La pelรญcula se inicia con unas imรกgenes borrosas, movidas, de incierto sentido y sonoridad hiriente. ยฟImรกgenes de un sueรฑo, de un mensaje electrรณnico descompuesto, de un sรกdico amateur que ha colgado en la red sus desahogos? Enseguida empieza la acciรณn propiamente dicha de En el valle de Elah, y la realidad diurna plantea de inmediato, con una admirable economรญa narrativa, la cuestiรณn dramรกtica: un soldado destinado en Iraq y ahora de permiso en su base norteamericana ha desaparecido del campamento, y sus mandos informan al padre, Hank Deerfield (Tommy Lee Jones), de este hecho, que pone en peligro el historial del muchacho. Hank, policรญa militar retirado y antiguo combatiente en Vietnam, empieza la bรบsqueda de su hijo, y tambiรฉn de inmediato sabrรก el espectador que la pelรญcula de Paul Haggis (el guionista de los รบltimos films de Clint Eastwood, el director de Crash) pertenece a esa categorรญa o mini-gรฉnero muy americano del quest movie, que en su vertiente paterno-religiosa dio una obra magistral con Un mundo oculto (Hardcore) de Paul Schrader, y en la paterno-polรญtica la muy efectiva y elocuente Missing, de Costa-Gavras. En el valle de Elah incorpora elementos de ambas, pero su propuesta es decididamente moral: como las recientes Leones por corderos de Robert Redford y Redacted de Brian de Palma, indaga en los humores y secreciones de la guerra de Iraq, y lo hace utilizando como instrumento quirรบrgico el soporte de una tecnologรญa de lo privado.
Pero serรญa muy superficial ver en la notable Redacted y en la percutiente cinta aquรญ comentada de Haggis una mera โdigitalizaciรณnโ sentimental del conflicto bรฉlico. Desde la primera guerra de Iraq somos espectadores de un casi ininterrumpido directo de los actos de bombardeo indiscriminado y aniquilaciรณn de los inocentes, y como miembros de una sociedad del espectรกculo juzgamos inevitablemente la calidad del acontecimiento que se nos sirve en las pantallas, por mucha repugnancia o dolor que nuestra conciencia sufra en simultรกneo. Haggis (y tambiรฉn, con una mayor aparatosidad casi operรญstica, Brian de Palma) usa como correlato el crucial aunque defectuoso material informรกtico que el padre ha rescatado de la cรกmara personal de su hijo, lo sitรบa en el centro del whodunnit que la pelรญcula tambiรฉn es, pero, de modo enormemente enriquecedor, lo va convirtiendo en metรกfora de una podredumbre generada en el tejido humano de los invasores: una mancha o virus contaminante que la propia ocupaciรณn anglo-americana de Iraq ha extendido entre sus tropas, provocando, permitiendo y silenciando los modos de tortura, crimen o violaciรณn a los que los soldados ocupantes se han habituado en el transcurso de la guerra; otra evidencia que igualmente conocemos los espectadores a travรฉs de los reportajes periodรญsticos y televisivos sobre Abu Ghraib y demรกs escenarios del horror militar norteamericano.
Las filmaciones caseras del hijo (muerto cerca de su campamento en misteriosas y muy macabras circunstancias, y esto se revela pronto) serรกn muy lenta y trabajosamente recompuestas por un experto en informรกtica, quien se las va poco a poco enviando al padre; del mismo modo, el guionista y director de En el valle de Elah desbroza la espesura de la conspiraciรณn, la mentira y los encubrimientos con los que tanto el ejรฉrcito estadounidense como la policรญa local intentan ocultar el crimen del joven soldado Deerfield. La operaciรณn sanitaria es en ambos casos incompleta e insatisfactoria; Hank sabrรก al fin lo que pasรณ en Iraq y lo que le ocurriรณ a su hijo la noche de su desapariciรณn y asesinato, pero asรญ como el cadรกver del joven ha sido ya mancillado, desmembrado y borrado con fuego, los purulentos abscesos del cuerpo del ejรฉrcito mรกs poderoso del universo impiden la identificaciรณn patriรณtica y el sentido de pertenencia a una sociedad que ha callado ante tal aberraciรณn.
El personaje interpretado con sobriedad y hondura por Lee Jones (al que acompaรฑa, en una mรกs breve pero memorable prestaciรณn Susan Sarandon, como la madre del soldado) va mostrando la incredulidad, el desencanto, la ira que tantos americanos de buena fe han experimentado al comprobar el fraude de ley de la campaรฑa iraquรญ emprendida por Bush y Blair. Y, muy en la tradiciรณn del cine de โhรฉroes solitariosโ de Hollywood, la acciรณn individual de Hank Deerfield no llega a ser regeneradora sino meramente romรกntica: en el rotundo y un tanto enfรกtico desenlace de En el valle de Elah, el veterano de Vietnam iza la bandera de su paรญs invertida, รบnico antรญdoto que se le ocurre para la enfermedad moral detectada. ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).