Rodríguez es un director tan atrevido como disparejo. Lo mismo hace la infumable Aulas peligrosas que la sorprendente Sin City. En esta ocasión le dio al clavo con una delirante parodia sobre los filmes de zombis. Y acierta porque para abordar un género tan trillado había que hacer una adecuada mezcla de clichés y novedosas ocurrencias. En esta película todo está permitido: desde repugnantes referencias a enfermedades genitales hasta la ridícula fuga del personaje principal (un estupendo Freddy Rodríguez) en una motocicleta para niños. Si a eso agregamos que la despampanante Rose McGowan termina utilizando una prótesis de metralleta en una pierna mutilada, queda claro de qué tipo de filme estamos hablando. Si uno lo asume y se relaja puede, literalmente, desternillarse de risa. ~
Su libro más reciente es el volumen de relatos de terror Mar Negro (Almadía).