El M5S y los retos del populismo puro

El Movimiento 5 Estrellas ha sido el partido más votado en las elecciones italianas con un discurso populista que tendrá que concretar si quiere formar gobierno con otros partidos.
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La irrupción del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) en las elecciones de 2013 como el partido más votado rompió con la dinámica bipolar que había caracterizado la batalla electoral en Italia desde 1994. Y las elecciones celebradas el pasado domingo han vuelto a confirmar que el electorado italiano divide su voto, casi en igualdad de condiciones, entre el centro-derecha, el centro-izquierda y un tercer polo representado por el M5S. El polo del “populismo puro”, como lo ha llamado el profesor Marco Tarchi.

Ciertamente, no todo el mundo considera al M5S un movimiento populista. Algunos académicos sostienen que se trata de una definición equivocada. Sin embargo, merece la pena tener en cuenta la opinión del fundador del movimiento, el cómico Beppe Grillo. Su participación en el documental de la BBC After Brexit: The Battle for Europe, que analiza diversos movimientos populistas en Europa, resulta esclarecedora, pues al ser preguntado por la estima que le merece el término responde sentirse orgulloso de ser un populista.

Al hablar de populismo “puro” Marco Tarchi hace referencia a la capacidad del M5S para representar mejor que cualquier otro partido las características propias de esta ideología. Léase, un discurso dicotómico que divide la sociedad entre pueblo y élite, una posición crítica con la democracia representativa, y un posicionamiento posideológico que sitúa al movimiento más allá de la división clásica entre izquierda y derecha. Este último elemento resulta crucial para entender su diferencia con otras ofertas políticas populistas, pues también el líder de la Lega Matteo Salvini ha dicho sentirse cómodo con la etiqueta populista.

No puede negarse que la Lega ha explotado de manera intensa un registro populista. Sin embargo, a pesar del profundo proceso de transformación al que este partido ha sido sometido por Salvini, hasta convertir a la Lega en un Frente Nacional a la italiana, sigue siendo un partido cuyos cuadros, organización e historia tienen un pasado y pertenecen a una cultura política reconocible. A modo de ejemplo, estos días ya circula por internet una foto de un joven Salvini con una camiseta con la leyenda “Padania is not Italy”. Este hecho limita sobremanera la transversalidad de la Lega, más allá de que, como ocurre con el FN de Le Pen, el discurso contra la inmigración y el acento en la seguridad han cuajado con éxito en algunos grupos de población que antes votaban a partidos de la izquierda.

Muy al contrario, la falta de historia del M5S permite a sus líderes poner en juego un discurso que desafía todas las fronteras entre la derecha y la izquierda, sin que esta retórica choque contra una cultura política de partido heredada. Luigi Di Maio, el candidato del M5S a presidir el gobierno, se permitió decir en el programa de máxima audiencia Porta a Porta de la RAI que su movimiento recogía, a un tiempo, los valores de Berlinguer, líder del PCI, Almirante, figura histórica del MSI, y de la Democracia Cristiana. Esta posición, que desafía la división de la vida política en función de los esquemas de las ideologías clásicas, ha sido una constante en la trayectoria del movimiento.

En 2013, en uno de los artículos del blog de Beppe Grillo con mayor contenido doctrinal, titulado “El M5S no es de derechas ni de izquierdas”, el fundador del M5S señalaba que el objetivo principal del movimiento es liberar a la democracia de la servidumbre de los partidos y las ideologías a su servicio para devolver el poder a los ciudadanos a través del ejercicio de la democracia directa. Y en su primera intervención tras las elecciones del domingo Di Maio volvió a repetir la misma idea: el M5S es un movimiento posideológico que atiende a temas y problemas concretos.

Más allá del registro discursivo, merece la pena observar el éxito efectivo del M5S a la hora de convocar votantes de sensibilidades políticas opuestas. Los datos publicados por Ipsos y utilizados en el libro editado por el profesor Corbetta Come cambia il partito di Grillo (Il Mulino, 2017) ofrecen una foto fija del electorado del M5S en la antesala de las elecciones y demuestran que el partido se caracteriza por su absoluta transversalidad. Según esta investigación, los votantes del M5S que se consideran de extrema izquierda o extrema derecha no llegan al 5%. En torno al 32% de sus votantes se consideran de izquierda y centro-izquierda, mientras que algo más del 20% de los votantes se considera de derecha y centro-derecha. El grupo que se declara de centro representa un 16%, mientras que hay un 26% que rechaza ubicarse en el eje izquierda-derecha.

Hasta la fecha el M5S ha resuelto todas estas contradicciones poniendo en el centro de su discurso la promesa de terminar con la “casta”. Y el sueño antipolítico de acabar con la clase política profesional ha amortiguado el impacto de cualquier otra incoherencia del movimiento. Sin embargo, la divergencia ideológica de su electorado puede convertirse en un obstáculo difícil de sortear cuando el M5S tenga que elaborar una línea programática de gobierno coherente o justificar ante una parte de su electorado la colaboración con algún partido que sí tenga unas señas de identidad ideológicas bien definidas. Y el resultado de las elecciones, sin una mayoría clara, obligará al M5S a tomar partido o a volver a la oposición al sistema (desde el sistema) para mantener intacta su pureza. 

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Jorge del Palacio Martín es profesor de Historia del Pensamiento Político en la Universidad Rey Juan Carlos. Es coeditor de Geografía del populismo. Un viaje desde los orígenes del populismo hasta Trump. (Tecnos, 2017)


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