Escena de (Revolución, cumple tu promesa) Amor rojo, de Dora García.

Feministas al ataque en Suiza

Una película mexicana está entre el puñado de cintas documentales femeninas y feministas que fueron reconocidas en la última edición del festival Visions du Réel.
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Ernesto Diezmartínez

Todos los años desde el lejano 1969, la ciudad suiza de Nyon se convierte por poco más de una semana en el centro neurálgico del inabarcable cine de no ficción, cuando se realiza ahí el festival especializado en cine documental Visions du Réel. Su más reciente edición cerró el pasado 21 de abril con un palmarés que reconoció con una mención especial a la única película mexicana en competencia, (Revolución, cumple tu promesa) Amor rojo (México-España-Noruega-Bélgica, 2024), dirigida por la artista visual española Dora García y presentada en la sección Burning Lights. El premio a este filme experimental fue uno entre varios reconocimientos que obtuvieron un puñado de cintas documentales femeninas y feministas provenientes de varias partes del mundo.

Entre lo que pude ver, la más lograda de todas esas películas femeninas/feministas fue Les miennes (Bélgica-Francia, 2024), dirigida por Samira El Mouzghibati, cinta que obtuvo el premio Zonta, dedicado a la mejor cineasta debutante del festival y, además, el FIPRESCI que otorga un jurado de críticos de cine.

La joven directora Samira es la hija menor en una familia belga de origen marroquí conformada por una madre musulmana muy devota, un padre liberal occidentalizado, y cinco ingobernables hermanas que la propia Samira define al inicio del documental: “Fatiha se casó muy joven y no la conocí mucho”, “Karima fue como mi segunda mamá”, “Saisa es mi hermana locochona”, “Saliha es tres años mayor que yo y mi cómplice”. Cierto día, Samira reúne a toda la familia con el fin de discutir y hablar de asuntos que no suelen tratar jamás: “todo sea para no ir con el psicológico o con el imam”.

Este será el inicio de un conmovedor viaje al pasado familiar y un provocador análisis del difícil presente en el que Samira explora su relación con sus cuatro hermanas y de ellas con su madre. En un viaje al pueblo natal de la mamá, en Marruecos, la señora finalmente empieza a hablar de ella misma, de su lejana infancia, de sus padres, de sus decisiones de vida y de qué quiere para sus cinco hijas, todas ellas, en mayor o en menor medida, en estado latente o abierto de rebeldía. Les miennes es una buena prueba de que incluso la más manida de las fórmulas –en este caso, el documental  familar ombliguista– se puede hacer bien cuando hay sensibilidad y talento.

Otra historia de emancipación femenina es la que cuenta Valentina e i MUOStri (Italia-Suiza, 2024), tercer largometraje –aunque primero en solitario– de Francesca Scalisi, filme ganador del premio especial del jurado en la competencia nacional suiza.

Valentina es una muchacha de 27 años que vive con sus padres en Niscemi, un pequeño pueblo al interior de Sicilia, y los MUOStri del título no son exactamente monstruos sino las MUOS, el acrónimo de unas enormes antenas parabólicas que ha colocado el ejército estadounidense en Sicilia, imponiéndose sobre el idílico paisaje rural. Sirven para recibir y enviar mensajes del ejército gringo y son fundamentales para seguir de cerca los misiles que van de un lado a otro entre Rusia y Ucrania. Valentina y sus padres viven a unos cuantos kilómetros de estas invasoras antenas, a las que los habitantes del pueblo se han opuesto infructuosamente.

Valentina tiene una hermana mayor que hace tiempo salió del pueblo para convertirse en maestra de escuela y un futuro que parece no solo muy lejano sino francamente imposible, pues la muchacha no tiene estudios profesionales y su padre, un chofer con licencia para ser instructor de manejo, ha sido obligado a retirarse por problemas de salud, probablemente agravados por las ondas magnéticas de las MUOS, que interfieren con el buen funcionamiento de su marcapasos. Valentina está obligada, pues, a navegar a sus papás, pero también otea el horizonte y sueña con otra vida. Una historia muy personal y cotidiana que, como Les miennes, termina siendo, al final de cuentas, universal.

Única película mexicana en competencia, (Revolución, cumple tu promesa) Amor rojo nos presenta una rebelión más franca y directa. El filme de Dora García parte de una serie de libros y ensayos de Aleksandra Kollontáï (1872-1952), una escritora y feminista rusa que fue embajadora soviética en el México de los años 20. Las ideas de Kollontai se escuchan, a través de la voz en off de Lilian Cuervo, mientras estas reflexiones sociales, culturales y políticas escritas hace un siglo se intercalan con las luchas feministas contemporáneas en nuestro país, con las ruidosas manifestaciones en la Ciudad de México, con las discusiones de las que somos testigos en algún colectivo lésbico-trans y hasta con un performance de “La bruja de Texcoco”, quien ya fue la protagonista de un cortometraje homónimo de 2019 dirigido por Cecilia Villaverde y Alejandro Paredes.

El filme de García puede entenderse como la extensión natural de Amor rojo, una exposición y tres videoinstalaciones que la artista presentó el año pasado en el Laboratorio Arte Alameda de la Ciudad de México, precisamente centrada en Aleksandra Kollontáiy. En este sentido, acaso el origen experimental del proyecto hace que la cinta pierda cohesión narrativa en algunos momentos, especialmente hacia el final. En todo caso, lo que nunca pierde es su desafiante consistencia ideológica.

En lo personal, me pareció más lograda otra película mexicana que no se presentó en competencia en Visions du Réel, pero sí estuvo disponible para su revisión en el Film Market del festival. Me refiero a Juntas somos fuertes (México, 2024), ópera prima de Tania Claudia Castillo, que tiene la ventaja de centrarse en una sola figura femenina/feminista, la irrefrenable “machorra” María de Lourdes Castro Godoy, mejor conocida como Yan Castro. La susodicha Yan salió del clóset lésbico en 1980 y en televisión nacional, al dar una entrevista en medio de una marcha gay, ante el horror y la vergüenza de su familia burguesa y conservadora, con la cual terminaría cortando todo lazo de unión.  

Juntas somos fuertes es una emotiva y emocionante crónica existencial de esta carismática mujer, una auténtica pionera activista lésbico/feminista que ha visto cómo su tenaz lucha de varias décadas ha dado frutos, aunque falten muchas batallas más, como se puede ver ante los exabruptos ultraconservadores que suele soltar a diario un sector de nuestra clase política y el nutrido mocherío que la apoya. Ojalá que muy pronto se pueda ver este documental en México: Yan Castro merece que la (re)conozcan en todas partes, en todos lados. ~

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(Culiacán, Sinaloa, 1966) es crítico de cine desde hace más de 30 años. Es parte de la Escuela de Humanidades y Educación del Tec de Monterrey.


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