No salgan de sus cuartos, no cometan errores,
¿para qué los Marlboro, si fumas Delicados?
Tras la puerta, la dicha, sus gritos: lo insensato.
Salgan para ir al baño, y vuelvan de inmediato.
No salgan de sus cuartos, no enciendan los motores.
Porque afuera el espacio se hace de corredores
y acaba en contador. Si llega una juerguista,
lo mejor será echarla antes que se desvista.
No salgan de sus cuartos. Eviten un resfrío.
Silla y cuatro paredes: ¿qué mayor desafío?
¿Para qué ir a un lugar, y regresar cansado,
idéntico, de noche, pero más mutilado?
No salgan de sus cuartos. Y bailen bossa nova
con zapatos sin medias, en mitad de la alcoba
(sobre el cuerpo desnudo, un abrigo estrujado).
Has escrito mil cartas: una más, demasiado.
No salgan de sus cuartos. Permite que el vacío
suponga tu apariencia. De incógnito, confío,
ergo sum, como forma dentro de la sustancia.
Afuera solo hay té, afuera no está Francia.
No sean tontos, no salgan, no imiten a los otros.
No salgan de sus cuartos. Clausuren los armarios.
Sean pared y sean muebles. Atranquen bien las casas:
afuera Cronos, cosmos, eros, virus y razas. ~
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Versión de Ernesto Hernández Busto.