Por Edmond Park
De pantalones negros
y camiseta amarilla
(bajo la cual se adivinan
los pechos tiernos),
erguida
sobre
el columpio,
indiferente a los otros niños,
sola,
dándose impulso
a sí misma,
una vez en lo alto mira
sin pestañear
el vacío
que desafía en cada descenso
y airosa remonta
hacia la cima
creciente y fugaz
donde se empeña en tocar
con la planta de un pie
las hojas del roble enhiesto.
Subrepticia, llega la noche,
la cubre con su follaje
y me alejo del parque
pensando en ella,
deseando
que permanezca siempre intrépida
y nunca
la conviertan en Dafne. ~
Mutaciones
No sé si aún yo dormía
o estaba semidespierto
pero era un parque inmenso
cubierto de lápidas
convertidas en columpios.
Y los muertos se columpiaban
alborozados como niños
y las madres y nanas
a los pies de cada uno
pidiéndoles que se bajen
pues la cena ya estaba servida
en la mesa grande
para que comiéramos
todos juntos
tierra. ~
(Oruro, Bolivia, 1943) es poeta. Pre-Textos publicó en 2007 su libro 'Vitrales de la memoria'.