De entre todos, Sacks

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Me resulta muy difícil elegir solo un libro de entre todos los que nos dejó Oliver Sacks. ¿Cómo olvidar, por ejemplo, Musicofilia o su conmovedor En movimiento? Pero puestos a elegir uno, escogería su famoso El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. ¿Por qué? Pues porque las historias que contiene además de enriquecerme y emocionarme, me permitieron, más que ningún otro texto que trate del cerebro de los que he leído, comprender cuántas potenciales ocultas alberga ese “almacén” de neuronas que tenemos en nuestra cabeza. En todos los libros de Sacks, es cierto, aparecen esas habilidades, pero El hombre que confundió a su mujer con un sombrero fue el primero de sus libros que leí, y por eso, seguramente, me dejó una huella más profunda. Espero no olvidar nunca el caso de los gemelos que describió en uno de los capítulos. Aquellos gemelos, que entonces tenían veintiséis años, llevaban internados en instituciones desde los siete y eran considerados autistas, psicóticos o gravemente retardados. Sacks descubrió que poseían unas habilidades matemáticas extraordinarias y que una vez identificadas estas era posible penetrar en su mundo, comunicarse con ellos. Sin leerlo ahora, recuerdo bien la escena en la que describía su sorpresa cuando vio que los hermanos, habitualmente encerrados en sí mismos, se sumergieron en un diálogo numérico: uno decía un número de seis cifras y el otro lo escuchaba, feliz, y al poco respondía con otro número igual de largo. Sacks regresó a su casa y finalmente se dio cuenta de que los números en cuestión, que había anotado, eran primos. Buscó un libro que tuviese una tabla de números primos, y esperó la ocasión de que se estableciese un nuevo diálogo entre los gemelos. Cuando esto ocurrió, miró en su tabla e intervino en la conversación diciendo en alto un número primo. Los gemelos se sorprendieron al escucharlo, pero reaccionaron permitiendo que Sacks se sumase al diálogo, él ayudado por su tabla.

¿Qué consecuencias extraigo de esa historia? La primera, que es posible encontrar, al menos en algunos casos, vías de entrada a los mundos cerrados de a los que con demasiada facilidad denominamos “enfermos mentales”. ¿No será que lo que ocurre es que esas personas sufren las consecuencias –terribles, sin duda– de que en ellas se manifiestan en todo su poder potencias ocultas del cerebro humano? ¿Potencias que en los demás, las personas “normales”, están disminuidas en beneficio de nuestra salud psíquica? En el caso de los gemelos, el “potencial oculto” era una capacidad de cálculo de alguna manera “intuitiva”. Me recuerda al matemático indio Srinivasa Ramanujan (1887-1920), que era capaz de “ver”, no demostrar, relaciones matemáticas muy complejas, que luego otros matemáticos, como G. H. Hardy, demostraron que eran ciertas. ¿Qué es la matemática? ¿Qué relación tiene con el cerebro humano, con su estructura?

En su admirable estilo, Sacks caracterizó a los gemelos con las siguientes palabras: “No son calculadores, y su enfoque de los números es icónico, conjuran extrañas escenas de números, habitan en ellas; vagan libremente por grandes pasajes de números; crean, dramatúrgicamente, todo un mundo constituido por números.” ~

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