No te someterás

No nacemos sumisas, devenimos

Manon Garcia

Traducción por María Teresa Priego

Siglo XXI

Ciudad de México, 2021, 192 pp.

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¿Por qué una mujer se somete? La filósofa francesa Manon Garcia (1985) examina “la sumisión de las mujeres en las relaciones interindividuales entre hombres y mujeres en las sociedades occidentales” particularmente en Francia y en Estados Unidos, donde radica. La sumisión, apunta Garcia, se ha estudiado sobre todo desde puntos de vista masculinos (Rousseau, La Boétie, Hobbes, Foucault, Freud) y, por lo tanto, desde quienes dominan. Las perspectivas de quienes se someten (o son sometidas) son poco atendidas o nulas. Quienes se someten no dan cuenta de su experiencia y para quienes se liberan la sumisión tiene una connotación y una carga negativa. Es una experiencia que se ejerce y/o se condena, pero que raras veces se analiza.

Garcia relee a Simone de Beauvoir para mostrar la relevancia filosófica de su obra –todavía hoy– cuando hablamos de desigualdad de género y nos seguimos preguntando sobre lo que es ser mujer. No nacemos sumisas, devenimos puede leerse en correspondencia con el trabajo de feministas que han estudiado a Beauvoir (Marta Lamas, Elena Poniatowska, Francesca Gargallo, Marcela Lagarde y María Teresa Priego, traductora de este libro) y con trabajos recientes que muestran distintas facetas del feminismo contemporáneo (del militante al más teórico) como La potencia feminista de Verónica Gago, La potencia femenina de Svenja Flasspöhler, Toxic loves, impossible futures: Feminist living as resistance de Irmgard Emmelhainz, y la tesis (¡aún inédita!) de Erin Gallo International interventions: Rosario Castellanos (1925-1974) and global feminist discourses.

La autora nota que el concepto de sumisión merece ser revisado y recontextualizado para entender cómo se vive y se experimenta. Se enfoca principalmente en las relaciones heterosexuales, en las que distingue entre relaciones verticales, marcadas por la violencia (donde no hay sumisión, ni voluntad), y relaciones donde la sumisión existe. La sumisión no es natural, ni parte de la esencia femenina, implica una serie de decisiones que se aceptan, sin que estas signifiquen un ejercicio de libertad.

Estudiar la sumisión requiere cambiar el enfoque desde el cual se la ha visto, desde el poder. Significa atender las historias invisibles o inaudibles de las vidas dominadas, la historia de las oprimidas, de las minorías estructuralmente silenciadas, tal como lo señalaron Gayatri Spivak y los estudios subalternos. Garcia pregunta nuevamente: ¿pueden las mujeres subalternas hablar y pueden las feministas universitarias escucharlas? Su pregunta insiste en la dificultad de analizar una experiencia de la cual las oprimidas no pueden dar cuenta porque la opresión les impide hablar de ella.

La obra teórica más importante de Beauvoir, El segundo sexo, le permite elaborar sobre la sumisión desde el punto de vista de las mujeres. De acuerdo con Garcia, Beauvoir no ha sido suficientemente valorada en su propio país, quizá por su vinculación afectiva e intelectual con Sartre y también porque la filosofía, por lo general, se ha ocupado de grandes temas y no tanto de lo ordinario. El pensamiento existencialista de Beauvoir arguye contra la abstracción y muestra un humanismo concreto donde la mujer y lo femenino se definen desde lo particular. Beauvoir retrata la vida de las mujeres en toda su complejidad. Insiste en la importancia de la primera persona para representar la menstruación, el embarazo, la lactancia y muestra cómo estas experiencias disocian el cuerpo de la mujer (en sujeto y en cuerpo). El cuerpo femenino es alternativamente presa y propiedad. Esta forma ambivalente de ser en el mundo también se produce cuando la mirada del otro hace del cuerpo de la mujer un objeto, la alienación ocurre en la mirada del otro(a).

Influida por Heidegger, Beauvoir piensa sobre el sentido de “ser” en el mundo (Dasein) y más específicamente en el “ser con” los otros (Mitsein). Explica que las personas nacen y existen en un mundo “situado” donde las normas sociales y las diferencias ya están establecidas históricamente, lo cual no significa que tengan que mantenerse fijas en el tiempo. Someterse significa consentir a la serie de normas que ya existen y ordenan el mundo. El contexto patriarcal hace que los costos de romper el consenso sean muy altos, por eso, explica Garcia, muchas veces las mujeres más ambiciosas prefieren hacer todas las tareas domésticas, antes que arriesgar una ruptura y pagar el precio de la libertad. Las mujeres tienen razones estructurales por las cuales se someten. Someterse también conlleva beneficios. Al dejarlo todo y hacerse “esclava” del hombre, la mujer adquiere un poder equivalente al del sacrificio; por amor se esclaviza y se encadena. La mujer transforma su opresión en un arma de poder y su hogar, en un reino.

A diferencia de la dialéctica hegeliana amo/esclavo, “el trabajo de la mujer casada”, “la vida doméstica” no cuenta con una dimensión emancipadora. La mujer vive con su opresor en una circunstancia que la cosifica y la aliena. Para ser libre es necesario, apunta Beauvoir, trabajar fuera de casa, salir del trabajo doméstico que instala a la mujer en una situación circular en la que no es posible el reconocimiento. Solo con un trabajo autónomo la mujer puede ser autónoma y romper el ciclo de la opresión. Es también necesario lanzarse en un proyecto cuyo éxito no esté garantizado, aunque conlleve el riesgo de querer regresar a una situación de obediencia y dependencia que mitigue la angustia existencial de la libertad. La mujer no está destinada a la sumisión por naturaleza, sino por razones sociales, históricas y políticas. Solo tomando riesgos, trabajando, las mujeres pueden cambiar y oponerse a sus condiciones sociales.

En la parte final del libro, Garcia se traslada al terreno de lo erótico, que continúa en su más reciente investigación centrada en el consenso. Una transformación pendiente en nuestras sociedades patriarcales aún atrapadas en los roles fijos y en el amor romántico. Garcia insiste en la cooperación de ambos sexos para abatir el patriarcado. De ninguna manera aboga por la sumisión, pero sí por las mujeres. Nos lleva a cuestionar las jerarquías que se establecen dentro de los mismos movimientos emancipadores que nunca están –del todo– a salvo del ejercicio de poder.

¿Qué sentido tiene volver a la lectura de Simone de Beauvoir ahora, cuando estamos de lleno en el tsunami de la cuarta ola feminista? Garcia retoma a Beauvoir para cuestionar el binarismo impulsado al vapor de movimientos sociales que antagonizan y borran –demasiado pronto– los matices y las contradicciones que suceden en las personas, en las relaciones de poder y en los mismos movimientos sociales.

No nacemos sumisas, devenimos tiene, como todo primer libro académico, un aparato teórico que sofoca por momentos la voz de la joven autora. A la vez, evidencia una inteligencia que asimila y dialoga ágilmente con un amplio corpus filosófico. Pensar la sumisión desde Beauvoir significa abrir una nueva genealogía, quizás una apertura, dentro de la conciencia feminista. Así como para Beauvoir la escritura fue una forma de rebelarse y de constituirse como sujeto, para Garcia es una forma de situarse como una de las filósofas emergentes más relevantes de nuestro tiempo. ~

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es académica y crítica literaria, autora de Les émigrants / Los emigrantes (UAM-Écrits des Forges, 2015).


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