despuรฉs de mรบltiples subidas de impuestos, la recaudaciรณn es claramente inferior al gasto pรบblico que tenemos que financiar.
Las subidas de impuestos que el Estado ha implantado desde 2010 suman, solo en el รกmbito de la Agencia Tributaria, es decir, de los grandes impuestos estatales, 37.500 millones de euros, aproximadamente un 3,5% del Producto Interior Bruto. Aun asรญ, y como, entre otras cosas, no hemos conseguido recaudar estas cantidades en su totalidad, seguimos teniendo un dรฉficit pรบblico importante. 2014 cerrรณ con un desfase entre ingresos y gastos pรบblicos de unos 60.000 millones de euros, alrededor de un 5,7% del Producto Interior Bruto. Como la economรญa no estรก creciendo a este ritmo, nuestra deuda pรบblica como porcentaje del pib sigue aumentando y pronto superarรก el 100% del pib, todo lo que producimos en un aรฑo.
La palabra reforma ya no es popular ni cuando hablamos de economรญa en general ni cuando hablamos de impuestos y gasto pรบblico. Todos estamos hartos de que la palabra reforma sea un sucedรกneo de recortes indiscriminados de gastos –austeridad–, o bien de subidas de impuestos. Sin embargo, necesitamos cerrar la brecha del dรฉficit, aunque solo sea porque nuestro nivel de deuda pรบblica no puede seguir elevรกndose indefinidamente. Por otra parte, la llamada “reforma fiscal” del Gobierno ha sido fundamentalmente una pequeรฑa rebaja de impuestos; y, tristemente, si queremos mantener el Estado del bienestar, necesitamos recaudar mรกs y no menos.
Por otra parte, Espaรฑa es el segundo paรญs de la Uniรณn Europea donde mรกs se ha incrementado la desigualdad despuรฉs de Dinamarca. Ademรกs, esto ha supuesto que, segรบn los datos oficiales de Eurostat (la agencia estadรญstica europea), Espaรฑa sea el segundo paรญs mรกs desigual de Europa, solo superado por Letonia. Esto no se ha debido esencialmente a razones fiscales sino laborales: las empresas espaรฑolas han recuperado competitividad, es decir, capacidad de competir, despidiendo a empleados temporales. Sin embargo, segรบn los informes de Eurostat, el sistema de ingresos y gastos pรบblicos es uno de los que menos reduce la desigualdad. Entre las razones de esta situaciรณn estรก que las rentas del trabajo aportan mรกs de la mitad de la recaudaciรณn pรบblica. Esto significa que las rentas del capital y actividades econรณmicas, a menudo mรกs elevadas, tributan en la prรกctica mucho menos. Si estos problemas fiscales los podemos corregir, reduciremos la desigualdad.
¿Cรณmo se puede recaudar mรกs sin poner en peligro el crecimiento econรณmico? En primer tรฉrmino, es necesario que los impuestos vuelvan a formar un sistema coordinado que acabe con la caรณtica situaciรณn actual. Pongamos un ejemplo: el impuesto de sucesiones. Espaรฑa tiene ahora mismo diecinueve impuestos de sucesiones distintos, quince en las comunidades autรณnomas de rรฉgimen comรบn, otro mรกs en Navarra, y uno distinto en cada territorio histรณrico vasco, exigido por su correspondiente diputaciรณn foral.
Antes tenรญamos veinte sistemas, pero como el Tribunal de Justicia de la Uniรณn Europea considerรณ que Espaรฑa discriminaba a los no residentes, ahora a estos se les aplica el rรฉgimen de una comunidad autรณnoma con la que tengan conexiรณn. Existen diferencias de 100 a 1 entre comunidades autรณnomas. Asรญ, un heredero en Extremadura podrรญa pagar cien mil euros por una sucesiรณn, mientras que en Madrid, al aplicarse una bonificaciรณn del 99%, el mismo heredero solo pagarรญa mil. Con esas diferencias escandalosas, lรณgicamente, recaudamos poco y hay deslocalizaciones, reales y tambiรฉn ficticias, para pagar menos. Ademรกs, hay una bonificaciรณn, esta sรญ general para todos los territorios, del 95% para las “empresas familiares”, que hace que las grandes herencias apenas paguen. En resumen, hemos pasado de veinte a diecinueve formas de equivocarnos con el impuesto de sucesiones.
En el impuesto de patrimonio pasa algo parecido, ya que formalmente es muy elevado, pero apenas recauda y no aporta toda la informaciรณn que deberรญa para la gestiรณn de los demรกs impuestos. Las razones son las mismas que en sucesiones: diferencias territoriales (en Madrid no existe) y exenciรณn de las “empresas familiares”. Traduciendo: fuera de Madrid se paga en patrimonio por tener tres pisos, pero puede no pagarse por una participaciรณn del 5% en una empresa del Ibex-35.
Si queremos rebajar la enorme presiรณn sobre las rentas del trabajo y queremos que el Estado del bienestar se siga financiando hay que reformar a fondo el sistema, o lo que queda de รฉl. Esto pasa por reducir las diferencias entre comunidades autรณnomas, que impiden a casi todas obtener recaudaciรณn, y racionalizar los impuestos que gravan la fortuna: patrimonio y sucesiones.
Si las empresas son la principal fuente de riqueza, no se puede establecer una imposiciรณn sobre la riqueza que no grave a las empresas. El impuesto que mรกs les afecta es el impuesto sobre el beneficio de sociedades. En 2015 estrenamos una nueva ley completa del impuesto. Hay varias cuestiones que esta ley no aborda. En primer tรฉrmino, hay muchos ciudadanos de gran capacidad econรณmica que canalizan su actividad a travรฉs de sociedades, beneficiรกndose de un tipo menor, ahora el 28%, y ademรกs, deduciรฉndose gastos que no se pueden deducir los trabajadores por cuenta ajena. Esta actuaciรณn ha generado mรบltiples actas de la Inspecciรณn de Hacienda, que en algunos casos han sido noticia en los medios de comunicaciรณn. La reforma fiscal debรญa haber dejado claro en quรฉ condiciones fiscales –quรฉ impuestos hay que pagar– y cuรกndo se ejerce la actividad a travรฉs de una sociedad.
Otra cuestiรณn clave es limitar las deducciones y beneficios fiscales. La nueva ley ha limitado algunas deducciones pero ha establecido otras. Es necesario simplificar los impuestos; y hay que reconocer que, despuรฉs de la รบltima reforma fiscal, los impuestos son aรบn mรกs complicados. Ademรกs, son las grandes empresas las que mรกs se benefician de la maraรฑa de deducciones e incentivos.
Por รบltimo, y todavรญa mรกs importante, no estรก nada clara la utilidad de los beneficios fiscales. Mientras las subvenciones tienen, con razรณn, muy mala fama, los incentivos fiscales no. Sin embargo, seguimos sin saber si una deducciรณn fiscal, que parece loable sobre el papel, como por ejemplo la de Investigaciรณn y Desarrollo, consigue sus objetivos. Dicho de otra forma, ¿los impuestos que dejamos de cobrar a las empresas han servido para potenciar la investigaciรณn, o tendrรญamos la misma investigaciรณn si no hubiese deducciones? Habrรญa que limitar deducciones e incentivos fiscales, que los impuestos de las empresas fuesen mรกs transparentes, y sobre todo evaluar sistemรกticamente para quรฉ sirven los beneficios fiscales que se conceden.
Por otra parte, una cuestiรณn que habrรญa que abordar a nivel europeo, e incluso mundial, es la referente a los bajรญsimos impuestos que pagan las multinacionales. Esto se da en casi todo el mundo, pero con especial virulencia en Europa. Las grandes empresas llegan a acuerdos con algunos paรญses para, a cambio de instalar allรญ alguna sede, o realizar alguna inversiรณn, pagar muy pocos impuestos. El esquema de desviar los beneficios de donde realmente se obtienen hacia territorios de baja tributaciรณn y paraรญsos fiscales estรก, desgraciadamente, muy extendido entre las empresas mรกs grandes. Un punto clave de reforma es incrementar la presiรณn polรญtica y ciudadana para acabar con esta situaciรณn. Esto no es algo que podamos hacer solo desde Espaรฑa, pero los modestos avances que ha habido en este terreno se han debido a la presiรณn de la opiniรณn pรบblica en otros paรญses: nosotros tambiรฉn deberรญamos poner nuestro granito de arena.
La cuestiรณn del fraude, y no solo el gran fraude y los paraรญsos fiscales, es uno de los retos mรกs importantes de los que afrontamos en el รกmbito econรณmico. Evidentemente, nuestras leyes fiscales no son perfectas, como hemos visto, pero el punto clave es su cumplimiento. Para que los impuestos se cobren de forma mรกs efectiva, eficiente, y sobre todo justa, hay que hacer varias cosas. En primer lugar, hay que reducir los agujeros. Algunos son muy obvios: por ejemplo, el rรฉgimen de mรณdulos es un nido de facturas falsas. Si un empresario en mรณdulos paga los mismos impuestos, independientemente de cuรกnto gane o cuรกnto venda, tendrรก un importante incentivo para inflar facturas o incluso inventรกrselas. Esto supondrรก que otros empresarios pagarรกn menos de lo que deberรญan. En el aรฑo 2015, el rรฉgimen de mรณdulos deberรญa ser ya una exรณtica forma de tributaciรณn del pasado, o como mucho, tener una importancia anecdรณtica.
Ademรกs, Espaรฑa deberรญa ir incrementando sus escasos medios materiales, presupuestarios y humanos en la lucha contra el fraude fiscal. Los impuestos son obligatorios, a casi nadie le gusta pagarlos, y muchos no estรกn dispuestos a hacerlo si no perciben el control y la amenaza de las sanciones. En estas condiciones, por cada seis euros que invierten los alemanes en lucha contra el fraude, nosotros invertimos uno. Ademรกs, solo tenemos la cuarta parte o menos de efectivos que Gran Bretaรฑa o Francia. Si queremos recaudar cuantรญas similares a las de los paรญses de nuestro entorno no solo hay que tener impuestos parecidos, sino tambiรฉn medios de control similares.
Por รบltimo, hay que convencer a los espaรฑoles de que deben pagar sus impuestos, la medida antifraude mรกs importante de todas. Aunque haya que incrementar los medios de control, no se puede poner un inspector de Hacienda detrรกs de cada espaรฑol. Si lo primero que se deja de pagar cuando hay dificultades son los impuestos, toda la sociedad tiene un problema. En esas condiciones, como el gasto pรบblico no se puede financiar, entramos en una espiral de impopulares recortes de gastos e injustas subidas de impuestos de la que no se puede escapar. Para romper ese cรญrculo, es esencial que los impuestos no sean el precio del despilfarro pรบblico y la corrupciรณn, sino que se perciban como el precio del bienestar, la solidaridad, y en una palabra, la civilizaciรณn. ~
Es inspector de Hacienda y autor de Hacienda somos todos; Impuestos y fraude en Espaรฑa (Debate, 2014)