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Alexandr Herzen

El pasado y las ideas

Selecciรณn y traducciรณn de Jorge Ferrer

Barcelona, El Aleph/Del Taller de Mario Muchnik, 2013, 848 pp.

“Liberalismo” es un tรฉrmino que sirve para denominar muchas cosas, a veces opuestas. Calificar de liberal a un escritor que se encuadra acadรฉmicamente dentro del socialismo utรณpico del XIX, como es Alexandr Herzen, un defensor de la revoluciรณn agraria que, tiempo despuรฉs, fue incorporado dentro de la propaganda soviรฉtica, puede parecer extraรฑo. Y, sin embargo, cuando Isaiah Berlin llamรณ la atenciรณn sobre este autor en su ensayo Pensadores rusos, y tambiรฉn en el texto dedicado a รฉl que aparece en la antologรญa El estudio adecuado de la humanidad, calificรกndole de liberal occidentalista, y reivindicando en รฉl una lรญnea de pensamiento ruso que quedรณ ensombrecida, y que en buena medida encarna tambiรฉn el crรญtico literario Belinski, dio lugar a que una corriente nueva de lectores redescubriese a Herzen. Podrรญamos decir que su liberalismo, esencialmente, consistiรณ en su oposiciรณn al absolutismo zarista y su apoyo a las revoluciones europeas, que viviรณ en primera persona, tanto en Parรญs como en Roma. Pero la visiรณn de Isaiah Berlin se centra sobre todo en el hecho de que Herzen, formado en el hegelianismo de la universidad de Moscรบ y rodeado de un clima propicio a los excesos del idealismo –bien sea en su versiรณn nacionalista, religiosa, esteticista o de utopismo polรญtico–, fue capaz de no caer en “los abusos de la abstracciรณn”, dando lugar a una prosa del “yo”, tan coloquial que, leรญda en la actualidad, parece haber sido escrita hoy mismo. Y es que quizรก la definiciรณn mรกs seria que podamos hacer de “liberal” es, sencillamente, la del que no renuncia a hablar desde sรญ mismo, y a hacerlo con un lenguaje comรบn, el que cualquier lector de cultura media puede entender. Herzen, en definitiva, habla de la vida, de su vida, desde la vida, y, cuando podรญa haberse dejado seducir por la prosa que aprendiรณ en los cรญrculos universitarios del idealismo, opta por el lenguaje de batalla de las crรณnicas de periรณdicos y revistas. Porque este libro de Herzen, El pasado y las ideas, se puede leer tambiรฉn como las memorias de un periodista.

Herzen escribiรณ varios volรบmenes de memorias y reflexiones que, posteriormente, aparecieron recogidos en lo que aquรญ se traduce como El pasado y las ideas. No todos los pasajes tienen igual interรฉs, y en ocasiones el autor resulta prolijo, por lo que ha sido tradicional que esta obra se presente extractada. En las casi ochocientas cincuenta pรกginas de esta ediciรณn รบltima en castellano, el lector se encontrarรก con el relato de una vida que empieza en la toma de Moscรบ por las tropas napoleรณnicas, cuando Herzen era un niรฑo y su padre se entrevistaba con Napoleรณn, sigue con la crรณnica del clima intelectual y disidente que durante su รฉpoca estudiantil conociรณ en Moscรบ, y termina con su marcha al exilio para no volver, con estancias en Roma, Suiza, Parรญs y Londres, donde, coincidiendo con Marx, pasa el รบltimo tramo largo de su vida. Insisto en que, por mรกs que Herzen sea tratado en las enciclopedias como un teรณrico del socialismo agrario ruso, lo que el lector va a encontrar en este libro son unas pรกginas abiertamente occidentalizantes, mundanas y europeรญstas. Quizรก no habรญa dado con un libro tan sentimentalmente europeรญsta, en el sentido de hombre que no se aparta nunca de una visiรณn global de Occidente, desde que leรญ El mundo de ayer. Memorias de un europeo, de Zweig. Ambos acaban haciendo un anรกlisis de final de รฉpoca. Herzen cierra su volumen con una predicciรณn bastante acertada de hacia dรณnde se encaminaba Occidente, tras la Europa de las viejas aristocracias que รฉl conociรณ: anticipa que Prusia, unida, se impondrรก, mientras que Inglaterra, astuta, se replegarรก con orgullo; y que Estados Unidos tomarรก el relevo de la anterior Europa afrancesada.

Donde no acertรณ en sus predicciones fue en su visiรณn revolucionaria del campesinado, en una รฉpoca, es verdad, en la que el proletariado industrial parecรญa poco relevante. Herzen era un hijo ilegรญtimo de un terrateniente ruso, y creciรณ entre los sirvientes y campesinos de las fincas familiares. Cuenta cรณmo simpatiza con ellos y, ya de mayor –sin renunciar a su fortuna familiar–, parece anhelar, en esos paisajes que dejรณ de ver tras su exilio, una sociedad regenerada donde aquellos antiguos vasallos tomen las riendas de su destino, dando lugar a un nuevo socialismo. Bien es verdad que uno puede pensar que a la vez que un teรณrico del socialismo lo que hay es un aristรณcrata nostรกlgico. Y hay en Herzen tambiรฉn cierto desprecio hacia el nuevo mundo burguรฉs y masificado, utilitarista y mercantilista. Anhela, en cambio, un concepto de la individualidad cercana a cierta hidalguรญa estรฉtica y a algunas posturas antiburguesas que describirรก, casi por esas mismas fechas, Nietzsche. Pero, en todo caso, yo dirรญa que no es esto lo que mรกs pesa dentro del conjunto de estas pรกginas, sino el impulso de libertad que le guรญa, y que le lleva a ser testigo de los principales acontecimientos del siglo: nos cuenta sus encuentros amables con Garibaldi, suspicaces con Marx, o รญntimos con Bakunin, al que aloja largamente en su casa. Antes que el revolucionario violento que Bakunin parece querer que sea, Herzen es, por encima de sus contradicciones, un amante de la civilizaciรณn y de un tipo de vida que dignifique al hombre. Los activistas revolucionarios le criticaron por moderado, los nacionalistas y paneslavistas por descreรญdo. Y, ciertamente, hay un escepticismo en Herzen, pero dirรญamos que es del bueno, aquel que hace que le sigamos leyendo hoy como se lee, al fin y al cabo, a un clรกsico. En muchas cosas hace pensar en un Stuart Mill ruso.

Espaรฑa, por cierto, es casi invisible en este gran retrato europeo de Herzen. Reivindica su espรญritu iluminado, arrojado, ajeno a lo que รฉl considera el mercantilismo burguรฉs. Hay quien puede considerar, no obstante, que esto no es mรกs que un prejuicio romรกntico –Herzen, al fin y al cabo, no elige para vivir esa Espaรฑa mรญstica, sino el Londres mercantil…–. En todo caso, deja una frase que ha resultado a menudo desgraciadamente acertada: “Al mundo latino no le gusta la libertad; lo que le complace es luchar por ella.” ~

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(Huesca, 1968) es escritor. Su libro mรกs reciente es La flecha en el aire. Diario de la clase de filosofรญa (Debate, 2011).


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