En 2009, antes de acabar con Antes del anochecer (Before Midnight) su trilogรญa de la pareja Cรฉline/Jesse, Richard Linklater realizรณ Me and Orson Welles, inรฉdita en Espaรฑa. Es una interesante comedia fallida en la que el protagonista Richard, un alumno de secundaria aspirante a actor, conoce casualmente –antes de que el joven pero ya eminente Orson Welles se cruce en su vida– a Gretta, una muchacha que toca el piano en una tienda de mรบsica y sueรฑa con ser escritora. Personaje menor pero significativo de esta comedia de romance y disparate centrada en el histรณrico montaje teatral del Julio Cรฉsar de Shakespeare que Welles dirigiรณ e interpretรณ en Nueva York en 1937, Gretta solo interviene en tres escenas de la pelรญcula pero en todas habla como un orรกculo; al salir de la tienda de discos e instrumentos, y antes de despedirse de Richard, Gretta dice: “Serรญa una gran escena de un cuento magnรญfico, dos personas que se conocen asรญ [como ellos dos], y nada mรกs.” Dรญas despuรฉs, reunidos de nuevo por azar ante una urna griega del Metropolitan, Gretta le cuenta a Richard que ha escrito un relato sobre una chica que va al museo porque estรก triste. “¿Y quรฉ pasa entonces?”, le pregunta รฉl. “No pasa nada. […] ¿Por quรฉ todo ha de tener mucho argumento?”
Linklater es un director muy prolรญfico, cambiante y desigual, y entre sus cerca de veinte largometrajes hay historias de mucha peripecia. A mรญ, como a Gretta, me seduce (a veces) el arte de la nada, y en particular la naderรญa de este cineasta nacido en Houston, hecha de palabras, ya que tanto la trilogรญa como Boyhood son pelรญculas en que los personajes no viven grandes pasiones ni sufren tragedias pero no paran de hablar. A la vez que iba filmando, entre 1995 y 2013, siempre con Ethan Hawke y Julie Delpy, los tres befores (Before Sunrise, Before Sunset y Before Midnight), se ignoraba la existencia de su otro ambicioso proyecto sobre el curso temporal y sentimental de unos actores/coautores a quienes se convoca intermitentemente, se les sigue, se les imponen tramas leves que a menudo surgen de ellos mismos, mientras la cรกmara capta, sin figuras de estilo ni alardes de montaje, la media verdad de esa mentira novelesca. Y a los dieciocho aรฑos del dรบo amoroso formado por la francesa Cรฉline y el norteamericano Jesse, que en la รบltima de las tres entregas, Before Midnight, tenรญa momentos de suma belleza y sublime naturalidad (en un largo paseo por el campo, durante una comida con un parafraseado Patrick Leigh-Fermor interpretado por el anciano camarรณgrafo Walter Lassally), se suman ahora los doce, desde que tiene seis hasta que cumple los dieciocho, del joven Mason en Boyhood, una obra maestra de control dramรกtico, de construcciรณn, de tempo, de elegancia narrativa.
Mรกs que originalidad (es evidente el modelo que Linklater ha tenido en la cabeza, las cinco pelรญculas de Truffaut con el personaje de Antoine Doinel encarnado por Jean-Pierre Lรฉaud), Boyhood aporta el valor de su riesgo, siendo sin embargo una pelรญcula de lรญnea clara, sin aparato ni programa teรณrico, y de ubicaciรณn muy ceรฑida al paisaje urbano, suburbial, del estado de Texas, en contraste con el marco cosmopolita e internacional de la citada trilogรญa. Los peligros eran obvios: los protagonistas ineludibles podรญan haber fallecido, o no estar disponibles en los 39 dรญas de rodaje salteados a lo largo de esos doce aรฑos de intermitencia, o haberle fallado al realizador, en el caso de los mรกs jรณvenes, por incompetencia o inconstancia. No ha sido asรญ. La suerte recompensรณ la tenacidad y la ocurrencia de Linklater y, junto a la solvencia ya probada de Ethan Hawke y Patricia Arquette, que componen sin fisuras sus personajes de cantamaรฑanas bohemio y un poco antisistema y madre sensata que solo encuentra maridos insensatos, la seducciรณn y el encanto que destila el filme se basa en los dos hermanos, Mason (Ellar Coltrane) y Samantha (Lorelei Linklater, hija del cineasta), cuyo transcurrir en la pantalla era impredecible, pues pasa de la niรฑez a la primera juventud. Coltrane le confiere a su Mason densidad, silencios significativos, mirada y rostro que da gusto mirar, pero mi impresiรณn es que si la pelรญcula se hubiera fijado en el crecimiento de Samantha como protagonista, la hija de Linklater tambiรฉn habrรญa dado pie a una girlhood femenina apasionante: su imitaciรณn musical en el dormitorio para enredar a su hermanito, la despedida burlonamente solemne de la primera casa de la que se mudan, sus desplantes al padrastro alcohรณlico, configuran una personalidad y seรฑalan a una actriz dotada para el humor y la contenciรณn patรฉtica.
Superadas en la filmaciรณn las inclemencias del tiempo, el tiempo permanece como el motor y principio definitivo de Boyhood; tambiรฉn como su personaje ausente soterradamente presente. A la novedad de una temporalidad sin truca se aรฑade el indudable morbo de saber que allรญ no hay envejecimientos postizos ni maquillajes o Photoshop. Olivia, la madre, engorda y adelgaza sin duda al margen de los requerimientos del guiรณn, el joven galรกn Hawke pierde la galanura a ojos vistas, y el acnรฉ de los dos hermanos y el garbo enflaquecido de Mason responden solo al sino de la naturaleza y esconden un agradable suspense fisiolรณgico.
Ahora bien, Boyhood no es un documental sobre un paraje humano que el objetivo y la mente de un director se limitan a reflejar. El argumento es trivial, por no decir trillado: divorcios, matrimonios, colegios, mudanzas, estrechez econรณmica, sueรฑos, amigos pesados, iniciaciones al sexo y las drogas. La vida misma tratada artรญsticamente como si el arte no la transformara, y la รบnica mutaciรณn fuese la naturalidad del crecer, del engordar, del arrugarse, afearse o rejuvenecer; del cambiar de ideas generales y de gustos musicales. Apariencia de un filme cuya marca estilรญstica en low key no deberรญa engaรฑar. Un ejemplo de su potente antibanalidad son las elipsis, que apenas se dejan notar porque dependen no de un aviso capitular o una numeraciรณn sino del ver que los niรฑos han dado un estirรณn o tienen mรกs granitos que en el plano anterior. Ese callado pero elocuente flujo de las cosas visibles se extiende asimismo al trasfondo social: la campaรฑa pro-Obama, el vecino confederado, la guerras extranjeras del exmilitar, el trabajo de los inmigrantes ilegales (aunque la reapariciรณn del latino redimido por el consejo de Olivia es una mancha de sentimentalidad edificante en una pelรญcula tan imperturbable en la descripciรณn de las vidas corrientes). Y un รบltimo valor, propio de un artista de fuste: al acabar los 165 minutos de metraje, nos quedan ganas de saber cรณmo serรกn Samantha y Mason a los cuarenta, si tan independientes y tan soรฑadores y tan articulados en su expresiรณn como lo son mientras pasan de la escuela primaria a la universidad. Y si tambiรฉn en esa madurez nada luctuoso o traumรกtico les ha ocurrido. ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).