Diez lecciones para entender el narcotráfico

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Fenómeno que desde hace décadas pesa demasiado en la vida mexicana, el narcotráfico ha extendido su influjo hacia ámbitos cada vez más alejados de lo que tradicionalmente se consideraba “el mundo del crimen”, convirtiéndose a un tiempo en una terrible realidad y en una mitología cuyos elementos resultan irresistibles tanto para sociólogos y periodistas como para artistas y escritores. No podría ser de otra manera. El narcotráfico es omnipresente. Lo curioso es que, aunque todos creemos conocerlo a fondo, en realidad sólo unos cuantos iniciados tienen el privilegio, o la desgracia, de estar al tanto de sus secretos, de observar su funcionamiento.


Viento rojo / Diez historias del narco en México es un intento por develar ese universo tan clandestino como fascinante a los ojos del lector. Del periodismo a la narrativa, este libro hace las veces de lente para que pongamos atención en ciertos aspectos oscuros del fenómeno desde diversas perspectivas.


En “El narcotráfico y sus legiones”, Carlos Monsiváis realiza un recorrido del negocio de la droga en México desde principios del siglo XX hasta nuestros días, para después centrarse en sus aspectos más característicos: repercusiones en la vida campesina, movilidad social, “pacto fáustico”, corrupción, violencia, narcocultura, narcocorridos y hasta narcorrituales. Tras su repaso, Monsiváis concluye que “La emergencia del narco no es ni la causa ni la consecuencia de la pérdida de valores; es, hasta hoy, el episodio más grave de la criminalidad neoliberal”. Otro texto de análisis es “Las damas del narco”, donde Mónica Lavín hace un inventario de las mujeres que han adquirido cierta relevancia en esta actividad, ya sea por ser acompañantes, esposas, amantes, jefas de bandas o protagonistas de corridos.


La visión más relevante en el volumen es la periodística. “Plata y plomo”, de Jesús Blancornelas, es el recuento testimonial de las ejecuciones que el autor ha cubierto para la prensa como reportero. En “La caja negra del comandante Minjárez”, Sergio González Rodríguez relata su investigación sobre quien fuera el encargado de la unidad antisecuestros en Ciudad Juárez, nos presenta lo que bien podría ser un añadido de su libro Huesos en el desierto, e insiste en el riesgo que corren los periodistas de sufrir narcorrepresalias, narrando de nueva cuenta a los lectores la golpiza de la que fue objeto. “Miss Iztapalapa”, de Marco Lara Klahr, es la crónica del narcotráfico en esa delegación del DF. El autor se apoya en el testimonio de un anciano que ha presenciado la evolución tanto del fenómeno como de la población para identificar las diferentes bandas que operan en la localidad.


Héctor de Mauleón aborda las guerras entre los cárteles, sus causas, sus muertos y sus consecuencias en la crónica que da título al volumen y recoge las declaraciones del narcotraficante Alejandro Hordoyán quien, detenido y con una videocámara enfrente, “pudo convertirse en autor de una de las primeras historias del narcotráfico en México”. Gracias al texto de Héctor de Mauleón, las ejecuciones masivas, que en nuestra memoria permanecían aisladas, adquieren coherencia y se integran a una misma trama que está muy lejos de concluir. En “Nadie sabe nada”, David Aponte abre la puerta a la temática del espionaje y contraespionaje entre el gobierno y las bandas rivales, al sacar a la luz la existencia de una “empresa” dedicada a prestar este tipo de servicios al mejor postor.


Vicente Leñero recurre a la narrativa non fiction para ofrecernos una visión interna del suceso que desató la mayor guerra entre mafias que se ha dado en el país: el asesinato del Rayo López, colaborador del Chapo Guzmán, a manos de Ramón Arellano Félix. El hecho, conocido por los lectores de la prensa, adquiere aquí un cariz de extrañamiento testimonial que logra acercarnos a la personalidad de uno de los ex capos de Tijuana y de su principal sicario, el Tiburón, quizás el gatillero más fascinante en la historia del narco en México. “No saben con quién se metieron”, de Juan José Rodríguez, entre la crónica y el cuento de ficción, se ocupa de la muerte de Ramón Arellano Félix durante el carnaval de Mazatlán en unas páginas que bien podrían formar parte de Mi nombre es Casablanca, la más reciente novela del autor.


Finalmente, Élmer Mendoza construye con ironía una suerte de antifábula en donde parodia las relaciones de los grandes dirigentes del narco con los políticos mexicanos, que buscan su dinero para financiar las campañas, sin saber que ellos ya han decidido lo que sucederá en la vida pública del país.


Tal como lo exige su temática, en Viento rojo predomina el periodismo sobre la literatura, y la investigación sobre el análisis y la creación. Se trata de un libro que, a pesar de su asunto, nos ofrece una lectura sobria, sin sobresaltos, donde la vocación informativa de los autores, salvo en dos o tres de los casos, pesa más que cualquier otra cosa. Y sin embargo, al llegar a la última página, queda en el lector una sensación angustiosa y la inquietud de haber atravesado un agujero negro, como si latiera en nosotros la certeza de que allá afuera, detrás de la puerta, nos acecha la terrible realidad. ~

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