La ciudad de un asesino en serie

Chicago a travรฉs de la brutal Henry: Portrait of a Serial Killer
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Corte transversal de la rutina de un asesino en Chicago, Henry: Portrait of a Serial Killer (Henry: retrato de un asesino, John McNaughton, 1988) pone como pretexto la llegada de Becky (Tracy Arnold) a la casa de Otis (Tom Towles), que es tambiรฉn la casa del protagonista (Michael Rooker). Ambos se conocieron en la cรกrcel, donde Henry alguna vez le confesรณ haber asesinado a su madre con un bat. Becky, que ha llegado a Chicago con los nervios rotos, escapando de su marido loco y en busca de fortuna, no tarda en sentir interรฉs por Henry, quien la acepta con mรกs recato que felicidad e incluso la protege del incestuoso Otis. Henry — macho alfa desviado; astucia en desperdicio; uno de los tantรญsimos hijos del Satanรกs de Milton — convence a Otis de salir a buscar vรญctimas de noche: por ocio, porque sรญ, porque si no lo haces ellos lo harรกn contigo.

La Chicago de Henry: retrato de un asesino es una ciudad intercambiable. Esa chicago deberรญa escribirse asรญ, sin mayรบscula, como se escribe cualquier sustantivo comรบn. Sus edificios y casas; sus locales, callejones y suburbios no son representativos. El turismo, que es la diferencia, la unicidad, ha desaparecido de los proyectos de esa ciudad: es un territorio despojado. Demos un rรกpido paseo por esas calles:


Y es que la mano de John McNaughton jamรกs se permite ser vencido por, digamos, la nostalgia ante la cual De Palma se habรญa dejado seducir y que jamรกs subvierte en Los intocables (estrenada en 1987, un aรฑo antes que Henry). Aquella era una nostalgia por el cine de gรกngsters, por El acorazado Potempkin, por la misma Chicago, orgullosa de su revival neoclรกsico.

Henry tampoco se deja chantajear por la buena onda pintoresca de los barrios clasemedieros de Alta fidelidad (Stephen Frears, 2000). Las Chicagos de Los intocables y Alta fidelidad parecen salidas de un trรญptico de la Secretarรญa de Turismo: ahรญ estรกn su arquitectura, su fresca escena musical, su final sonrisa —irรณnica o no. Los intereses de Henry, la pelรญcula, estรกn mรกs bien en los ojos de Henry, su personaje principal. Le interesa, por ejemplo, la mujer, y en especial aquella que cumple los requisitos de la belleza y la soledad. Esta mujer es un objeto intercambiable, una vรญa para satisfacer caprichos y antojos de la muerte.

El suspenso de la pelรญcula (acaso el รบnico) radica en la supervivencia de Becky, quien juguetea alrededor de Henry sin conocer su naturaleza. En el fondo, la discusiรณn no gira alrededor de la incorrecciรณn polรญtica de la mujer como objeto, sino de la misantropรญa, pues el ser humano mismo es tambiรฉn intercambiable ante esa fuerza que es Henry, heraldo negro de la ya de por sรญ oscura Chicago.

Esa Cualquier Ciudad es un campo de caza. Henry, ave de rapiรฑa o serpiente, amenaza siempre y sobrevuela o se arrastra sin trabas porque no hay nadie que vigile. Sin la solitariamente abierta Chicago, esto no serรญa posible. Guiรณn y cรกmaras le guiรฑan a menudo a la posibilidad de que esto se parezca mรกs a la persecuciรณn sin fin de un asesino, en cuyo camino encontramos cuerpos regados: Chicago es la tumba de todos ellos. El ojo que observa casi anรณnimo a travรฉs del medallรณn del Buick color aceituna es uno de esos guiรฑos: repasa con ferocidad contenida calles, bares y mujeres. La ciudad, cuando no es una plasta oscura con ocasionales destellos de faros, luce vulnerable.

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Pero Henry existe porque nadie lo impide. Mรกs que la violencia — que existe en la medida en que Henry la perpetรบa, mรกs en sus mรกrgenes que en los de la ciudad — lo que impera en Chicago es la impunidad en su estado mรกs puro: el silencio, la ceguera; la libertad absoluta del asesino. Como dijimos, el รบnico suspenso de Henry radica en la supervivencia de Becky, y no en la captura de Henry: nada, en ningรบn momento nos indica que รฉl pueda ser arrestado. Para que un suspenso sea posible dentro de la narrativa de la pelรญcula tiene que haber al menos una pista —Henry no la posee, asรญ que el suspenso de que lo capturen es nuestra imaginaciรณn. En esta Cualquier Ciudad nadie acusa porque, o estรกn muertos, o no saben del peligro.

Henry es menos un homenaje a la tradiciรณn del cine negro (de Chicago o de cualquier otro lugar) que una exacerbaciรณn de las cualidades de ese estilo (que no gรฉnero): literalmente oscura, la pelรญcula se desenvuelve en una ciudad tan bien iluminada como un lote baldรญo. Es fatalista y cรญnica: el suspenso que la sostiene se desmorona en un par de minutos (disculparรกn el spoiler) y sucede con desvergonzada naturalidad. Nadie le importa a nadie en Chicago.

Esta profunda soledad inspira un poco de horror y otro tanto de respeto. Se parece mucho a una iglesia gรณtica en la noche, poblada por quiรฉn sabe quรฉ silenciosos acechantes. Esta atmรณsfera es culpa de Chicago, que se parece mucho a Escape de Nueva York (John Carpenter, 1981): ambas ciudades han prescindido del inรบtil bagaje de la historia y viven en un estado posterior a la sofisticaciรณn: hay lenguaje y tecnologรญa, pero su objeto estรก hueco. El oxรญgeno no tardarรก en desaparecer.

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¿Quiรฉnes habitan la Chicago de Henry? Naturalmente: un papaloy universitario y drogadicto, un parole officer medio desentendido, algunas prostitutas. Jamรกs hay prejuicio contra ellos: sus profesiones o su nivel de compromiso importan en la medida en que refuerzan ese pequeรฑo universo sin oportunidades; pero lo que mรกs preocupa es la soledad en la que estรกn sumergidos. Porque, de hecho, no son los รบnicos pobladores: los primeros minutos de la pelรญcula muestran a una mesera, a una mujer casada, a un joven y su papรก jugando americano visto desde la moralidad, ninguno de ellos estรก condenado y, sin embargo, parecen atrapados en esa telaraรฑa que es Chicago. Asรญ que aquรญ no hay gente menos protegida: todos estรกn solos. Una familia entera no sirve de nada, salvo para darse amor, y el amor, ademรกs de que no sirve para nada, jamรกs aparecerรก plenamente en la pantalla.

 


Para trivia


Michael Rooker, intรฉrprete de Henry, tiene un pequeรฑo papel en LA Takedown, primera versiรณn para tele de Heat (Fuego contra fuego), de Michael Mann. A su vez, Tom Towles, quien interpreta a Otis en Henry, es el lรญder de la banda de narcotraficantes arios en la adaptaciรณn al cine de Miami Vice, tambiรฉn a cargo de Michael Mann. Tanto รฉl como McNaughton y Towles son de Chicago; Rooker es de Alabama, pero estudiรณ en Chicago. Coincidencias o no, el pretexto sirve para conectar una cualidad: tanto McNaughton como Mann son directores de la oscuridad. Aunque el primero es mรกs primitivo – y seguramente contaba con menos recursos – el mรฉtodo parece el mismo: exprimir sin compasiรณn los objetivos de la cรกmara, reventar el grano; solo si es necesario, iluminar, pero con naturalidad. Y que la noche se encargue del resto.

 

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