Entre los culpables del Brexit no hay que olvidarnos de señalar a los tabloides

Quizá el Brexit sea la primera gran víctima del populismo político que ha seguido a  la crisis financiera y la austeridad.
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Se habla mucho en estos momentos de una clase trabajadora enfadada y mayoritariamente envejecida que ha utilizado el Brexit para vengarse de un establishment que solo le ha dado disgustos durante la última década. La campaña del Leave ha logrado canalizar eso en forma de ira hacia la Unión Europea, aunque en realidad tuvo muy poco que ver con Europa. La clave es preguntarse cómo ocurrió, y por qué no sucedió hace un año.

En las elecciones generales de 2015 el Partido Laborista subrayó la caída de los salarios reales en el Reino Unido y prometió más dinero para los servicios públicos. Fue derrotado: en aquel entonces no había un electorado enfadado que quisiera librarse del establishment. ¿Ese electorado se sentía apasionadamente preocupado por la inmigración europea? El United Kingdom Independence Party (UKIP) solo sacó un diputado.

En 2015 el electorado reeligió a David Cameron porque pensaba que los conservadores eran más competentes a la hora de dirigir la economía, y que Cameron sería mejor líder que Ed Miliband. En las últimas horas pudimos ver con claridad que esas dos creencias eran incorrectas, como algunos de nosotros dijimos entonces. Pero esa no puede ser toda la historia, porque el mismo líder con la misma competencia económica ha sufrido una grave derrota.

¿La gente acaba de votar a favor de los precios más elevados para la comida y el petróleo que producirá la depreciación de la libra esterlina? Por supuesto que no. Tampoco han votado a favor de una posible recesión. Sí han votado a favor de una inmigración más baja, pero solo en una pequeña minoría de casos porque no les gusten los inmigrantes. La gente pensaba que menos inmigración produciría un mejor Servicio Nacional de Salud (NHS), puestos de trabajo más seguros y salarios reales más elevados. Con el tiempo quizá puedan conseguir menos inmigración, pero, sin duda, no obtendrán un mejor NHS ni condiciones laborales sustancialmente mejores.

Es trágico que hayamos dejado la Unión Europea. Pero lo que es igualmente trágico es que la gente que ha votado a favor va a descubrir muy pronto que les han vendido gato por liebre. Les han engañado, y eso solo aumentará la desilusión y el desencanto con el sistema político. Por supuesto que deberíamos culpar a Boris Johnson, Nigel Farage y los demás: el Reino Unido ha pagado un precio muy alto por facilitar la ambición política. Por supuesto que deberíamos culpar a Cameron y Osborne por arriesgarse a convocar el referéndum y a alimentar la ira con la austeridad. Pero unos pocos políticos no son capaces de engañar de manera tan consistente al electorado. Para hacer eso necesitan controlar los medios de comunicar la información.

En 2015 defendí que mediamacro –que podría definirse como el conjunto de ideas sobre la macroeconmía que aparecen en los medios y que tienen poco que ver con lo que se enseña a los estudiantes de macroeconomía– había ganado las elecciones para Cameron y Osborne y prácticamente nadie lo tomó en serio. Solo un año después, la voz unida de los economistas ha sido desdeñada con éxito y etiquetada como Proyecto Miedo. No por la gente, sino por políticos que trabajaban codo con codo con la mayor parte de los tabloides y con medios audiovisuales obsesionados con el “equilibrio”. Los tabloides han preparado a sus lectores para el Brexit. Si algo bueno va a salir de esto, requerirá derrotar a la mayor parte de los tabloides y reducir su influencia para siempre. Y, teniendo en cuenta el poder de esos medios, esto solo puede hacerlo una oposición unida que esté dispuesta a cooperar en un esfuerzo para vencer a Johnson y Farage.

También hay aquí una gran advertencia para Estados Unidos. Clinton puede estar por delante, pero no hay subestimar el poder de los medios (que todavía le dan a Trump mucha más cobertura) para invertir la tendencia.

Quizá el Brexit sea la primera gran víctima del populismo político que ha seguido a  la crisis financiera y la austeridad. Ese populismo ha triunfado en el Reino Unido porque el establishment ha infravalorado su poder y no ha hecho nada para encarar el resentimiento del que se alimenta y la desinformación que lo hace prosperar. Ha sido lo bastante fuerte como para convertir una nación que tradicionalmente miraba hacia fuera en una nación que vuelve la espalda a sus vecinos. Los líderes y la gente de otros países no deberían cometer el mismo error que acaba de cometer el Reino Unido.

 

Traducción de Daniel Gascón

Este post se publicó originalmente en el blog mainly macro.

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Es profesor emérito de economía y fellow en el Merton College en la Universidad de Oxford. 


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