Si hay una lecciรณn colectiva que hemos aprendido de la pandemia de covid-19, puede ser la dificultad de estar aislados en casa, solos o con otros miembros de la familia o compaรฑeros de piso. Las tensiones propias de la cuarentena incluyeron rutinas mundanas que se volvรญan estrujantes, hรกbitos personales hipostasiados y paisajes que se vuelven demasiado familiares (la estufa, el espejo del baรฑo, ese รกrbol en la calle, cambiando mientras nada cambiaba). Como escribiรณ Amanda Mull en The Atlantic, despuรฉs de trabajar desde casa durante un aรฑo, su “papel tapiz comenzรณ a ponerse amarillo“. Los humanos no solemos prosperar cuando el espacio se nos viene encima, y puede llevarnos al borde de la locura.
He estado pensando en este problema en relaciรณn a SpaceX y sus rรกpidos avances a lo largo de la pandemia, incluido el reciente lanzamiento y aterrizaje exitoso de su cohete mรกs grande, el Starship. Se trata de un prototipo de la nave que Elon Musk pretende llevar a la Luna, a Marte y, eventualmente, mรกs allรก. En “modo tripulaciรณn” podrรก transportar hasta 100 pasajeros. Como informรณ Marina Koren para The Atlantic, Musk parece estar mucho mรกs cerca de su objetivo de convertir a los humanos en “una especie multiplanetaria”. Si hubo algo vagamente catรกrtico o incluso inspirador en el tenaz impulso de Musk para perfeccionar su nave espacial, especialmente durante la pandemia, puede haber sido la fantasรญa de tener mรกs espacio, mรกs allรก de las limitaciones de la Tierra, que se sintieron tan fuertemente en 2020.
Sin embargo, una paradoja asoma en el corazรณn de SpaceX.
Antes de que lleve pasajeros al espacio, SpaceX planea ofrecer “transporte Tierra a Tierra“. Serรญan viajes ridรญculamente rรกpidos alrededor del planeta, por ejemplo, de Londres a Nueva York en media hora. La idea es lanzar el cohete con pasajeros por encima de la atmรณsfera de la Tierra, acelerar alrededor del orbe y aterrizar rรกpidamente en el destino elegido. Como presume el sitio web de SpaceX, “imagine que la mayorรญa de los viajes tarden menos de 30 minutos, con acceso a cualquier parte del mundo en una hora o menos”. (Por supuesto, esto de “en cualquier parte del mundo” se refiere en realidad a los grandes centros urbanos que tengan una plataforma de aterrizaje y equipos apropiados para dar servicio al cohete, pero dejaremos pasar esta hipรฉrbole.)
Si se lograra a escala comercial, esto alterarรญa significativamente la industria de la aviaciรณn, o al menos serรญa una disrupciรณn masiva para las aerolรญneas que dependen en gran medida de los vuelos de larga distancia. Ninguna otra aerolรญnea o fabricante de aviones estรก desarrollando actualmente un modo de transporte similar. Una compaรฑรญa llamada Boom fue noticia recientemente por su intento de resucitar los vuelos comerciales supersรณnicos, con un aviรณn que recuerda al Concorde, pero para viajeros con presupuesto limitado. Pero, de materializarse, los vuelos del Starship de SpaceX harรญan que lo supersรณnico se sienta tan lento como una locomotora de vapor.
Naturalmente, la lรณgica detrรกs de esta bรบsqueda por acelerar los vuelos largos es que es bien sabido que a las personas no les gusta estar en aviones abarrotados por mรกs de una hora. Cuanto menos tiempo, mejor. La historia de la aviaciรณn comercial ha sido una carrera para acortar el tiempo que transcurre desde el origen hasta el destino y hacer mรกs eficientes todos los pasos intermedios. Aรบn asรญ, ciertas cosas no se pueden solucionar. A nadie le gusta un retraso en la pista o un vuelo largo con un compaรฑero de asiento molesto o lleno de turbulencias. Cuando estรกs sentado en un aviรณn, el tiempo se alarga y juega con tu mente.
Aquรญ es donde entra la paradoja. La misma nave espacial que promete viajes mรกs rรกpidos alrededor del planeta, eliminando esos incรณmodos vuelos de cinco, diez o quince horas, es tambiรฉn el repositorio al que aspirarรญan los pasajeros que Musk llevarรญa a Marte. En otras palabras, el fin รบltimo de la cabina de Starship no es servir para viajes de “menos de una hora”, sino para viajes de varios meses. Si le temes a la furia aรฉrea en un corto vuelo de Las Vegas a San Diego, espรฉrate a que tus compaรฑeros de asiento estรฉn junto a ti por semanas, en medio del negro vacรญo espacial. En su descripciรณn del interior de estas naves, SpaceX dice que tienen “cabinas privadas, amplias รกreas comunes, almacenamiento centralizado, refugios para tormentas solares y una galerรญa de observaciรณn”. Puesto asรญ, no suena tan mal. Pero no hay forma de eludir la cruda realidad del confinamiento durante perรญodos largos. Es probable que esas amplias รกreas comunes se hagan mรกs chicas entre mรกs tiempo dure el viaje.
Luego estรก el tema del sueรฑo. Entre 2007 y 2011, la Agencia Espacial Europea trabajรณ con Rusia para simular las condiciones de un viaje a Marte, particularmente como un experimento de aislamiento psicolรณgico. La parte mรกs larga de este estudio, llamado Mars500, se llevรณ a cabo entre 2010 y 2011, y revelรณ una degradaciรณn significativa de los patrones del sueรฑo de los exploradores en el simulacro. En los grandes aviones de pasajeros, un asiento de primera clase puede brindar comodidad (e incluso lujo) durante un vuelo nocturno, pero estos paliativos ergonรณmicos no serรกn tan sencillos en una travesรญa de un aรฑo. Se supone que el viaje a Marte serรก una aventura valiente y atrevida, pero ยฟquรฉ tal si termina por sentirse mรกs como un vuelo demasiado largo?
Durante aรฑos, Musk ha comparado sus cohetes con aviones de pasajeros, utilizando los tamaรฑos y la potencia de los Boeing 737 y 747 como puntos de referencia para sus cohetes. Estas comparaciones circulan en las redes sociales, haciendo que las naves de SpaceX sean mรกs fรกciles de entender y suenen mรกs impresionantes. Pero las analogรญas son reveladoras. Por mucho que el objetivo sea reducir el tiempo que uno pasa sintiรฉndose atrapado en una estrecha cabina, el resultado final serรก mรกs tiempo asรญ. Y seamos honestos: un habitรกculo en Marte no va a ser mucho mรกs espacioso que el interior de la nave.
El sueรฑo de viajar al espacio implica tocar nuevos horizontes y el sentimiento ilimitado de libertad (la exploraciรณn, el descubrimiento, la expansiรณn de la humanidad), pero una pesadilla acecha en los lรญmites de ese sueรฑo. No habrรก un autรฉntico momento de “llegada” en este viaje soรฑado: habrรก recintos y cรกmaras presurizadas hasta el final. En los viajes espaciales tripulados, el destino es en realidad el viaje. Y el viaje serรก largo y claustrofรณbico. Hablando de โcuarentenaโ, los viajes espaciales le resultarรกn familiares a quienes vivieron la pandemia de covid-19, y ciertas tรกcticas de supervivencia pueden cruzarse.
Musk quiere enviar humanos a Marte (y al mรกs allรก) porque cree que, tarde o temprano, la especie estarรก condenada en la Tierra. Esta sombrรญa evaluaciรณn descansa en dos presuposiciones inquietantes: que las masas miserables se marchitarรกn en un planeta incendiado por el cambio climรกtico y ecolรณgicamente daรฑado y que, mientras tanto, los elegidos para el viaje espacial se encontrarรกn en un purgatorio completamente nuevo de estrecho aislamiento, durante el camino y donde sea que โaterricenโ.
La imagen soรฑada de los habitรกculos en otros planetas pinta entornos simulados que se sienten tan bien, si no mejor, que nuestro planeta de origen. La realidad estรก destinada a ser precaria y altamente contingente, sin importar cuรกn impresionantes e impolutos se ven los asentamientos espaciales en las representaciones artรญsticas. La motivaciรณn para viajar por el espacio se basa, al menos para Musk, en el deseo de escapar de un planeta en el limbo, pero la alternativa no es un refugio seguro. Esta es la paradoja de viajar por el espacio: es una propuesta perder-perder.
Como ha encontrado la antropรณloga Lisa Messeri en su investigaciรณn sobre cientรญficos planetarios, las ideas de habitar el espacio exterior pueden revertirse a la necesidad de darle sentido a nuestro lugar en la Tierra. Esto no es necesariamente algo malo. De hecho, uno de los argumentos a favor de la exploraciรณn espacial es mejorar la vida en casa. Sin embargo, a medida que SpaceX se acerca al momento de enviar humanos mรกs allรก de la estaciรณn espacial, mรกs allรก de la luna, vale la pena detenerse a considerar las implicaciones reales de estos esfuerzos. Ya estamos viajando por el espacio, en el sentido literal del tรฉrmino. Ya sabemos quรฉ se siente estar hacinados en cรกmaras o habitaciones estrechas y, en general, no nos gusta. Y conforme la pandemia retrocede gradualmente (esperemos), nuestra interconexiรณn con nuestra propia especie y con otras formas de vida se ha tornado vรญvida. Las aventuras y los desafรญos de la navegaciรณn espacial estรกn ante nuestros ojos, en el suelo giratorio en el que ya habitamos.
Este artรญculo es publicado gracias a una colaboraciรณn de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es profesor distinguido de inglรฉs en la Loyola University New Orleans y autor de seis libros sobre viajes aรฉreos, literatura y conciencia medioambiental. Su nuevo libro, Fly-Fishing, saldrรก a la venta en marzo.