Sheinbaum y Trump salieron airosos; la relación bilateral, no tanto

Ambos presidentes proclamaron una victoria luego de la negociación que pospuso un mes la aplicación de aranceles. Para la relación bilateral, quedan incógnitas y señales ominosas.
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Luego de que el sábado Donald Trump anunciara que impondría aranceles de 25% contra México, los presidentes de México y Estados Unidos tuvieron la mañana del lunes una llamada telefónica. Estos son algunos apuntes al respecto.

Si bien Claudia Sheinbaum parece haberse comportado como la “adulta en la habitación”, dándole a Donald Trump espacio para colgarse la medalla con los suyos (cosa inteligente y que contrasta con lo ocurrido en su primera llamada telefónica después del triunfo electoral de Trump, cuando este posteó que Sheinbaum se había comprometido a cerrar la frontera a la migración y ella salió de inmediato a contradecirlo, aunque eso es lo que México había venido haciendo los últimos meses), es evidente que ambos líderes iban a proclamar su victoria: Trump, argumentando que forzó a México a desplegar tropas en la frontera –algo que ya ocurrió en 2019, cuando el propio Trump formuló la misma amenaza y el entonces mandatario mexicano López Obrador dobló las manos y aceptó mantener a migrantes de otras naciones del lado mexicano de la frontera–; Sheinbaum sugiriendo que logró evitar, aunque sea temporalmente, la entrada en vigor de aranceles prevista para el 4 de febrero.

Más allá de si estamos o no viendo a ambos gobiernos jugar al bote pateado, lo cierto es que hay inconsistencias en lo que uno y otro postearon, que veremos cómo se saldan: Sheinbaum menciona el compromiso de Estados Unidos de detener el flujo de armas, cosa que Trump no hace. A la inversa, la aseveración de Trump de que las tropas mexicanas detendrán a migrantes no es mencionada por Sheinbaum. Y habrá que ver, con el paso de los días y semanas, si además del despliegue de la Guardia Nacional a la frontera, se dieron las concesiones que en materia migratoria persigue el gobierno de Trump: el acuerdo mexicano para volver a echar a andar el programa Quédate en México, un acuerdo de facto de Tercer país seguro, y recibir a nacionales de terceros países (sobre todo no latinoamericanos), como ya parece haber ocurrido la semana pasada en la frontera Arizona-Sonora con nacionales bangladesíes.

¿Quién salió avante? En realidad, las últimas 72 horas parecen una función de kabuki, la forma de teatro japonés que se caracteriza por su drama estilizado y el uso de maquillajes elaborados, en el cual la trama y la acción no se mueven demasiado en el escenario. Ambos presidentes están jugando declarativamente para sus audiencias domésticas. Pero es indudable que la relación bilateral sale perdiendo, entendida ésta como una relación que debe ser de mutuo provecho, sinérgica, con tracción estratégica, en la cual los problemas trasnacionales son confrontados por soluciones trasnacionales a través de un paradigma de responsabilidad compartida.

Aun si su aplicación ha sido pospuesta un mes, es previsible que los aranceles serán un arma que Trump esgrimirá cuantas veces lo desee durante los próximos cuatro años; una espada de Damocles sobre la cabeza de la relación. Además de la fluidez y volatilidad comercial y económica que generarán para los mercados, la amenaza de los aranceles revela, por un lado, la intención de Trump de vincular temáticamente temas disociados de la agenda bilateral, como comercio y migración, de paso contaminando la agenda en su conjunto. Por el otro, es probable que apueste a forzar, vía la amenaza de aranceles, la renegociación temprana del T-MEC, que podría derivarse eventual y potencialmente del proceso de revisión formal del tratado que tocaría en julio de 2026, y que solo prevé la renegociación si, después de la revisión, las partes –o una de ellas– deciden reabrir el texto.

Finalmente, el acuerdo entre los presidentes no resuelve el verdadero tema toral del decreto de Trump: la vinculación explícita del crimen organizado con el gobierno mexicano a través de la aseveración de que éste cobija a y está en alianza con el narcotráfico. Nunca en la historia moderna de la relación bilateral había formulado Washington una acusación de este calibre contra México. Ese es el verdadero nudo gordiano de todo esto. El que en sus cuentas en redes sociales Elon Musk, J.D. Vance y Marco Rubio hayan remachado esto a lo largo del fin de semana lo enmarca nítidamente. Son el proverbial cañonazo sobre la borda, pero usando un misil balístico intercontinental. Los “abrazos, no balazos” que  Andrés Manuel López Obrador repartió los últimos seis años le pasan hoy la factura a Claudia Sheinbaum. ~

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(Ciudad de México, 1963) es consultor internacional y embajador de México. Fue el embajador mexicano en Estados Unidos de 2007 a 2013.


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