Llevas muy dignamente el confinamiento, madre, a tus casi 95 aรฑos. Quizรก es la voz de tus ancestros, la memoria de sus confinamientos en los guetos hacinados de Europa o los pequeรฑos pueblos de Polonia. O es el recuerdo de tu abuela Perla, confinada con lo que quedaba de su familia en su propia ciudad de Bialystok y despuรฉs en Treblinka, de donde no saliรณ mรกs. Frente a esos confinamientos, el tuyo, el nuestro, es casi la libertad.
O quizรก comprendes que la vejez misma es un paulatino confinamiento hacia ti misma, hacia tu origen, hacia tus recuerdos y tus afectos primeros, los mรกs profundos. Y entonces descubres que no estรกs sola, que todas esas ausencias son presencias que te acompaรฑan. Pero ademรกs estamos nosotros, los presentes ausentes, que procreaste. Te cobija un รกrbol de tres generaciones que plantaste. Por eso te escucho tan serena en el telรฉfono.
Lo que mรกs aprecio cuando hablamos es tu preocupaciรณn por Mรฉxico. ยฟQuiรฉn defiende a Mรฉxico?, me dijiste cรกndidamente, hace poco. Era como si me dijeras, ยฟquiรฉn defiende al paรญs que nos dio cobijo, nuestra casa comรบn, el hogar de todos? Eso sรญ te aflige, eso sรญ te desespera, y tienes razรณn.
Me hubiera gustado llevarte flores. Serรก el aรฑo que entra.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.