Exilio y deriva

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Despuรฉs de una primera pelรญcula, Todas las canciones hablan de mรญ (2010), que ya mostraba tendencia a la logomaquia y tenรญa, sobre todo al final, brotes de gran encanto adolescente, Jonรกs Trueba guardรณ un silencio y se hizo mayor con Los ilusos (2013), que no se estrenรณ en cines comerciales. De la tercera, Los exiliados romรกnticos, se ha subrayado su filiaciรณn rohmeriana, que el director no ha negado, por elegancia mรกs que por modestia, aunque sin mostrar mucho convencimiento, y con razรณn: Rohmer asoma (menos, a mi juicio, de lo que Godard lo hacรญa en Los ilusos), pero hay tambiรฉn otra nouvelle vague, Rivette, y Eustache, en su cine, como la viene habiendo en la filmografรญa de tantos cineastas de todas las latitudes nacidos a partir de 1970. En otro orden de influjos, mientras veรญa con una enorme felicidad Los exiliados romรกnticos, tuve el pรกlpito de que podรญa haber mรกs franceses en la genealogรญa de su autor, y sobre todo uno, Guy Debord.

El cine del mรกs joven de los cineastas Trueba no es radical como el de algunos miembros de la Internacional Situacionista, ni se puede entender que su notable gusto por la cita, tanto literaria como fรญlmica, sea una vicisitud del dรฉtournement o “reapropiaciรณn” que tanto preconizaba Debord, inductor y maรฎtre ร  penser del movimiento. Piense Jonรกs en รฉl o no, lo haya leรญdo o no, el viaje de los tres amigos que se relata en Los exiliados romรกnticos parece una “deriva” al modo en que el situacionismo, a partir del texto “Teorรญa de la deriva”, publicado por Debord en 1956, la proponรญa, alejรกndose del precedente deambulatorio de estricto programa irracional llevado a cabo por los surrealistas. La deriva “situacionista” es lo contrario, pues se caracteriza, segรบn escribiรณ el propio Debord en el citado ensayo, “por un estilo de vida libre e, incluso, por ciertas diversiones consideradas dudosas”, asociadas a un desapego que hace a sus ejecutantes marginales o apรกtridas. Y asรญ son los tres amigos, Vito, Luis y Francesco, que en el arranque de Los exiliados romรกnticos emprenden un viaje a Francia en una furgoneta desvencijada, divirtiรฉndose a veces dudosamente, con la libertad de los desamparados, pero llevados los tres –es el leve suspense que se desvela poco a poco– por una finalidad muy alejada de las exaltadas aunque cerebrales bรบsquedas pulsionales que Andrรฉ Breton y Louis Aragon se marcaban al azar de las calles de Parรญs, en pos de sus magas soรฑadas. Los exiliados de Trueba son romรกnticos, es decir, ingenuos, y conocen los tres sus objetivos sentimentales, que van apareciendo, en una gradaciรณn acertadรญsima de tono y tempo, en las figuras de las chicas que aman, recelan o pretenden, Renata, Isabelle y Vahina. Las tres carnales, y dos muy locuaces.

Pelรญcula “basada mรกs en ciertos ideales que en hechos reales”, como dice el burlรณn cartel de los crรฉditos finales, uno de los logros que la singularizan es su mezcla de lo improvisado (lo aportado por la realidad ambiental, los accidentes y las ocurrencias in situ) y lo ideal, no solo motor del viaje sino del filme, de su luminosidad especial, festiva en exteriores y cรกlida sin empalago (en un excelente trabajo de Santiago Racaj), y su planificaciรณn, que favorece las tomas largas, frontales, y los planos secuencia. En su aparente desestructura, Los exiliados romรกnticos se articula tambiรฉn en tres encuentros ligados a las tres mujeres antes nombradas, y todo lo que sucede (poco siempre) y se habla (en abundancia) en torno a ellas, o con ellas, acaba por dar al relato trepidaciรณn y substancia, elementos, aquรญ inesperados, de las mejores historias. Con una deliciosa, y no sabemos si tambiรฉn deliberada determinaciรณn: la ligereza de lo mostrado es tal y la duraciรณn del filme tan reducida (recuerda la de las comedias sintรฉticas del Hollywood de los aรฑos 1930), que el desenlace en el lago de Annecy deja dos sensaciones contrapuestas, ninguna de las dos desagradable. La primera es que Los exiliados romรกnticos solo se podรญa acabar asรญ, en “lo abierto”, con sus personajes distantes de la cรกmara, despegados del propio relato e independientes de su hacedor cinematogrรกfico, insolentes con รฉl quizรก; pero a la vez, y es la segunda sensaciรณn, se impone la gana de seguirles mรกs lejos, a un nuevo lugar de Francia o en un regreso a lo que imaginamos que ha de pasar en su ciudad de origen, o allรญ mismo sorprendernos.

Jonรกs Trueba ha dicho en una entrevista publicada recientemente en los cuadernos de cine Caimรกn que Todas las canciones hablan de mรญ “era una pelรญcula de guion escrito, Los ilusos es un filme de guion en montaje, y esta es una pelรญcula de guion en rodaje”. La declaraciรณn resulta plausible, e inquietante. Dado que varios de los actores de Los exiliados romรกnticos tambiรฉn protagonizaban Los ilusos, que explora de manera mรกs acartonada y redicha lo que en la รบltima resulta fluido e inconsรบtil, habrรญa que preguntarse por dรณnde irรก el cine futuro del joven guionista y director madrileรฑo. ¿Tendrรกn siempre que acompaรฑarle intรฉrpretes tan naturalmente dotados como Isabelle Stoffel, Francesco Carril y Renata Antonante, sus mejores cรณmplices y en este caso, por lo visto y oรญdo, inventivos coautores? ¿Estarรกn todos dispuestos a compartir sus andanzas y sus vericuetos? La inquietud se disipa cuando uno revisa la pelรญcula en la memoria; la cena grupal, numerosa de elenco, en la casa parisina de Jim Haynes, funciona estupendamente, en torno al eje de Isabelle Stoffel, y de la limitaciรณn expresiva de Vito Sanz y Vahina Giocante, el director, sentรกndolos diez minutos sin cortar el plano en una terraza de los Jardines de Luxemburgo, obtiene un resultado de poderosa y elegante emotividad. Nos gustarรก en cualquier caso, estรฉn ellos o no ante la cรกmara, saber si escenas de una belleza tersa como la de la conversaciรณn ante el parapeto de piedra en que Renata y Francesco hablan de los cuentos de Natalia Ginzburg, o la posterior en la cocina, en que ambos retoman el diรกlogo, las citas combinadas y el presentimiento de una crisis, algรบn dรญa las interpretarรกn otros y nos seducirรกn igual. Entonces Jonรกs Trueba habrรก dejado tal vez de ser iluso, o exiliado, siendo de desear que no por ello abandone su deriva. ~

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Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


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