13 rue del Percebe

Los enanos

Concha Alós

La navaja suiza

Madrid, 2021, 258 pp

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En un edificio de un barrio de Barcelona hay una pensión, en esas habitaciones viven familias, a veces parejas de recién casados, otra la comparten tres chicas a las que une su juventud y poco más; están la dueña de la pensión y los propietarios de otros pisos. Todos los inquilinos desearían estar ahí el menor tiempo posible, su situación es transitoria (esperan) en esa casa compartida en la que se oye todo, se sospecha de los demás, y hay problemas de convivencia por los turnos de limpieza. Los enanos, de Concha Alós, se publicó en 1962; la historia de su publicación es también historia de la edición española: con ese manuscrito había ganado el Premio Selecciones de la Lengua Española de la editorial Plaza & Janés, que sin embargo no se atrevió a publicar. Alós lo presentó al Planeta con otro título, El sol y las bestias, y al resultar ganadora, Plaza & Janés reclamó los derechos de impresión, que se había reservado durante un año, y la publicó. Dos años después, Alós ganó el Planeta con Las hoguerasLos enanos, que ahora rescata La navaja suiza, son los sesenta en España, es el franquismo, con la miseria y el hambre, con la búsqueda constante de una mejora de la posición social, lo que sea que los aleje de la pobreza: “La gente de la pensión, estos hombres y estas mujeres, que forman una humanidad anhelante de deseos concretísimos y justos: una casa, un hijo, un poco de pan, tiene casi siempre un instinto claro y ama las cosas buenas.” Está Sabina, que ha pensado que para tener casa lo mejor es casarse, y frecuenta a un viudo al que tiene que ayudar a levantarse después de que él intente besarla, aunque entretanto acude a un bar y acepta dinero a cambio de pasar un rato con hombres; pero eso no le sale siempre bien: la miseria nos convierte en pícaros y desconfiados a todos. Sin embargo, no es solo esa galería de personajes a los que podemos ver como una especie de cruce entre 13 rue del Percebe y La vida instrucciones de uso –quizá sería la miseria, instrucciones de uso– quien protagoniza este retrato coral. De entre esos personajes destaca una muchacha, María, que compra un cuaderno en el que escribe sus pensamientos y recuerdos y ahí va contando una triste historia de amor ilegítimo con embarazo no deseado.

Los enanos –“Somos enanos rodeados de enanos, y los gigantes se esconden para reírse. Eres enano tú. Soy enano yo”, escribe Alós y aparece como lema al principio de la novela, casi como una advertencia– es admirable en lo formal: pasa de ese acelerado patio de vecinas donde el entretenimiento, además de la charleta, es mirar las ratas que corretean, a la introspección de María, que podría ser ese jilguero que aparece en la novela y al que se oye cantar. Pasa del barullo al tono confesional, y entretanto ofrece capítulos de las vidas de todos: el judío que se casó con la bailarina de Tánger; la bailarina de Tánger ahora reconvertida en ama de casa sin casa y madre de dos hijos; el matrimonio que cada domingo sale a visitar a otros de su pueblo que se mudaron también y consiguieron casa en Barcelona a ver si saben de algo; Mohatá, al que trajeron del norte de África para hacerle boxeador y siempre anda con la cara partida y nunca ha ganando un combate. La galería podría crecer y crecer –salen unos de una habitación y entran otros con sus angustias y sus circunstancias–, y de hecho lo hace a pocas páginas del final, como si Alós quisiera decir que hay algo inacabable en ese fluir de vidas pequeñas y tristes que acuden a la pensión de la señora Eloísa, que anda con su hijo en brazos apoyado en la cadera. “El recién llegado siempre disfrutaba en la pensión de un derecho que nadie podía arrebatarle: la profunda curiosidad de los otros huéspedes. Que esta curiosidad durara o no, no dependía del recién llegado ni de lo extraordinario de su conducta.” Después de terminar la novela busqué Carmen de Carabanchel, de Cecilia Bartolomé, en internet, con el que Los enanos comparte tema: ¿qué hacían las mujeres para no quedarse embarazadas? ¿Qué pasaba cuando se quedaban? La protagonista de la película de Bartolomé tiene ya familia numerosa.

Alós escribió esta novela en estado de gracia: todo funciona y encaja sin que se note el más mínimo engranaje. Alterna escenas que son el equivalente literario de los planos secuencia berlanguianos con guion de Azcona con desventuras menos corales; va del diálogo al cuaderno de María sin avisar, sin más separación que un espacio y sin más alerta que la del punto y aparte, y todo fluye de manera misteriosa. Incluye también el juicio a Eichmann en Jerusalén a través de la lectura de la crónica en el periódico que hacen los personajes. Va también de un estilo casi naturalista a la búsqueda de la belleza en la expresión y por el camino da con imágenes sugerentes, y en su exploración de las intimidades afeadas por las circunstancias la vida aparece como una mezcla de belleza y suciedad, un poco como cuando María asiste escondida al nacimiento de su hermano trece años menor: “Escondida en una habitación donde no había más que armarios, mirando por el ojo de la cerradura, le vi nacer: rosado, envuelto en tripas y repugnantes trozos de carne oscura… Apoyé las palmas en el suelo y, comprendí, entonces, de golpe, la vida.” Este libro tiene más virtudes: no abusa de los símbolos, aunque los usa porque los sabe poderosos; las ratas y el jilguero, los enanos, están pero sin caer en la simplificación. Alós es una escritora elegante, que nos hace comprender de golpe la vida, como la niña que miraba nacer a su hermano por el ojo de la cerradura. ~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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