Dos poemas

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Aseo mi futura casa

No me detengo para mirar la calle

donde los niños con sus pasos dejan

un dulzor suspendido en el ambiente. No.

No me detengo para seguir sus risas por la ventana

porque podría descubrirme viejo a mis veintiuno.

En cambio, recojo un zapato de mi padre

a mi medida, también el abrigo desgastado

que me regaló mi madre. Así sucedo

al día, así vivo sacudiendo la telaraña de las paredes

donde penden diplomas que dan cuenta

de mi entendimiento del mundo:

un papel de letras doradas con mi nombre. No hay más,

aseo mi futura casa

y mientras espero la noche

no dejo que los niños ensucien el azulejo.

 

* * *

 

Un perro muerto descansa cerca de las buganvilias

Un perro muerto descansa cerca de las buganvilias

y como Cristo a Lázaro, le digo:

                                                  Levántate,

sólo es de hombres morir de tanta luz.

A ti nada te fatiga

ni siquiera el tiempo porque vives siete pasos adelante:

la eternidad se ancha a tus expensas.

Por eso si alguien te dice:

                                        Muérete,

no hagas alardes ni cartas de despedida,

juega a morirte como los niños.

Yo, en cambio, vine al jardín con esta soga ardiendo

y sólo mirarte removió la tentación:

                                                        Levántate.

Ven.

Afuera está tu carne

nocturna y entumecida.

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