Vulgo, plebe, populacho

Se lee en mรกs de una contraportada que un libro estรก escrito "sin concesiones para el lector". Pero los escritores piensan en el lector, y algunos dejan constancia de ello.
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Con frecuencia nos preguntan a los escritores si pensamos en el lector cuando escribimos. Por fuerza hay que hacerlo, pues cualquier obra literaria es un acto de comunicaciรณn. Correctamente expresada, la pregunta serรญa: ยฟEn quรฉ clase de lector piensas cuando escribes? Asรญ, un autor de novela policiaca dirรญa: โ€œPienso en un lector de pocas luces que entre serie y serie de televisiรณn se da un tiempo para leer; pienso tambiรฉn en un productor de cineโ€. Los que escriben sobre escรกndalos bien conocidos, dirรญan: โ€œEscribo para el lector que quiere que le cuenten las cosas dos veces y bien digeridasโ€. Los que retratan la realidad de la violencia mexicana: โ€œEscribo para los que no se han empachado con la cotidianidad y quieren verla mรกs amarillaโ€. Los que escriben noveluchas sentimentales con mensajes inspiracionales dirรญan: โ€œEscribo para gente de mente simplona que busca recetas fรกciles en busca de superarse, pero que nunca se superarรก, de modo que comprarรก mi prรณxima novela, que es siempre peor que la anteriorโ€.

Eso dirรญan, pero no lo dicen. A los lectores hay que dorarles la pรญldora. A fin de cuentas, se hace creer que la lectura es un acto intelectual, lรฉase lo que se lea, y que la cultura de un paรญs se mide por la cantidad de libros que se leen, aunque no se lean. En las encuestas de lectura, la respuesta falsa pero correcta es: Cien aรฑos de soledad.

Algunos autores se sentirรกn agraciados si en la contraportada de su libro o en alguna crรญtica se menciona que su obra estรก escrita โ€œsin concesiones para el lectorโ€; palabras comunes, pero sin sentido. No imagino un chef que cocine sin concesiones para el comensal.

Algunos escritores del Siglo de Oro hicieron evidente que pensaban en el lector. Muy conocido es el mensaje que Cervantes dirige al desocupado lector. โ€œNo quiero irme con la corriente del uso, ni suplicarte, casi con las lรกgrimas en los ojos, como otros hacen, lector carรญsimo, que perdones o disimules las faltas que en este mi hijo vieresโ€ฆ y asรญ, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calumnien por el mal ni te premien por el bien que dijeres de ellaโ€.

Juan de Timoneda comienza su El patraรฑuelo con una epรญstola al amantรญsimo lector que ningรบn escritor amantรญsimo de sรญ mismo escribirรญa hoy: โ€œComo la presente obra sea para no mรกs de algรบn pasatiempo y recreoโ€ฆโ€.

Mateo Alemรกn, en su Guzmรกn de Alfarache, piensa en dos tipos de lectores, y les dirige sendos discursos, comenzando con el vulgo: โ€œNo es nuevo para mรญ, aunque lo sea para ti, oh enemigo vulgo, los muchos malos amigos que tienes, lo poco que vales y sabes, cuรกn mordaz, envidioso y avariento eresโ€ฆ Eres ratรณn campestre, comes la dura corteza del melรณn, amarga y desabrida, y en llegando a lo dulce te empalagasโ€. Y lanza la sentencia que Tomรกs de Iriarte harรญa famosa con su fรกbula del oso, la mona y el cerdo: โ€œNo quiero gozar el privilegio de tus honras ni la franqueza de tus lisonjas, cuando con ello quieras honrarme, que la alabanza del malo es vergonzosaโ€.

Entonces deja al vulgo para dirigirse al discreto lector, y pedirle su indulgencia por la osadรญa de haber dado tal libro a la luz: โ€œโ€ฆserรก posible que en lo que faltรณ el ingenio supla el celo de aprovechar que tuve, haciendo algรบn virtuoso efeto, que serรญa bastante premio de mayores trabajos y digno del perdรณn de tal atrevimientoโ€.

Al vulgo le habla de frente; al discreto, con disimulo. Hoy las cosas son tan al revรฉs, que al discreto se le embiste y ni siquiera queda algo a lo que pueda llamarse โ€œvulgoโ€.

En el mismo tono, Benito Jerรณnimo Feijoo hace crรญtica de quienes escriben para dar gusto al vulgo. โ€œNadie negarรก que esa es la ocupaciรณn mรกs fรกcil y cรณmoda que se puede dar a la pluma. Para vivir en paz y recibir aplausos del engaรฑado populacho no hay cosa mejorโ€.

Y ya que hablรฉ de Tomรกs de Iriarte, รฉl tiene una fรกbula muy optimista dirigida a los escritores que escriben mal:

Sepa quien para el pรบblico trabaja,
que tal vez a la plebe culpa en vano,
pues si, en dรกndola paja, come paja,
siempre que la dan grano, come grano.

Yo he visto que en las librerรญas la mayor parte de la gente elige paja y no grano. Iriarte dice โ€œplebeโ€. Creo que ya tampoco existe, como no existe el populacho.

El รบltimo que usรณ con esplendor y osadรญa este epรญteto en cadena nacional para referirse a la masa sin ilustraciรณn fue el gran Garcรญa Ponce: โ€œLa poesรญa ha dejado de ser popular porque lo popular ha dejado de ser poesรญa. La idea de puebloโ€ฆ ha sido bajada de nivel hasta el grado de que el pueblo ya no es el pueblo del que el poeta es parte, y al que canta y funda, sino que el pueblo en los tรฉrminos de esa degradaciรณn solo puede considerarse populachoโ€ฆ, una masa anรณnima que no tiene acceso a la poesรญa. Cuando la poesรญa vuelva a ser popular es que el pueblo habrรก ganado el derecho de merecer el nombre de pueblo, y tendrรก poetasโ€.

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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