Frente a una pantalla de televisiรณn, la reportera observa las imรกgenes; una y otra vez regresa el video, observa los detalles, registra cada palabra y advierte inconsistencias de algo que pretende ser la transmisiรณn en vivo de un rescate de fuerzas federales que en una operaciรณn con saldo blanco habrรกn de arrancarle tres vรญctimasa una pareja de secuestradores en una propiedad ubicada en el kilรณmetro 29 de la carretera federal a Cuernavaca.
A lo largo de sesenta pรกginas,Emmanuelle Steels hace una minuciosa descripciรณn de los hechos de la maรฑana del 9 de diciembre de 2005, alternando detalles de la transmisiรณn simultรกnea que hacรญan Televisa y TV Azteca del sometimiento y detenciรณn de Israel Vallarta y la ciudadana francesa Florence Cassez
El tรญtulo de El teatro del engaรฑo que Steels ha elegido para su trabajo va tomando sentido en detalles sencillos y llamativos; la tranquilidad con la que los equipos de ambas televisoras entran a la propiedad junto con un comando de la Agencia Federal de Investigaciรณn armado con rifles de asalto, sin temor a un enfrentamiento; la presencia en el lugar de Luis Cรกrdenas Palomino,director general de Investigaciรณn Policial de la AFI, a quien se ve franquearel paso de las cรกmarasa la escena de un secuestro, permitiendo a los reporteros entrevistar a las vรญctimas, manipular indicios y supuesta evidencia, ademรกs de interrogar a dos presuntos delincuentes sin presencia de un abogado.
Ignorantes de principios como el debido proceso, la presunciรณn de inocencia y los estรกndares deontolรณgicos del periodismo, la narraciรณn exhibe la mentalidad inquisitorial de los reporteros Pablo Reinah (Televisa) y Ana Marรญa Gรกmez (TV Azteca) quienes asumiendo un papel de policรญa-fiscal-juezentrevistan a los detenidos y concluyen al aire que “ya vimos que estรก involucrada una mujer de origen francรฉs que niega los hechos. Sin embargo, es mรกs que claro que esta mujer estaba presuntamente involucrada por el hecho de que se encontraba en esta propiedad”.
En realidad nada era tan claro. Hubo necesidad de que un equipo de buenos periodistas interviniera para que meses despuรฉs Genaro Garcรญa Luna, titular de la AFI, aceptara que Cassez y Vallarta habรญan sido detenidos un dรญa antes y que a peticiรณn de los medios se habรญa hecho una recreaciรณn del operativo de rescatepara las cรกmaras, una puesta en escena que al dรญa siguiente estuvo en todas las primeras planas: “La AFI simulรณ un rescate para los medios”,“Seรฑor secuestrador, sonrรญa”, “Montan show policiaco para las televisoras”, “Montaje”, “Monta AFI captura para TV”, “Rescates al estilo reality show”.
La autora va presentando argumentos —algunos parten de interpretaciones personales— para plantear que el expediente del caso estรก lleno de fabricaciones, de modo que la primera secuestrada en esta historia es la verdad,no solo por lo que hace a los acusados, sino tambiรฉn a las vรญctimas, tras las cuales las autoridades responsables del montaje se atrincheran.
Emmanuelle Steels no minimiza los testimonios de los secuestrados, pero como periodista se atreve a desafiar presunciones importantes como la infalibilidad de esas vรญctimas; su escepticismole permite notar cรณmo los relatos de su secuestro se adaptaron a la evoluciรณn del proceso mediรกtico y judicial hasta contradecirse por completo. El lectorse plantea entonces una duda razonable: ¿quรฉ sucediรณexactamente en el mundo real, en el no televisado?
La periodista aventura sobre las vรญctimas y la manera tan radical en que van modificando sus declaraciones; cree que podrรญan haber tomadocomo autรฉnticos recuerdos falsos sugeridos o inducidos por las autoridades que investigaron el caso.“Todos estos testimonios rectificados o tardรญos—observa— se ajustan a los intereses apremiantes de las autoridades acusatorias: los recuerdos surgen precisamente en el momento en que el gobierno los necesita desesperadamente, cuando tiene que enfrentar la pesadilla del descubrimiento del montaje”.
Las inconsistencias en el expediente van revelando un desaseo impresionante en la actuaciรณn de las autoridades; el montaje, la violaciรณn al debido proceso y las torturas sistemรกticas daรฑan a los supuestos secuestradores, pero tambiรฉn a las pretendidas vรญctimas, pues la mentira descubierta pone en riesgo la integridad de toda la investigaciรณn.
Cassez y Vallarta son seรฑalados como lรญderes de un grupo de secuestradores llamados los Zodiaco, pero al menos hasta 2009 no parece existir ningรบn otro integrante de la banda. Es ahรญ donde aparece David Orozco un vendedor de ropa de ropa que despuรฉs de horas de tortura graba un video-confesiรณn producido por la AFI, lleno de cortes y en el que ademรกs de asumir el alias de Gรฉminis, constantemente mira a su izquierda a una agente fuera de cuadro que cuida que se apegue al guion, acusando a un hermano y dos sobrinos de Israel Vallarta, ya convertido en Cรกncer.
Cinco aรฑos despuรฉs del heroico rescate televisivo, Cristina, una de las vรญctimas, quien inicialmente dijo nunca haber sufrido maltratos y nunca haber visto la cara de sus plagiarios,lo quehacรญa imposible identificarlos, tuvo una sรบbita avalancha de recuerdos, entre ellos, el mรกs importante, que habรญa sido violada casi a diario durante todo su secuestro por al menos ocho hombres. Las vรญctimas, presionadas, convencidas de hacer algo bueno para la sociedad—concluye la autora—, se prestan a la mentira.
En las pรกginas de El teatro del engaรฑo asoman los cimientos sobre los cuales se construyรณ la fantasรญa de los Zodiaco: la tortura al servicio de los medios. Pero la reportera belga hace un poco mรกs; a travรฉs de entrevistas y lectura de expedientes muestra que las vรญctimas y su supuesto secuestrador tienen algo en comรบn: venganzas familiares y comerciales que se convierten en hilos conductores y que los convierten en actores de la escenificaciรณn de Genaro Garcรญa Luna y Luis Cรกrdenas Palomino.
Steels exhibe que estos funcionarios no podrรญan haber maniobrado con tal libertad sin la conveniente ceguera de Raรบl Plascencia Villanueva, primer visitador de la CNDH, quien tuvo pleno conocimiento de la tortura contra los detenidos antes de que se descubriera el polรฉmico montaje, pese a lo cual o quizรกs gracias a lo cual se convirtiรณ en ombudsman nacional.
En la vรญspera de la liberaciรณn de Cassez, el sitio SinEmbargo publicรณ un artรญculo de la periodista Sanjuana Martรญnez en el cual se caรญa en el absurdo de argumentar que si se habรญa violado el “debido proceso” en su caso, deberรญan eliminarse las pruebas obtenidas, pero no anularse su sentencia, al tiempo que prรกcticamente se le culpaba de ser “una mujer bella y extranjera”, exhibiendo el pobre periodismo que enmarcรณ buena parte de la cobertura de este proceso.
Como concluyeron los ministros de la Suprema Corte, no se pueden extraer pruebas de un evento que no existiรณ y fue escenificado mediante la violaciรณn de derechos constitucionales. Mรกs aรบn, como remata Steels, validar la ficciรณn exhibe a una sociedad que prefiere ignorar todo lo que sabe para reconocer como cierta una invenciรณn que mantiene en prisiรณn a Vallarta como supuesto lรญder de una banda de secuestradores inexistente y que ha pasado una dรฉcada sin que se le sentencie (Florence decidiรณ separar su causa, pedir que la sentenciaran y en la apelaciรณn mostrar que en el montaje mediรกtico terminaron corrompidas todas las pruebas exhibidas en su contra); su estrategia de defensa tiene una sola vรญa: que se reconozca su inocencia.~
El teatro del engaรฑo, Emmanuelle Steels. Grijalbo, 2015
Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).