Crónica de los sobrevivientes

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David Miklos

No tendrás rostro

México, Tusquets, 2013, 112 pp.

En No tendrás rostro, la novela más reciente de David Miklos (San Antonio, 1970), una multitud de conflictos irresueltos dieron lugar a la Violencia, que acabó con la civilización tal y como la conocemos. La ola de la Historia se estrelló contra la roca de sus contradicciones y se pulverizó en minúsculas partículas de grupos humanos. En los márgenes reaparecieron los sobrevivientes, organizados en un sistema mínimo de intercambios y de pequeñas colonias autónomas. Una de esas pequeñas comunidades aloja a Fino, a la Rusa, a Blumenthal. Habitan dos cabañas en una playa, donde fabrican licor, que destinan también al canje. Fino y la Rusa quieren casarse pero antes de eso él debe viajar a la Ciudad destruida por la Violencia y resolver sus asuntos. Este periplo es una parte fundamental de la novela. Se trata de un viaje de retorno que se vuelve arduo peregrinaje, de jornadas duras y en ascenso constante, en compañía de otra mujer, conocida como la Sueca. El registro realista da paso aquí a tintes oníricos, de visiones extrañas. No es esta una travesía que describa paisajes ni tampoco un viaje interior. Debemos entenderla más como un rito de pasaje previo a las visiones postapocalípticas de la Ciudad destruida por la Violencia.

Fino llega finalmente a la Ciudad en ruinas. Desentierra del patio de su antigua casa un pequeño cofre que guarda el cordón umbilical de su hijo muerto a causa de la Violencia (culpable también de la muerte de su primera mujer). En la Ciudad recibe ayuda de la Última y a ella Fino le entrega el recuerdo de su hijo. Así salda su pasado y comienza el retorno a las playas, al encuentro de la Rusa, su mujer.

La peor de las catástrofes deriva en comunas en los márgenes. Lo que podemos encontrar en ellas, es un regreso a lo básico, al amor y al intercambio primario. Novela del amante que emprende un viaje al pasado para merecer a la novia, No tendrás rostro es también una visión sobre el fin y el recomienzo de todo. Una visión poética (la Refundación) vuelta novela con personajes poco sólidos y que, sin consistencia psicológica, se transforman en figuras. Es el caso de las mujeres de Fino: la Rusa, la Sueca, la Última, que se le entregan y ayudan en su rito de pasaje. Las tres son en realidad una sola. La Rusa, mujer primordial, casi diosa, es la que lo aguarda en la playa del recomienzo; la Sueca, quien lo acompaña en el tortuoso viaje; y la Última, quien lo guía a la Ciudad y le permite desanudar su pasado. Gracias a ellas Fino regresa a su valiente mundo nuevo. Las mujeres son el puente que le permite a Fino transitar de la Historia a la solidaridad básica de la convivencia de pequeños grupos.

Los que se salvan, los sobrevivientes de esta historia, no lo hacen por ser los mejores o los más aptos. No destacan en nada. Les tocó a ellos. Miklos los eligió para poner en pie su visión poética y narrativa del Recomienzo. Además de esta trama que sirve al autor para poner en movimiento su idea de la vida en los límites, hay otra historia que aparece incrustada en la novela sin que forme parte de la narración principal. Es la historia de una colonia formada por personas que espontáneamente se fueron adhiriendo a ella, congregadas en los bajos de un puente (antes de la destrucción). Esta colonia en los márgenes de la Ciudad no está compuesta por vagabundos sino por gente que de pronto sintió la necesidad de dejarlo todo y afiliarse a la comunidad bajo el puente. Una extraña congregación en la que no era permitida el habla ni la higiene, que se alimentaba de desperdicios y que fue dándose a sí misma un singular reglamento no escrito que la mantenía unida. Un buen día, sin más, la colonia desapareció. Esta segunda historia hace eco de la primera. De nuevo, se trata de un conjunto de seres excluidos de la civilización. Si en la primera historia esa exclusión fue el resultado del estallido de la Violencia, en la segunda los colonos bajo el puente han elegido apartarse para huir del ruido del mundo.

David Miklos ha querido construir dos maneras de narrar la sobrevivencia. Una implica un viaje; la otra, la construcción de un refugio. A la violencia actual, contextual, Miklos responde con la fábula de la Refundación, donde todo vuelve a comenzar desde el principio. A la complejidad del presente, Miklos enfrenta, con cierta candidez, la visión de un mundo regido solo por el amor, el trueque y la solidaridad. En No tendrás rostro hay un viaje y un refugio. Hay también la visión desolada del ser humano (que destruye la civilización) y esperanzadora al fin: en los márgenes, la vida en sociedad sigue, afirmada, en lo básico. Una visión romántica del recomienzo. Una visión idílica de lo que significa sobrevivir.

David Miklos nos cuenta la fábula de los sobrevivientes de la Historia. Incluso cuando eso supone a protagonistas que no alcanzan a ser personajes y un periplo con muchos pasajes de mero desvarío. La conclusión –“regresaremos a lo básico”– parece ingenua. Aun así, No tendrás rostro se mantiene como una muy interesante propuesta narrativa. ~

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