John Berger: defensa de lo arrasado

Un ensayo personal en memoria de John Berger, fallecido recientemente. Admirador de Ana Ajmatova y Konstantinos Kavafis, Berger no querรญa autocalificarse como poeta
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Nosotros contenemos poesรญa

como los trenes de mercancรญa del mundo

transportan ganado.

Pronto los regarรกn

en las vรญas muertas.

John Berger. Separaciรณn

Ella se sentaba en uno de los pupitres del fondo y solรญa mirarme con ternura cuando yo lanzaba, con el desparpajo de mi marxismo juvenil, alguna burda afirmaciรณn sobre los conflictos del mundo. Era, ciertamente, mi alumna predilecta. Mientras todos opinaban y discutรญan, ella solo callaba y sonreรญa. No tardรฉ mucho en enamorarme.

Solรญa leer en en el patio durante los recreos. Cada vez que la veรญa, ella pasaba con delicadeza las pรกginas de algรบn libro. Podรญa ser Mishima, Tolstรณi o Dostoievski. El dรญa en que por fin me atrevรญ a sentarme a su lado (al fin y al cabo ella tenรญa 17 y yo 22), tenรญa entre sus manos algo de John Berger. Nos miramos, intercambiamos algunas palabras y, finalmente, le preguntรฉ por el libro. Era Aquรญ nos vemos. Sus palabras fueron un dardo al corazรณn. Te lo regalo.โ€“dijo- Es amor poรฉtico.

En ese entonces, yo consideraba que la literatura era un โ€œvicio burguรฉsโ€. Un lujo de intelectuales reformistas que no comprendรญan que el รบnico sentido posible para la palabra era el de aportar a la revoluciรณn. Mis consideraciones sobre el arte tampoco eran mejores. Acaso podรญa repetir algunas frases inconexas del libraco de rigor para cualquier izquierdista: la Historia General de la Literatura y el Arte de Arnold Hauser. Y, quizรกs, con un poco mรกs de aplomo, podรญa citar algรบn texto de Pierre Daix, el biรณgrafo comunista de Picasso.

Berger, sin embargo, habรญa entrado por donde deben ingresar las cosas verdaderamente importantes: por un amor adolescente destinado al fracaso. Me conmoviรณ saber que รฉl tambiรฉn estaba en el bando de los perdedores.

Hijo de una soldado britรกnico judรญo convertido al cristianismo y de una militante por el sufragio femenino, Berger habรญa apostado por la causa de la izquierda. Era miembro del Partido Comunista de Gran Bretaรฑa y, con coherencia polรญtica, se mostraba  capaz de donar las ganancias de sus premios literarios a los Panteras Negras o a grupos feministas. Levantaba su voz por Palestina y condenaba la Guerra de Vietnam. ยฟPero era eso lo que debรญa importarme? O, mejor aรบn ยฟera ese el punto de partida?

No podรญa, entonces, despegarme de una lectura semejante. Hoy, mรกs de diez aรฑos despuรฉs de haber tomado Aquรญ nos vemos, puedo entrever mejor la esencia de su palabra. Su mirada estaba puesta en la derrota. En las tradiciones arrasadas y destruidas. Berger proponรญa una izquierda romรกntica que no renunciase a la poรฉtica y que no abonase, como tantas veces, al autoritarismo y al mal.

Hoy, solo unos dรญas despuรฉs de su muerte, sobran las palabras sobre su literatura, sus dibujos y su forma de entender el arte. Falta, sin embargo, la demostraciรณn de ese gesto de amor por lo perdido. Sin dudas, no puede entenderse G., su segunda novela, pero tampoco la trilogรญa De sus fatigas (Puerca tierra, Una vez en Europa  y Lila y Flag) sin ahondar en esa mirada luminosa sobre lo arrasado. ยฟNostalgia? Es posible. Pero tambiรฉn voluntad de recuperar los gestos y actos de amor que perviven en los que pierden.

Berger puso su mirada en los vencidos. Es cierto: ya hemos aprendido  que colocarse del lado de la derrota no supone, necesariamente, ubicarse del lado del โ€œbienโ€. La historia demuestra que el romanticismo puede ser tambiรฉn un aliado de autoritarismos y costumbres arcaicas. Sin embargo, la actitud de buscar la mirada del derrotado implica un gesto necesario para enfrentar al poder. No es extraรฑo, en ese sentido, que Berger haya sido influido por perdedores del propio bando de los perdedores. Hombres como Brecht, Camus y Benjamin.  O como George Orwell, el socialista romรกntico y sentimental que decidiรณ militar en el POUM durante la guerra civil espaรฑola, y que supervisรณ sus primeros escritos en el periรณdico Tribune.

En buena medida, Ways of seeing, el famoso documental que lo catapultรณ a la fama pรบblica, operรณ como crรญtica de las miradas dominantes. Era un arma arrojadiza contra el entonces popular programa Civilization de Kenneth Clark, que reconstruรญa la historia del arte con un doble sentido elitista y populista. Con una extraรฑa combinaciรณn de delirio y lucidez, Berger presentรณ โ€“ siempre bajo el manto de una bizarra camisa  โ€“ una nueva manera de mirar: tomรณ a Benjamin por la espalda, lo abrazรณ, y nos entregรณ un ojo democratizado y consciente de que la forma en la que lo posamos, depende tambiรฉn de aquello que se nos entrega. โ€œCon este programa, como con todos los programas, recibes imรกgenes dispuestas de cierta manera. Espero que tengas en consideraciรณn lo que yo he dispuesto aquรญ, pero hazlo con escepticismoโ€decรญa Berger en la emisiรณn.

Ahora, al evocar a John Berger, pienso que quizรกs รฉl era el perro de la calle que retratรณ en su novela King. El animal que deambula por una nueva civilizaciรณn que destruye lazos y amores. Es el perro que sobrevive entre el caos y la publicidad, y la compra y la venta. El desvalido que siente que algo sobrevive: el amor de quienes son rechazados. โ€œLas mejores voces del hombre son siempre las de los perdedoresโ€ – dice King.

Las Fotocopias, los ensayos de Cada vez que decimos adiรณs y El tamaรฑo de una bolsa, y los poemas de Pรกginas de la herida, apuntan en esa direcciรณn. Su aprecio por las costumbres y los lazos campesinos se dirigen hacia allรญ.

Pese a todo, Berger no querรญa autocalificarse como poeta. Admirador de Ana Ajmatova y Konstantinos Kavafis โ€“ otra vez, dos observadores con ojos de derrotaโ€“ consideraba que โ€œcuando se dice es poeta se describe una cualidad que incluye el valor y la sinceridad. Decir soy poeta equivale un poco a decir soy inolvidable o soy sincero. Mejor dejar que juzguen los otros.โ€

El mundo en el que vivimos, cargado de odios y de crรญmenes, merece una respuesta desde la poesรญa. Su forma, su estรฉtica y su potencia abren un espacio de incertidumbre y de magia que linda con la oraciรณn y el mundo de lo sensible. Esa es, evidentemente, una potente propuesta polรญtica, tal como  Berger lo entendiรณ de esa manera en su ensayo Sueรฑo:

Durante los siglos XVIII y XIX, la mayorรญa de las protestas mรกs directas en contra de la injusticia social se hacรญan en prosa. Eran discursos lรณgicos escritos con el convencimiento de que, llegado el momento, el mundo volverรญa a entrar en razรณn, y de que, al fin y al cabo, รฉsta estรก del lado de la historia. Hoy esto no estรก tan claro. No hay nada que garantice ese final. No es muy probable que una era futura de felicidad universal vaya a redimir el sufrimiento del presente y del pasado. El mal es una realidad constante, difรญcil de erradicar. Todo esto significa que la resoluciรณn, el aceptar el sentido que hemos de darle a la vida, no puede quedar aplazada por mรกs tiempo. No podemos fiarnos del futuro. El momento de la verdad es ahora. Y cada vez mรกs, serรก la poesรญa, y no la prosa, la receptora de esta verdad. La prosa es mucho mรกs confiada que la poesรญa; รฉsta habla a la herida inmediata.

Vivimos entre heridas inmediatas. No estamos seguros de que esas heridas puedan repararse. Una mirada de este tipo puede ser condenada, a priori, por melancรณlica y pueril. La ternura y el amor no gozan de prestigio. Pero a travรฉs de ella pueden producirse revoluciones y estallidos. Pueden hermanarse la adolescencia y la ferocidad, la individualidad y el respeto, la vida en comuniรณn y la necesaria paz.

La poesรญa vive en nosotros. Esa es, como decรญa Berger, su verdadera potencia polรญtica. Quizรกs perdamos pero, aรบn asรญ, habremos ganado.

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Mariano Schuster es periodista. Es editor en la revista Nueva Sociedad (Fundaciรณn Friedrich Ebert), en el periรณdico argentino La Vanguardia y en Panamรก Revista. Ha colaborado en Le Monde Diplomatique, Open Democracy e International Politics and Society, entre otras publicaciones.


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