Algo más que cuentos

Leer cuentos en voz alta a los niños es una manera de iniciar al placer de la lectura, además de que es una manera de fomentar una relación de calidad con los niños.
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Tengo que confesar que esto de cumplir años no lo llevo nada mal. Cuantos más cumplo, mejor me lo paso, más libre me siento. Pero mentiría si dijera que no echo de menos cuando mis hijos eran pequeños y llegaba la hora del cuento. Comenzamos muy pronto, con los libros infantiles que entonces estaban de moda. Pero, poco a poco, me atreví con algo más. Los libros de mi infancia, los Cinco, Torres de Malory y en seguida Roald Dahl. Sin darnos cuenta, habíamos entrando en los clásicos. Mis hijos crecían y los libros de aventura, Verne, El Mago de Oz, La historia interminable dieron paso a Agatha Christie, la novela negra, la ciencia ficción. Con cada uno lecturas diferentes, según su edad y sus gustos. Aquella cita, sagrada, personal, era mucho más que un ritual para llamar al sueño. Era un momento de intimidad, en el que las palabras resonaban en el cuarto y nuestros cerebros se sincronizaban al ritmo de la lectura. De algún modo, no hacía otra cosa que rememorar aquellos tiempos, aún más lejanos, en los que esperaba despierta a mi padre para que se sentara al borde de mi cama y me leyera.

Intuitivamente, todos sabemos las ventajas que tiene que los adultos leamos en voz alta a los niños. Además de fomentar una relación de calidad con ellos, les iniciamos al placer de la lectura. Al escucharnos, les resulta más fácil mantenerse atentos, seguir la historia y acceder a tramas más complejas. De ahí que los buenos profesores siempre hayan leído en clase. Pero ¿puede ser algo más que una iniciativa de fomento de la lectura? En un contexto en el que nuestros niños y adolescentes cada vez entienden menos lo que leen (recordemos las tristes cifras que proporcionan pruebas como la de Pisa), una pregunta interesante es si leerles en voz alta puede ser un mecanismo eficaz para mejorar su competencia lectora. ¿Serían más competentes como lectores si les leyéramos más? Para tratar de contestar a esta pregunta, consideremos la lectura en sus distintos niveles: la lectura literal, la inferencial y el pensamiento crítico. En primer lugar, saber leer implica descodificar adecuadamente el mensaje. Para ello, es muy importante contar con el vocabulario suficiente. Y aquí es donde encontramos uno de los problemas de las generaciones más jóvenes, cuyo lexicón está mucho más desnutrido de lo deseable. ¿Leerles en voz alta conlleva que su lexicón sea más rico? Pues la verdad es que no todos los estudios han encontrado este efecto. Por lo que parece, la simple lectura en voz alta no implica que los jóvenes tengan más vocabulario. Hace falta algo más. En concreto, un estudio de Gómez y col. de 2017 encontró que el aumento depende de que se incida en el significado de las palabras nuevas. Esto es, no basta con leer, sino que tenemos que comentar lo leído. Podemos preguntarle: ¿entiendes esta palabra? Y explicársela, jugar con ella, relacionarla con otras ya conocidas que tengan la misma base, hacerla así accesible.

El segundo nivel de la competencia lectora es el inferencial. Los lectores competentes dan un significado coherente al texto, leen entre líneas, contextualizan, intuyen lo que no se dice literalmente. En este caso, la lectura en voz alta puede ser una gran aliada, siempre que el adulto sea un buen lector y ayude, con la entonación adecuada, a dar sentido al texto. La lectura en voz alta tiene su arte y su técnica. Es necesario aprender a modular la voz, leer despacio y dedicarle toda la atención e intención.

Por último, ser un lector competente implica ser capaz de evaluar lo leído, ser crítico. Y esta competencia también se debe fomentar de forma específica. Por eso la lectura no termina en sí misma, sino que transciende. Podemos hablar sobre lo leído después, comiendo en la mesa, mientras hacemos la cena o a la vuelta del parque. ¿Qué te está pareciendo la historia? ¿Qué te gustaría cambiar? ¿Cómo crees que terminará? ¿Con qué personaje te identificas? Esas conversaciones mantienen viva la trama y les acostumbra a valorar lo que leen, ser sujetos activos, críticos y no meros receptores de contenido.

Si tenéis niños cerca, leedles en voz alta, compartid tiempo y conversaciones sobre los libros. No hay mejor inversión a corto, medio y largo plazo.

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Mamen Horno (Madrid, 1973) es profesora de lingüística en la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación de referencia de la DGA
Psylex. En 2024 ha publicado el ensayo "Un cerebro lleno de palabras. Descubre cómo influye tu diccionario mental en lo que piensas y sientes" (Plataforma Editorial).


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