30 de agosto de 1968, Delhi
Querido Carlos:
Contesto, de prisa, a tus dos últimas cartas. Para describirte mi estado de ánimo, te contaré lo que me pasó esta mañana. Acababa de leer en el periódico que la policía había dispersado con tanques una manifestación de estudiantes en el Zócalo, cuando recibí una carta de Dore Ashton, que empieza con estas líneas: “Last night there were two photographs in The New York Times that broke my heart. One was a tank in Prague, the other was a tank in Chicago. Believe me, there was not the slightest way to tell them apart.”
((“Anoche había dos fotografías en el New York Times que me rompieron el corazón. En una, un tanque en Praga; en la otra, un tanque en Chicago. Créeme que no había modo de distinguirlos.”
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México, Praga, Chicago: una misma imagen, un mismo Tanque. Ahora sí somos realmente contemporáneos de todos los hombres.
((La oración “Somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres” cerraba El laberinto de la soledad en la primera edición (1950).
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Y no solo, como yo creía, por la quiebra universal de todas las ideologías y sistemas sino por la aparición del Tanque en todas las esquinas. […] ¿Qué pasa en la Gran Tenochtitlán? Sigo sin noticias directas y Le Monde no llega desde hace seis días –o se roban mi ejemplar en la agencia distribuidora–. A mi juicio se trata, por una parte, de una nueva manifestación de la crisis general del sistema mexicano, una crisis que se inició al final del régimen de Ruiz Cortines; por la otra, la rebelión universitaria mexicana es una expresión más de la rebelión juvenil mundial. Lo primero, dentro del contexto mexicano, es más importante. Si el gobierno fuese inteligente –pero no lo es– procedería desde ahora a realizar las reformas que faciliten el tránsito del sistema de partido único a la democracia burguesa. En cambio, si escoge el camino de la represión y la inmovilidad, acumulará dinamita y en el estallido la tendencia realmente revolucionaria (la segunda) vencerá a la reformista. Creo que muchos se han dado cuenta del doble aspecto del fenómeno y de ahí la actitud de Barros Sierra y de otros directores de facultades, profesores, etc. Pero yo soy pesimista, no a la larga sino en lo inmediato. Es casi imposible que el Establecimiento se decida a reformarse a sí mismo, ya que lo que las manifestaciones han revelado es la crisis de dos dogmas mexicanos: la autoridad del Señor Presidente y la inmortalidad del PRI. Los dos mitos del período posrevolucionario […]
[Al margen izquierdo] Sobre el mito del Señor Presidente: es un mito híbrido, sincretista. Una falsificación burocrática. El carisma del Señor Presidente heredado. Doble herencia, la tradicional del cacique prehispánico y el virrey colonial, y la moderna: el caudillo revolucionario. Este último es definitivo: el Señor Presidente gobierna en nombre de Carranza, Madero, Villa, Juárez, Santos Degollado, etc., pero efectivamente, en la realidad, los últimos gobiernos no son ya revolucionarios y ni siquiera reformistas. Sobre la inmortalidad del PRI: el acento está cargado (y cada día más) sobre lo institucional y no sobre lo revolucionario –es una inmortalidad conservadora o de conservación, momificante […]
Si yo pudiese, también aplazaría mi viaje. No puedo. En primer término, El Colegio Nacional: es una tribuna y un refugio que hay que conservar, sobre todo si los tiempos, como preveo, empeoran. En seguida: mi lío judicial. No sé si te conté que gané el primer round pero ahora el asunto ha pasado a la segunda y definitiva instancia.
((Se refiere a sus problemas con Elena Garro, que promovió un amparo contra el juicio de divorcio que se había realizado en 1960.
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Creo que volveré a ganar pero todo esto me perturba –es sórdido, pequeño, horrible como un águila enjaulada que vi hace muchos años en un pueblo–. Por último: desde hace más de un año tramito mi jubilación y espero poder concluir ahora ese latoso proceso. Ya no soporto más –no a la India, que amo, sino a la idea de servir a un gobierno, cualquier gobierno, sea el del Gran Mogol o el del Hijo del Cielo–. Buscaré un reacomodo, en la Universidad o en El Colegio de México. Y más que nada, me ocuparé de la revista. Ya te pondré al corriente de mis conversaciones y gestiones con [Arnaldo] Orfila y [Tomás] Segovia. ~
Fragmento del libro Octavio Paz en 1968: el año axial,
prefacio y compilación de Ángel Gilberto Adame,
que Taurus acaba de poner en circulación.