Durante las últimas semanas hemos observado la respuesta de los mercados bursátiles ante la devaluación del yuan. Si bien el declive del valor de la moneda china frente al dólar no es significativo en términos relativos –la devaluación acumulada es cercana al 5%-, la decisión del Banco Popular Chino (中國人民銀行), de liberar el tipo de cambio revela que la política económica, que ha dado al gigante asiático asombrosas tasas de crecimiento durante los últimos años, está llegando a un nivel de desgaste suficiente como para poder reventar el clima que ha propiciado su rápida, pero al parecer, insostenible expansión.
El boletín de prensa más reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI) que acompaña al detallado reporte sobre la economía China a agosto 2015, señala que este país pasa ahora mismo por un decrecimiento con pronósticos a la baja en inversión, principalmente en el sector de bienes raíces. Por otro lado, sus niveles de endeudamiento están alcanzando porcentajes equivalentes al 57% del producto interno bruto, que de no controlarse podrían, para 2020, alcanzar el 100% de su PIB.[1] Aún con un tipo de cambio fijo, la política monetaria china se había mantenido estática[2] gracias a las reducciones de sus tasas de interés que igualaban los bajos niveles de precios generales, una estrategia audaz pero también insostenible.
En los últimos años el crédito en China ha disminuido y, según el FMI, se observa una reconfiguración en el balance de su macroeconomía en la que resalta un mayor consumo en lugar de elevados índices de inversión. Durante los primeros siete meses del 2015, la inversión fija en China, que representa 52% de su PIB, creció al ritmo más lento observado desde el año 2000. El problema de fondo entonces no es si China decidió devaluar para hacer, en el corto plazo, más competitivas sus exportaciones, sino si podrá modificar rápidamente la estructura de su motor de desarrollo económico, de tal suerte que pueda seguir creciendo a tasas favorables, correspondientes al tamaño de su economía, basando su expansión en el consumo y no en la inversión.
Uno de los elementos clave para entender la apuesta del gobierno chino para impulsar el crecimiento económico desde el consumo es el mercado laboral. A la fecha, este mercado se ha mostrado resiliente a la desaceleración económica gracias a la política de control inflacionario (1.5% anual) y a la política industrial centralizada que enfatiza la generación de puestos de trabajo en el sector servicios, uno de los sectores de la economía más intensivos en mano de obra. De hecho, en el mismo reporte, el FMI confirma que actualmente se observan aumentos de la contribución del ingreso laboral al PIB chino. Sin embargo, aun cuando estamos ante las primeras etapas del reajuste, es posible vislumbrar la complejidad de generar rectificaciones veloces en los mercados laborales desde la visión planificadora del Estado.
Paul Krugman señala que para lograr este cambio estructural se requieren cambios legales importantes, por ejemplo, para apuntalar los mercados serán necesarias reformas que permitan la injerencia del libre mercado al momento de determinar tasas de interés y tipos de cambio y una reestructuración total del sistema fiscal y de seguridad social. Pero, la principal interrogante sigue siendo ¿cómo se financiará la economía china durante esta transición? A lo largo de las últimas décadas, esta economía se ha sostenido mediante el gasto en infraestructura a empresas paraestatales, financiándolo primero con deuda y luego con la compra de acciones inducida[3] por el gobierno. Ambas decisiones generaron una burbuja que empezó a desinflarse a principios de este año y que terminó por estallar en agosto con la devaluación del yuan.
Aunque México no se encuentra entre los principales receptores de dinero chino, en caso de que China entre en una profunda desaceleración[4] el efecto directo en Latinoamérica se observará en la disminución del valor de las exportaciones de materias primas de Brasil; seguido de afectaciones a los receptores de inversión directa china como Argentina, Brasil, Ecuador, Perú, Chile y Colombia. Sin embargo, cuando la crisis se convierta, como suelen convertirse, en una espiral de desconfianza posiblemente México será más enfático[5] sobre el comercio desleal y piratería china que desde hace años afecta nuestra economía.
[1]Como sucede en España, Irlanda eItalia. Un caso extremo es Grecia, cuya deuda es del 177%.
[2]En una economía de cambio fijo con relación al dólar (como era China hasta hace un mes), cuando el nivel de precios interno sube más que el nivel de precios de Estados Unidos, el país tiene que devaluar su moneda para igualar al menos la paridad de compra con Estados Unidos. Es decir, que su nivel de precios refleje en términos reales el valor de la canasta básica, y que esta tenga un valor proporcional en dólares. Eso sucede en términos teóricos, pero en China, dado que la economía está centralmente planificada, el gobierno pudo controlar el nivel de precios y las tasas de interés a niveles de casi cero. Esto hizo aguantar la economía por mucho tiempo sin devaluar. Pero la medida artificial es finita. Al llegar tan abajo en ambos niveles (precios y tasas de interés) ya no hay muchos mecanismos para sostener artificialmente la economía y solo queda el tipo de cambio como medida de ajuste del valor real de la economía, por lo que resulta necesario devaluar.
[3]Cuando el gobierno instruye a millones de chinos a comprar acciones de empresas estatales para “financiarlas” artificialmente. En las bolsas de valores “normales” las acciones se compran y se venden de acuerdo a la oferta y a la demanda, no porque el gobierno le diga al pueblo que tienen que comprar determinadas acciones.
[4]El término es relativo al tamaño de una economía. Por ejemplo, en 2009 la economía mexicana decreció a -6.5% y fue una “profunda desaceleración”. Como China está en niveles de crecimiento del 7%, una caída significativa, por el tamaño de su economía, podría ser bajar incluso a niveles de 5% de crecimiento. Aun cuando China registrara crecimiento positivo, por el tamaño de su población y economía, China enfrentaría dificultades para sacar adelante producción suficiente para dar puestos de trabajo a todos y contar con solvencia para inversión y gasto público.
[5]El caso de comercio desleal afecta seriamente al sector acerero mexicano. El sector lleva décadas denunciando el dumping chino. En este sexenio el gobierno mexicano ha tomado acciones estableciendo cuotas compensatorias. En materia de piratería es muy grave el contrabando de mercancías (ropa, medicinas, refacciones de autos, juguetes, cosméticos, electrónicos y videojuegos) que entran por barco a México y no cumplen con estándares legales de calidad ni con las leyes de propiedad intelectual.
Es investigadora de CIDAC en temas de desarrollo económico.