El amanecer de Aurora: una mirada a la sobrevivencia, la memoria y la identidad

El documental de Inna Sahakyan reconstruye la vida de una superviviente del genocidio armenio, al tiempo que rescata ese terrible episodio histórico.
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Para la realizadora armenia Inna Sahakyan, la vida de Arshaluys Mardiganian (renombrada como “Aurora” al establecerse en Estados Unidos) necesitaba ser visibilizada ante el mundo por ser sobreviviente del genocidio de Armenia (1915-1923), en el que más de un millón de personas fueron asesinadas como parte de una limpieza étnica. Este fatídico suceso ocurrido al inicio de la Primera Guerra Mundial actualmente solo es reconocido por 33 naciones, mientras que Turquía –país responsable de aquellos días de terror que parecían interminables– lo sigue negando.

Sahakyan, cuyos trabajos previos incluyen The last tightrope dancer in Armenia (2010) y Mel (2022), codirigido con Paul Cohen, no solo pretende reconstruir y visibilizar la vida de la protagonista cuando apenas era una adolescente, sino que expone una parte de la historia que por muchos años ha sido dejada en el olvido: ese trauma colectivo que marcó para siempre la memoria cultural de Armenia. Con un formato de animación meticulosamente creado en acuarela por medio de la técnica de rotoscopia, el documental El amanecer de Aurora intercala metrajes de video de una entrevista realizada en 1984 por el Instituto Zoryan y fragmentos de la exitosa película silente Subasta de almas (1919) en la que Mardiganian interpretó su propio relato autobiográfico.

Este es el primer documental armenio de este tipo. Las tres técnicas ejecutadas por Sahakyan en las que explora el dolor de Aurora –de una manera sensible, pero empática– hacen que la estructura de la historia sea poderosamente imperdible. Además inmortaliza a la protagonista sacándola de la oscuridad en la que permaneció durante el resto de su vida.

“Yo no estaba actuando, yo lo estaba reviviendo”, cuenta la aún adolescente Aurora (doblaje interpretado por Arpi Petrossian) en una escena del documental en la que se veía a sí misma en la pantalla del cine. Ella reconoce que accedió a filmar la película Subasta de almas en Hollywood para contar las atrocidades que había vivido, pues deseaba que esa parte dolorosa y sangrienta de la memoria colectiva de su país no quedara en el olvido. Un par de años después de su estreno la película desapareció misteriosamente, por lo cual era imposible seguir visibilizando esa trágica parte de la historia armenia. En 1994, tiempo después del fallecimiento de Aurora, fueron hallados fragmentos del largometraje de una duración total de dieciocho minutos que fueron utilizados para darle más precisión a este documental.

La visión cinematográfica de Sahakyan para retratar la vida de Mardiganian combina una ardua investigación de años, así como un extraordinario trabajo por parte de productores, artistas detrás de la animación y la participación del Instituto Zoryan que, con rigor académico, ha recopilado testimonios de eventos ocurridos en el siglo XX. La directora no solo captura los sucesos más desgarradores, sino que en los momentos adecuados consigue destacar la belleza de Armenia.

El amanecer de Aurora abre con Arshaluys, de catorce años, conviviendo con su familia. Ella vive entre juegos y paseos mientras su padre se dedica a trabajar con la seda, detalle que se vuelve recurrente en ciertos puntos de la historia. No tardará mucho en que las fuerzas turcas se hagan presentes y sea capturada junto con su familia. Una vez que las víctimas emprenden largas marchas atravesando el desierto de Siria, inician las masacres y casi toda la familia de Arshaluys es asesinada ante sus ojos. Sufre también violencia sexual y es vendida como esclava en un harem.

Cuatro años después, Arshaluys logra escapar hacia Nueva York. Al llegar, conoce al periodista Henry Louis Gates, quien la ayuda a escribir un artículo en el periódico detallando su historia. Este texto se convertiría en la autobiografía Ravished Armenia. Ahora bajo el nombre de Aurora, la joven gana la admiración y empatía de los lectores. En plena época del cine silente es contactada por la industria de Hollywood para adaptar su relato autobiográfico a la pantalla. A pesar de que la tragedia de su nación por fin empezaba a hacerse visible y Aurora llevaba una vida glamurosa que contrastaba con lo que había vivido, el éxito de la película le causaba estragos emocionales por revivir su dolor. Hollywood estaba explotando su trauma y cada noche tenía que repetir esa pesadilla replicada una y otra vez en las enormes pantallas de cine. Aquí es donde Sahakyan hace reflexionar a la audiencia al denunciar hasta qué punto es capaz de llegar la industria del cine hollywoodense ante el sufrimiento de las víctimas. Además, la narrativa enfatiza que Aurora no solo se había convertido en una sobreviviente del genocidio armenio, sino que también había sobrevivido a la industria de Hollywood. La única persona en la que siempre confió fue Grace Carley Harriman, lideresa social y filántropa, que jugó un papel crucial al ayudarla desinteresadamente.

Paralelo a esto, los metrajes de la entrevista que le realizó el historiador Anthony Slide en 1984 se encargan de revelar más a detalle su participación en el largometraje. Allí Aurora aclara cómo fue realmente lo que ocurrió durante el genocidio y evidencia los cambios que se tuvieron que hacer al adaptar su autobiografía a la industria cinematográfica, pues la historia era muy cruel y tuvo que ser contada con omisiones. De igual manera Aurora relata que estuvo presente tras las cámaras aportando detalles en descripciones de la vestimenta de la gente de su pueblo para que el diseño de vestuario fuera lo más fiel posible.

Aunque la animación ha sido utilizada con anterioridad en otros documentales, este se diferencia del resto al ser una metanarrativa con diferentes dimensiones ejecutada de una manera excepcional que opta por invertir la progresión lineal de la narración tradicional para transformarla en un testimonio de sobrevivencia y resistencia. Vemos a una adolescente que fue violentada por soldados y que, al escapar, se convirtió de nuevo en una víctima al ingresar a la industria capitalista de Hollywood. El cine le había ofrecido a Aurora una manera de mostrarle al mundo lo mucho que había sufrido para después dejarla en las sombras tras imponer sus propias ambiciones sin interesarse en una causa social.

Sahakyan rescata del anonimato a la figura de Aurora Mardiganian que ya solo pervivía en algunas entrevistas y se había quedado en el olvido total. Le hace justicia al explorar quién fue y cuál es su importancia. Se encarga de denunciar y señalar ese pasado turbio que manchó de sangre al pueblo armenio y que los turcos siguen negando. El documental finaliza con una reflexión de Aurora con relación al genocidio: cuando el mundo entero ignoró lo ocurrido en su país, estaría preludiando el Holocausto que iniciaría varios años después. Esta pieza documental invita a conocer y empatizar con una tragedia, al mismo tiempo que exhorta a la audiencia a pensar que las víctimas de la Historia deben permanecer en nuestra memoria, recordando su experiencia, dándole mayor importancia a su identidad. ~

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Mérida, 1987) es crítica
de cine y diseñadora editorial. Colabora
frecuentemente en girlsatfilms.com.


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