Foto: Fidel Gonzalez, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

30 años de error

El programa Hoy no circula es un impuesto en especie desmesurado que no resuelve la congestión ni la contaminación. Hay que cancelarlo.
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Si todos los autos fueran eléctricos, no desaparecería la congestión vial, aunque dejaría de ser contaminante (excepto donde estén las plantas termoeléctricas). La congestión y la contaminación son problemas distintos. Ninguno de los cuales fue resuelto por el programa Hoy no circula, impuesto en la Ciudad de México hace un tercio de siglo (el 20 de noviembre de 1989). Tiempo más que suficiente para reconocer el error.

El programa prohíbe la circulación de autos, uno de los cinco días de la semana, según el número de la placa. Pero posponer viajes no reduce el total de viajes: traslada al día siguiente la congestión y contaminación. Y basta con que la quinta parte de los automovilistas compre un auto adicional, para anular el supuesto beneficio. Sin contar con los taxis, Uber y autos rentados o prestados que entran a circular como suplentes. El total de viajes no cambia: se reparte entre más vehículos, con una inversión mayor para hacer lo mismo.

El programa favoreció la multiplicación de autos en la Ciudad de México. Según el INEGI (“Vehículos de motor registrados en circulación”), en 1989 había 1.7 millones (para una población de 8.3 millones). Que en 2021 subieron a 6.2 (para una población de 9.2 millones). Los autos se triplicaron para casi la misma población.

Según la Wikipedia (“Taxis en la Ciudad de México”), en 2014 había unos 140,000. Paralelamente (“Taxis of New York City”), en Nueva York había 13,605: la décima parte. Nueva York no cometió el error de imponer un programa Hoy no circula. Tiene más y mejor “Metro” (etc.) y más elevadores. Ha hecho un uso más intenso del suelo (la misma población que la Ciudad de México en la mitad de kilómetros cuadrados). Buena parte de su transporte es vertical: en elevadores. De los cuales había 76,000 en 2015, según el NYC Department of Buildings; casi los 80,000 que estima la Asociación Mexicana de Elevadores y Escaleras Eléctricas para todo el país.

Hoy no circula no le cuesta al gobierno, pero tiene un costo inmenso para los mexicanos. Si en la ciudad hay 5 millones de autos obligados a cumplirlo, con un valor promedio de $200,000, arrumbar la quinta parte deja sin uso un capital de $200 mil millones. Sin contar la inversión (que puede ser mayor) en cajones de estacionamiento: en casa, en la calle y en los lugares de destino. Para dar idea del monto: $200 mil millones costó el gobierno de la Ciudad de México, con todo su personal, gastos, programas y proyectos, en 2021.

Hay que cancelar el programa Hoy no circula. Es un impuesto en especie desmesurado que no sirve más que a las armadoras de automóviles, para vender más. Deja sin uso un capital mayúsculo, acumulado con las ilusiones, afanes y mensualidades de millones de mexicanos. Es tan absurdo como construir casas, pero no ocupar una de cada cinco para ahorrar electricidad.

La congestión vial y la contaminación tienen soluciones conocidas y probadas: desarrollar el Metro, el Trolebús, el Cablebús, la RTP (Red de Transporte de Pasajeros), el transporte escolar y de personal. Fomentar el uso de bicicletas. Mejorar la calidad de la gasolina. Imponer el uso de convertidores catalíticos. Usar semáforos inteligentes que reduzcan la espera innecesaria. Multiplicar los parquímetros. Aumentar los impuestos a la tenencia, los autos nuevos y la gasolina.

La principal fuente de contaminación del aire son los gases residuales de la combustión automotriz. Que dejan de ser tóxicos si se convierten en dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua con un convertidor catalítico, antes de que salgan por el escape. Instalarlos cuesta unos cuantos miles de pesos, pero vienen instalados en los autos nuevos. En los otros, la instalación es obligatoria en los Estados Unidos, pero no en México.

Hay muchos costos innecesarios en el programa Hoy no circula. El mayor de todos es la oportunidad perdida, el costo de no tener en qué moverse cuando hace mucha falta. La frase: “Un caballo, un caballo, ¡mi reino por un caballo!” (que Shakespeare pone en boca de Ricardo III, acto 5, escena 4) muestra que disponer oportunamente de un medio de transporte puede valer infinitamente más que el medio mismo. Por eso tantas familias y empresas acaban comprando vehículos adicionales: no pueden darse el lujo de quedarse varados frente a oportunidades que valen más de lo que cuesta un vehículo adicional. ~

Publicado en Reforma el 26/III/23.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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