Riviera Maya Film Festival, día 4

 El cuarto día en el RMFF: Kim Ki-Duk, Takashi Miike y Julien Maury.
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El día cuatro comenzó con la proyección de Arirang, la más reciente cinta de Kim Ki-Duk; por azares del destino, no pude asistir a esa proyección y no me arrepentí: los comentarios sobre el trabajo del director que pasó algunos años con un durísimo bloqueo creativo no fueron nada favorables: hubo críticos de años que incluso tuvieron que abandonar la sala ante lo que se veía en pantalla. Un desastre.

Desastrosa también resulta Trishna, de Michael Winterbottom, una de las más esperadas cintas del festival. La fama precede al británico, director de cintas destacadas como 24 Hour Party People o Welcome to Sarajevo (el ritmo de trabajo de Winterbottom llega a ser delirante, con años en los que estrena dos cintas; anualmente estrena una por obligación).Basada en una novela de Thomas Hardy, pero ambientada en un contexto indio, Trishna cuenta la historia de la chica homónima, hija de un pobre campesino de Rajasthan que, después de un accidente en automóvil con su padre, comienza a trabajar para Jay Singh, un joven empresario y heredero de una cadena de hoteles. Lo que inicialmente parece un cuento de hadas, con el correr del tiempo se convierte en una historia de maltrato, violencia y machismo. Técnicamente impecable, con un estilo visual bien definido, la cinta padece serios problemas de guión que no permiten que despegue nunca; las inverosímiles situaciones e infinitos cabos sueltos opacan el interesante trabajo actoral de Freida Pinto, estrella india en ascenso que ya pudimos ver enSlumdog Millionaire, You Will Met a Tall Dark Stranger y Rise of the Planet of the Apes. Un pequeño tropiezo en una prometedora carrera.

Mucho más interesante resulta 13 asesinos, de Takashi Miike. Pese a que la sala experimentó problemas con el proyector, interrumpiendo en tres ocasiones la cinta (lo que provocó que se cancelara la función, repuesta al día siguiente a eso de las once de la noche), el filme atrapaba en cada momento que se reanudaba la proyección; varios de los asistentes a la primera función asistieron, pese a la hora, a la reposición de la cinta. Uno de los dos trabajos de Miike exhibidos en el Riviera Maya Film Festival (el otro fue Ninja Kids!!!), 13 asesinos es un remake de un viejo clásico japonés; Miike le insufle vida y un nuevo aliento al crear una cinta de poco más de dos horas de puro cine: la historia sigue a los trece asesinos del título, trece samuráis que son convocados para derrotar a Matsudaira Naritsugu, un joven shogun que aprovecha su posición de poder para matar, violar y torturar. Miike va construyendo la primera mitad de la cinta con paciencia, presentando a los personajes y su viaje con minucia; no podría haber mejor preparación para la deslumbrante batalla de 50 minutos de duración que conforma la segunda parte del filme. Una auténtica lección acerca de cómo filmar escenas de acción que varios cineastas occidentales podrían tomar como rasero de calidad.

También vi Los Últimos Cristeros, la cinta mexicana que ganó el Premio Kukulkán a Mejor Película. Una cinta que se siente extendida en demasía, marcada por el síndrome Reygadas: el uso de actores no profesionales; por supuesto, no todos los cineastas son Carlos Reygadas, y aunque Matías Meyer, director, cuenta con una técnica depurada (encuadres emotivos, planos secuencias bien filmados, con mano firme; en varias ocasiones encontramos ecos de John Ford), el guión desmerece y termina desentonando con el correcto trabajo técnico. Las actuaciones, principalmente le duelen muchísimo a una cinta que, con otro guión, hubiera podido ser casi un western mexicano con serias reminiscencias históricas. No la mejor cinta mexicana en exhibición, sin embargo, el jurado decidió que era ella la merecedora al apoyo de 300 mil pesos.

Aunque menos lograda a nivel técnico, El hombre que vivió dentro de un zapato, ópera prima de Gabriella Gómez-Mont,va mucho más allá de LosÚltimos Cristeros. Contando la historia de José Luis “El Güero” Robles Gil, tipo excéntrico, mito urbano de la ciudad de México, el documental narra el acontecer diario en la vida de una familia disfuncional que poco tiene que pedirle a cualquier otra que del género nos llegue de Estados Unidos. La vida de la familia Robles es un cúmulo de locuras, excentricidades, fantasías y constantes roces entre la ficción y la realidad. El filme nos permite asomarnos a la vida de una familia con múltiples conexiones de décadas atrás con gobernadores y prominentes figuras de los altos mandos políticos y sociales de la nación; el tema principal, con todo, no hace uso de facilismos y nos muestra las consecuencias (las causas parecen inescrutables, por lo menos en este filme) de la locura de Robles Gil en su esposa e hijo. Una cinta emotiva, bien lograda, aunque con reparos; la fortuna y el tino de encontrar en el personaje de “El Güero” Robles Gil un protagonista es acaso la decisión más afortunada que se pudo ver en pantalla.

La última cinta del día fue Lívida que, proyectada a las doce de la noche debido a los retrasos por los problemas con el proyector (estaba programada para las 22. 45, pero las funciones se retrasaron más de una hora), logró convocar a una audiencia considerable para un filme de horror que daba comienzo a esa hora. El último trabajo de Alexandre Bustillo y Julien Maury (directores de A L'Interiur) es una cinta que arranca como casi un ejercicio de género: Lucie Clavel, una chica francesa con un ojo negro y otro gris, es designada para cuidar a algunos enfermos. Entre ellos se encuentra una vieja señora en un tenebroso caserón; Lucie se enterará que hay un tesoro en la casa y decide avisarle a dos amigos para intentar encontrarlo. El filme se plantea y dosifica con inteligencia, dando la cantidad de información justa para enterarnos de lo que está pasando en pantalla, pero sin averiguar de más. Esta misma vocación, brillante en la primera mitad de la cinta, termina dando al traste con el asunto durante la media hora final: una serie de situaciones absurdas (aún al interior de un filme de horror; lo absurdo aquí no es lo que pasa, sino la nula plausibilidad que muestra lo sucedido dentro de su propio universo) que nada tienen que ver con lo planteado y que arruinan lo que hasta el momento parecía destinado a ser un destacado filme de horror. La proyección de la cinta terminó alrededor de la una y media de la mañana: el día más largo del Riviera Maya Film Festival.

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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