Es muy difรญcil no ver que El cisne negro (Black Swan, 2010) de Darren Aronofsky es una colecciรณn de lugares comunes. Es todavรญa mรกs difรญcil no ver que en esta pelรญcula no sรณlo la paleta de Aronofsky se ha reducido a la despampanante obviedad del blanco y el negro sino que su pincel, que nunca fue muy delicado, se le ha vuelto de plano brocha gorda. Un resumen rapidรญsimo: Nina Sayers (Natalie Portman), una bailarina con problemas alimenticios –come poco y vomita lo que come–, debe interpretar el papel de Odette/Odile en una nueva puesta del Lago de los cisnes de Tchaikovski. Segรบn nos dice insistentemente el grosero director del montaje, Thomas LeRoy (Vincent Cassel), a Nina le sobra tรฉcnica pero le falta pasiรณn: mucho cisne blanco, nada de cisne negro. Thomas insiste en que Nina debe “vivir un poco”. La cรกmara entonces la seguirรก hasta los abismos de sรญ misma –bรกsicamente una borrachera, un ligue y una tacha– donde la joven habrรก de extirparse de blancura.
Darren Aronofsky ha dicho que concibiรณ su pelรญcula como una exploraciรณn del tema del doppelgรคnger, ese otro yo que camina a nuestro lado y que tantas obras maestras ha propiciado en todas las artes –para no ir mรกs lejos: El lago de los cisnes de Tchaikovski. Lรกstima que Aronofsky no conoce otro camino que el de la suprema obviedad. Por supuesto que desde la primera secuencia Nina, vestida de blanco y rosa, verรก a su otro yo en el metro, vestida de negro y gris. (No es ella misma sino la bailarina desparpajada y bellรญsima Lily, llegada a Nueva York en busca del papel de la reina cisne.) Por supuesto que durante toda la pelรญcula el espejo y el reflejo desobediente serรกn motivos constantes (la primera vez que su reflejo no sigue a Nina es muy inquietante, la segunda un tanto previsible, la tercera rutinario; ya no me acuerdo que sentรญ la cuarta, quinta y sexta). Por supuesto que el blanco y el negro serรกn los paupรฉrrimos lรญmites que definen la “estrategia” visual de Aronofsky: negra la oficina del malรฉvolo Thomas, blancos los muรฑequitos de peluche de la infantil Nina, blanquinegro el encuadre que nos muestra la lucha interna de nuestra compungida heroรญna:
Como esa imagen, casi todo en El cisne negro es literal. Tambiรฉn lo es la batalla que Nina tendrรก que luchar contra sรญ misma: primero se encuentra con su doble bajo un andamio ominoso, mรกs tarde su otro yo intenta ahogarla, despuรฉs asfixiarla, luego atacarla con un arma punzocortante…
Tambiรฉn la caracterizaciรณn de los personajes es de una obviedad lamentable. (O de risa loca, segรบn el humor del espectador.) Nina, cisne blanco en su vida real, estarรก dominada por el blanco con pรกtina rosita; Lily trae hasta liguero negro: no se nos vaya a olvidar que es un sรบcubo venido a despertar la negritud de los instintos; pero la palme d’or tendrรญan que dรกrsela a la caracterizaciรณn de Vincent Cassel como el director prima donna Thomas LeRoy. Thomas tiene exactamente todos los tics de su arquetipo: es conflictivo, es apasionado, es capaz de destruir a su protagonista con tal de sacarle un buen performance; grita y amenaza; es zalamero y tentรณn. Sus mรฉtodos son siempre dudosos: “Vive un poco”, le insiste a Nina, por ejemplo, “¡mastรบrbate!” Estรก por encima del mundo. Es tan pero tan lugar comรบn que Los Simpson lo parodiaron por adelantado en 1992. El episodio es Un tranvรญa llamado Marge, y el director prima donna es Llewelyn Sinclair (interpretado con delirio feliz por Jon Lovitz):
Ya dije arriba que todo esto es una lรกstima. Lo es, tambiรฉn, por el compromiso de Natalie Portman, cuyo trabajo fรญsico es espectacular; por Barbara Hershey en el papel de su madre, un replanteamiento de la madre de la pianista de Michael Haneke y la madre de Carrie; por el encuentro final de Nina y su antecesora, y los diez minutos subsecuentes, que se resuelven como cine de horror histรฉrico; y por esa secuencia en que Nina, encerrada en un baรฑo pรบblico, le da la noticia a su madre de que ha obtenido el papel de reina cisne. La delicadeza de esa secuencia estรก absolutamente fuera de lugar.
Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)