Aquella tarde, Godofredo da Conceiçao Alves, próspero comerciante de ultramar, volvía a casa ansioso por festejar con su Lulú el cuarto aniversario de bodas. Había encargado de camino la cena, y acariciaba con entusiasmo una pulsera de oro y rubíes en forma de serpiente que representaba en su imaginario amor eterno. Entró sigilosamente al advertir que la puerta estaba abierta. Ya podía ver la cara de alegría, de sorpresa, que su preciosa mujer pondría al recibirlo, los abrazos y besos, las palabras de afecto. Excitado como se encontraba, apenas podía dominarse. Avanzó hacia el salón tan escurridizo como una sombra para convertirse súbitamente en estatua muda, en escenografía inútil. La deliciosa Lulú yacía extasiada en los brazos de Machado, su socio. Ese cuerpo lechoso y rubicundo en los brazos de quien Alves había educado y protegido. ¡Y en el sofá amarillo que tanto le gustaba! El universo se desmoronaba y volvía a erigirse en un segundo.
Con una irreverencia destructora, Eça de Queirós fabula y desgrana las tribulaciones morales del marido traicionado que oscila entre una sangrienta venganza y el terror a la casa vacía de la que poco a poco se van apoderando la sordidez y las criadas. Noches vagabundas, días salpicados por el ridículo y la infamia, abatimiento suicida, el estómago revuelto y la pregunta ¿por qué?, mientras los vecinos arriba, felices, tocaban el piano. Eça de Queirós, considerado el iniciador de la novela realista en Portugal, confía artesanalmente en las palabras, no desespera como Maeterlink, Pessoa o Gide ante el deseo de nombrar lo inefable; cree firmemente que la parodia es más poderosa que una detallada descripción, que el humor es más eficaz que cualquier esteticismo poético, pues al mismo tiempo que narra, es un moralista. En su juventud polemizó contra el régimen con diversos artículos periodísticos que finalmente fueron recogidos en As Farpas y Uma Campanha Alegre; más tarde se encargó de desollar las hipocresías y los valores burgueses, la degradación de la iglesia católica, dibujando una sociedad demencial y fanática. El primo Basilio y La reliquia, libro de inigualable agudeza corrosiva (que prefigura de alguna manera La vida de Bryan, Monty Python, 1979), representan su momento de mayor creatividad y lucidez. La mordacidad aliada de cierto sentimentalismo, el gusto por el fetiche y la exaltación rebelde de la molicie, la blasfemia jocosa, son algunos ingredientes de su prosa ingrávida, que fluye ante nuestros ojos agradecidos y nuestra risa. A los treinta años escribió uno de sus libros más conocidos en español, El crimen del padre Amaro (adaptado al cine en versión mexicana por Carlos Carrera, 2002), que, como el resto de su obra, es una prosa sin mordazas que supo sobrevolar el conservadurismo imperante y criticar sin concesiones la vida social portuguesa. Sin embargo, la picardía de Eça de Queriós dio lugar con el paso de los años a libros más preocupados por exaltar las posibilidades del progreso bajo un ánimo aparentemente revolucionario. Puede ser que ese punto de inflexión se encuentre en Os Maias, y haya culminado en Cidade e as Sierras y A Ilustre Casa de Ramires. Alves y compañía pertenece a una etapa intermedia en la que nuestro autor planeaba “novelas cortas que se leen en una noche pero cuya impresión permanece una semana”, argumentos que en pocas páginas desarrollaran atisbos que en una novela convencional se tornarían fatigosos, libros sin ripios, sin consideraciones filosóficas ni largas disquisiciones.
Alba Editorial tuvo la fortuna de haber contado con la estupenda traducción que nos entregan Javier Coca y Raquel R. Aguilera. La prosa de Eça de Queirós representó para la lengua portuguesa una transgresión tanto en su estilo como en los parajes y tramas que novela. Ese tono sarcástico y corrosivo, el ritmo de fraseo, su manera de adjetivar nunca habían sido vistos en portugués. Los traductores de este libro han sabido trasladar al castellano, sin caer en la facilidad de los localismos, la atmósfera, la ironía, el tono solemne de los personajes ridículos, el humor negro y la mordacidad de Eça de Queirós. Alves y compañía es otro libro excepcional que se suma a una colección de clásicos, forajidos del mercado globalizado, como Jane Austen, Thomas de Quincey, Tennessee Williams, Carlyle, Conan Doyle, Zolá, Schiller, Chéjov, Gógol, Brontë o Dickens. En la misma colección podemos encontrar volúmenes tan apreciables como los cuentos completos de Herman Melville, las Anotaciones de Jakob Littner desde un agujero bajo tierra de Wolfang Koeppen, el sorprendente Lugares comunes de Christina Rossetti, o el indispensable Diario de un hombre decepcionado de W. N. P. Barbellion para todo aquel que ame el diarismo.
Eça de Queirós viajó por Palestina, Egipto, Estados Unidos y Canadá; fue cónsul en la Habana, New Castle y Bristol. Murió en París a los cincuenta y cinco años en el apogeo de su carrera diplomática. ~