Bruno Barbey, Steve McCurry y Raghu Rai pertenecen a la agencia Magnum y representan lo mejor de la fotografía de hoy. Este Portafolios es, al mismo tiempo, un recorrido por el mosaico vital de la India y un homenaje a Vislumbres de la India, el libro de Octavio Paz sobre la tierra de Buda y Gandhi.
Vislumbres de la India
Bombay, India, 1996.
Holgura para los representantes del estado de Maharmtra.
Arriba: Calcuta, India, 1996. Presencia del Partido Comunista en tiempos electorales.
Abajo: Punjab, India, 1996. Familia a favor de la independencia de Punjab.
L o primero que me sorprendió de la India, como a todos, fue su diversidad hecha de violentos contrastes: modernidad y arcaísmo, lujo y pobreza, sensualidad y ascetismo, incuria y eficacia, mansedumbre y violencia, pluralidad de castas y de lenguas, dioses y ritos, costumbres e ideas, ríos y desiertos, llanuras y montañas, ciudades y pueblecillos, la vida rural y la industrial a distancia de siglos en el tiempo y juntas en el espacio.
Pero la peculiaridad más notable y la que marca a la India no es de índole económica o política sino religiosa: la coexistencia del islam y el hinduismo.
La presencia del monoteísmo más extremo y riguroso frente al politeísmo más rico y matizado es, más que una paradoja histórica, una herida profunda. Entre el islam y el hinduismo no sólo hay oposición sino incompatibilidad.
La complejidad de la India no se agota con la división entre el islam y el hinduismo y con la profusión de comunidades, religiones y sectas que viven entre las dos grandes religiones.
Otro elemento que deja perplejo al observador es la institución de las castas. Es un fenómeno singular y en verdad único. Aunque tiene algunos parecidos en otros lugares y en otras épocas —por ejemplo, en la antigua Esparta—, en ningún lado ha alcanzado tal complejidad ni semejante longevidad.
Por lo que toca a la duración, bastará con decir que tiene más de dos mil años de existencia; en cuanto a la complejidad, me limito a señalar que hay más de tres mil castas, cada una con características propias, sus rituales y sus divinidades, sus reglas de parentesco y sus tabúes sexuales y alimenticios.
No menos complejos son los principios religiosos y éticos que las inspiran y las realidades étnicas, históricas y económicas a que responden.
Vislumbres de la India
Vislumbres de la India
La erótica hindú es muy antigua y, como puede verse en el Kamasutra y en otros textos, posee características que la distinguen tanto de la árabe y la china como de la europea. El otro polo de la licencia sexual es la castidad.
Con insuperable concisión dice el poeta Bhartrihari (¿siglo VII?):
¿Para qué toda esa hueca palabrería?
Sólo dos mundos valen la devoción de un hombre:
la juventud de una mujer de pechos generosos,
inflamada por el vino del ardiente deseo,
o la selva del anacoreta.— Textos tomados de:
Octavio Paz, Vislumbres de la India, Joaquín Mortiz, México, 1995.