La ventana de oportunidad abierta en octubre 2023, con las elecciones primarias que llevaron a cabo los principales partidos democráticos del país, sigue allí. Ese proceso fue el origen de una secuencia de pasos impulsados por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) que condujeron al triunfo abrumador del candidato presidencial opositor Edmundo González Urrutia (EGU) el pasado 28 de julio. Fue allí de donde emergió la robusta candidatura de María Corina Machado (MCM), quien, con su campaña incansable por todo el país, logró remontar la frustración y desespero de muchos venezolanos con la oprobiosa situación política que se ha enquistado por lustros en el suelo patrio. Ella resucitó las esperanzas de cambio político, y si bien tuvo que hacerse a un lado porque fue vetada por el gobierno, endosó su rotundo apoyo popular a EGU y movilizó el país tras la candidatura de este diplomático de carrera desconocido hasta entonces. Gracias a ese endoso y a méritos propios de González, en pocas semanas la candidatura opositora se creció ante la de Nicolás Maduro.
Pero, cual garrapata, el régimen autoritario ha optado por aferrarse al poder. Como ellos mismos aseguran sin pudor, se quedarán como sea, aunque –y esto lo sabe el mundo afuera y los venezolanos adentro–, perdieron las elecciones presidenciales. En términos absolutos la diferencia fue de más de 4 millones de votos (7.443.587 vs. 3.385.155) y porcentuales, de 67% a 28%. Esto sin contar unos 5 millones de venezolanos que no pudieron votar en el exterior por obstáculos impuestos por el régimen.
La PUD, además de la jugada de reemplazar a MCM por un candidato que, contando con su apoyo, obtuvo esa victoria asombrosa, ideó un plan de escrutinio paralelo al oficial del Consejo Nacional Electoral, que fue desarrollado con todo sigilo bajo la dirección de Machado. Anticipando el fraude del CNE, que se veía venir, al poco tiempo del resultado oficial que dio ganador a Maduro, pudo demostrar, con actas oficiales en mano, que EGU había ganado con una diferencia histórica. Aplausos de pie y bravos por la PUD, y particularmente por MCM, la dirigente fundadora de Vente Venezuela.
Desde entonces el gobierno huye hacia adelante, tratando de pasar esa página. Nada le ha funcionado salvo la represión pura y dura. Lleva más de dos mil presos políticos, algunos de ellos, miembros de mesa, que recogieron sus actas esa tarde, llevándolas hasta centros alternos de acopio para escaneo y envío a un dominio cibernético. Otros son dirigentes estudiantiles, activistas y pueblo llano, que salieron el 29 y 30 de julio a protestar el arrebato del triunfo opositor por parte del oficialismo. Otros encarcelados ni siquiera estaban protestando, sino que se les detiene arbitrariamente para infundir incertidumbre y terror. Las condiciones de los presos violan los más elementales DDHH.
Para desgracia de Maduro y su cúpula cívico-militar-policial, los militares rasos que en mayoría componen el Plan República, ese plan que resguarda el día de votación los centros, vieron en vivo y directo el triunfo de EGU. Algunos hasta colaboraron, cantando los votos en las mesas. Como corresponde por ley, también se llevaron en custodia las actas y urnas con los votos físicos. Así, todo el mundo adentro sabe quién ganó. Y todos afuera también, gracias al esfuerzo de la dirección política y de centenares de dirigentes, activistas y ciudadanos que han denunciado, protestado y colaborado para que las actas lleguen a la OEA, la ONU y hasta las bóvedas del gobierno de Panamá. Una verdadera campaña admirable.
Y llegamos al 10 de enero 2025, fecha de la toma de posesión del nuevo presidente para el período 2025-2031, cargo que ahora disputan quien ganó con votos y quien detenta la fuerza para impedir que se cumpla la voluntad popular. Ambos grupos trazaron estrategias para el día. El gobierno fue militarizando y/o policializando la capital en puntos neurálgicos como el Metro y las entradas a Caracas, así como otras ciudades. Ha estigmatizado, perseguido y detenido a activistas, particularmente los de las redes y comandos dirigidos por MCM. Igualmente, ha apresado a periodistas, defensores de DDHH, estudiantes, académicos, en fin, los que considera que amenazan la paz madurónica. Asimismo, ha bloqueado portales noticiosos independientes y circulado desinformación y mentiras. La PUD, por su parte, con MCM en la clandestinidad y EGU en el exilio, impulsó una campaña para concientizar a la ciudadanía de la encrucijada que venía y la importancia de su participación activa. Afuera, con gira de EGU incluida, fue articulando una poderosa alianza de países, agencias y líderes internacionales para presionar al gobierno venezolano a aceptar una negociación. MCM llamó a la calle para el día 9, para visibilizar el repudio a una juramentación fraudulenta que cometería Maduro al día siguiente. La líder hizo saber que saldría de la clandestinidad para acompañar la protesta.
La gente acudió a la cita, y MCM también. ¡Qué coraje! A menos de dos cuadras de un punto de concentración opositora en la parroquia caraqueña de Chacao, el gobierno montó una tarima para los oficialistas, donde pusieron música, trajeron empleados y se movían cuerpos de seguridad armados. Al terminar allí MCM su mitin y ya en la moto que la sacaba del lugar, fue interceptada por agentes de seguridad, quienes la tiraron al suelo y se la llevaron en otra moto. Unas horas más tarde, MCM fue inesperadamente liberada. Asegura ella haber oído en ese dramático trance, que la llevaban a una zona donde tiene sede la Policía Nacional Bolivariana. El motorizado de su seguridad que la trasportaba fue herido durante su secuestro y ha pasado a engrosar la lista de apresados sin mayor información sobre su estado de salud o dónde se encuentra. Este evento produjo el repliegue opositor y esa tarde MCM y EGU, alegando que el espacio aéreo estaba cerrado y el sistema de defensa aérea activado, declararon que posponían la juramentación del presidente electo para el momento “correcto”.
Maduro entonces, el día 10 en un acto apresurado, sin la presencia de periodistas, en un salón pequeño del Palacio Federal Legislativo y contando en la sala apenas con su compinche el presidente de Cuba, y otros invitados poco relevantes, se juramentó oficialmente para un tercer período presidencial. Con ese juramento entramos a una nueva fase del proceso autoritario.
Con un fraude comprobado y, por tanto, una juramentación al margen de la ley, Maduro y los poderes que le acompañan pasaron el umbral hacia un gobierno delincuencial. Más aislado que nunca, hasta gobiernos de izquierda se distancian de él. Le quedan los apoyos de actores que representan intereses geopolíticos, económicos y políticos ajenos a la nación, y gobiernos antidemocráticos como Rusia, Cuba, Irán y China. Quienes esperábamos pronunciamientos o fisuras de los cuerpos armados, nos quedamos con los crespos hechos. Poco después de su juramentación, Maduro se trasladó a la Academia Militar donde recibió el respaldo jurado de militares y cuerpos policiales. EGU, a su vez, como comandante en jefe legítimo, denunció el golpe de Estado y “ordena al alto mando militar desconocer órdenes ilegales”.
¿Y ahora qué? El problema del proyecto chavista es que está agotado, esta victoria es coyuntural, posiblemente pírrica, porque lo estructural es que está agonizando por falta de personas, ideas, apoyos, gestión y legitimidad. Estamos ante un puñado de familias cívico-militares, que se han apropiado del país para sus fines particulares, se han enriquecido y se valen de un discurso marxista leninista, que argumenta, de acuerdo a la entrevista del 1 de enero hecha a Maduro por Ignacio Ramonet, que están construyendo una democracia “directa, popular y moderna”, no vista por la humanidad. Pero, el objetivo real del gobierno es simplemente sobrevivir un día a la vez, no importa los costos. Eso han hecho este 10 de enero, pero esta vez han pagado caro. Maduro sale de ésta más solo, debilitado y acosado.
¿Sobrevivirá? Las semanas que vienen pudieran ser decisivas, pues al margen de la ley nacional e internacionalmente, se las verá pronto con nuevas iniciativas nacionales e internacionales. El cambio de gobierno en EEUU y la política hacia Venezuela que emprenderá Trump pudiera ser un factor decisivo para su continuación y estabilidad o, por el contrario, para su caída. Mientras, los venezolanos se mantienen resilientes y en resistencia activa y pasiva. Esta saga no ha terminado.
Es analista política y doctora en ciencias sociales por la Universidad Central de Venezuela. Autora, entre otros libros, de El ocaso del chavismo. Venezuela 2005-2015 (Alfa, 2016)