Jon Bilbao
Estrómboli
Madrid, Impedimenta, 2016, 272 pp.
“No comprendo por qué extraña razón debemos atribuir una sabiduría inmemorial y primigenia a los habitantes del Tíbet o Nepal y no hacer lo propio con un pastor de los montes de Albarracín.”
La cita pertenece a la contraportada del libro El budismo ¡vaya timo! de Miguel Ángel Álvarez González y he pensado que podríamos preguntarnos lo mismo sobre el cuento español comparándolo con el cuento estadounidense, que tiene más cabida que el cuento latinoamericano en España. Esto a propósito de Estrómboli, el nuevo libro de relatos de Jon Bilbao. Esto a propósito de las influencias inmediatas y más comunes que pueden detectarse en su narrativa breve. Esto a propósito de que “Crónica distanciada de mi último verano”, el relato que abre su nuevo libro, sucede en la misma geografía que sirvió a Carver para darle un relieve literario a la tragedia de la vida en los suburbios y al actual Daniel Woodrell para poner el foco sobre la violencia en los pueblos.
El relato atrapa desde un inicio como dictan los manuales canónicos del cuento gracias a una escena perturbadora: el protagonista sorprende a un motero oliendo las bragas de su novia en la lavandería. La acción sucede en Reno, ciudad donde su novia se encuentra terminando la tesis doctoral. Él, que se ha quedado sin trabajo, la acompaña creyendo que se trata de un periodo de transición y lleva una vida monótona y solitaria pues la chica se ha entregado a su labor académica como una obsesa. Pero, así como ella se obsesiona con la tesis, él hace lo mismo con el motero al caer en sus provocaciones, manteniendo el asunto en secreto, un dato que deja ver una grieta en la relación y alerta al lector sobre la situación real de la pareja, una de las virtudes de Bilbao, que sabe cómo llamar la atención sobre lo raro en lo cotidiano. Aunque eso no basta esta vez. Se nota la ausencia de una voz que nos diga que este relato no lo podía haber escrito nadie más, la gran diferencia entre un autor y una persona con inquietudes literarias que acude a un taller y ejecuta un ejercicio.
“El peso de tu hijo en oro” es un relato sobre la muerte, la amistad y la bondad. Aquí sí se nota el trabajo de un autor que pretende expresarse con voz propia pese a que la historia nos recuerda a aquella de Carver donde un niño muere y el pastelero a quien habían encargado una tarta para el cumpleaños del fallecido llama con insistencia para saber si alguien pasará a recogerla. La marca de Bilbao es el suspenso, sus atmósferas sofocan y cuando uno cree que ha adivinado cuál será la conducta de los personajes, de pronto se comportan no en sentido contrario a lo que se esperaba, sino con una actitud nueva, como es el caso del cojo, un hombre del que nadie sospecharía capaz de esos gestos de humanidad al empezar el relato.
Pero en el siguiente relato, “Siempre hay algo peor”, ocurre un diálogo que consigue el efecto contrario a crear tensión, la diluye. Una historia interesante acaba arruinada y con un final que lo deja a uno pensando si Bilbao no sabía cómo rematarla o si eligió aventurarse con un anticlímax. O, volviendo al asunto del título, quizás era el anuncio de lo que estaba por venir, porque “Una boda en invierno” es un relato coral que no se diferencia de un ejercicio bien resuelto, salvo por la última intervención, la de El hombre rubio, que cuenta la historia de sus pollos, algo tan tierno como macabro, esa mezcla tan compleja que un lector apreciaría encontrar en más páginas.
Hasta aquí lo que podría llamarse la primera parte de Estrómboli, la parte menos favorable al autor y la más decepcionante para los lectores atentos, porque en “Como en un idioma desconocido”, Bilbao no se limita a contar una historia con verosimilitud y evitando las grandes metáforas y los rodeos, consigue que uno forme parte de la plantilla de una central nuclear en Tarragona. No hay reparos, podría llamarlo incluso un relato magistral. Un ingeniero es enviado a una central nuclear y, a través de su extrañamiento al enfrentarse a un pequeño universo de rutina accidentada, se descubre un laboratorio de esa corrupción y prepotencia de la que somos testigos a diario en la realidad. Esta visión del mundo funciona como un certificado de calidad sobre el mundo laboral y sobre lo que puede dar la narrativa de Bilbao, esta vez para satisfacción de lectores que conocen sus méritos.
Estrómboli es un libro a medias y demuestra que una prosa cuidada no es una garantía. La extraña razón por la que seguimos atribuyendo una sabiduría inmemorial y primigenia a los habitantes del Tíbet está en sus páginas. Mientras, en Albarracín, los pastores siguen aprendiendo a transmitir sus conocimientos. ~