Aloma Rodríguez

Entrevista con Annie Ernaux: “La forma de mi vida es la forma de mi escritura”

La escritora habla de sus primeros intentos de novela, de la relación entre la intimidad y la escritura y de la ausencia de pudor cuando escribe.
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Annie Ernaux visita España para acudir a un acto en La Noche de los Libros el viernes anterior a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Ella, votante de Mélenchon, ha pedido el voto para Macron, de quien dice que se ha olvidado de la clase trabajadora. Por la proximidad de la cita electoral en muchas entrevistas le preguntan por eso. En unas semanas la editorial Cabaret Voltaire publica Los armarios vacíos, la primera novela de Ernaux, que apareció en 1974. En la Quinzaine des réalisateurs, en Cannes, presenta una película, Les années Super 8, que firma con su hijo, David Ernaux-Briot, que recupera cintas domésticas: el amor conyugal y vacaciones familiares. 

¿Cómo vive esta especie de redespertar de su obra, no solo con las traducciones en España, también las películas en Francia, etc.? 

Lo vivo con mucha sorpresa porque, bueno, ya tengo una edad y es algo que no había previsto. Nunca he previsto la suerte de mis libros; cada libro ha sido para mí una sorpresa. Ha habido buenas y malas. Por ejemplo, con El acontecimiento –que está traducido al español y diría que en el mundo entero–, cuando salió provocó cierto pavor, o al menos la dificultad de hablar de eso. Y ha habido grandes y magníficas sorpresas, con Los años, por ejemplo, que tuvo un eco inmediato. Cada vez me sorprende. Con respecto a las películas, que han salido a la vez y me han dado mucha visibilidad, estoy contenta, pero no me impide desear tener tiempo para escribir. Y tiende a impedírmelo… 

Y con respecto a si eso le da la posibilidad de repensar los libros… 

Quedan muy lejos. Un libro permanece vivo, en el sentido de que sigue dando que hablar, no mucho tiempo en realidad, un año o dos. Después hay un tipo de discurso que se hace sobre el libro, pero el texto está lejos de mí. Está a punto de salir en España mi primera novela, Los armarios vacíos, y en cierta manera, hablo de ese libro como si fuera el libro de otra escritora. 

Era otra escritora…

Sí, es el libro de otra escritora. No podría escribirlo: ya no escribo con esa rabia, esa violencia ya no la tengo… Podría copiarme, pero no sería de verdad. 

Visto desde fuera, en su obra hay un camino, el del relato auto-socio-biográfico, que culmina en Los años

Pienso que culmina antes de Los años, se acabaría precisamente con El acontecimiento, quizá. Los años es ya otra cosa. Para mí es más histórico que sociológico y es también otra escritura. Es una escritura mucho más amplia, mucho más compleja que el periodo sociobiográfico. Memoria de chica es otra cosa. 

Memoria de chica tira de un hilo, que estaba ya en otros libros, el del deseo, el cuerpo… 

Sí, el cuerpo… Estaba ya en Los armarios vacíos, reaparece en La mujer helada, aparece de otra manera en Perderse… 

En La ocupación

Es el cuerpo femenino, sí. Memoria de chica es el último en el orden de escritura, pero el primero en la vida. 

Da la sensación de que no termina los temas de una sola vez. Los retoma, por ejemplo, Pura pasión y Perderse, Los armarios vacíos y El acontecimiento… 

Hay otra cosa inacabada en La mujer helada que está también en la película que presentaré en la Quinzaine des réalisateurs en Cannes, Les années Super 8. Escribí sobre eso, lo interrumpí, mira el tiempo que ha pasado, vi que había algo que pedía ser atrapada en cierto modo… el amor conyugal, si se puede hablar de amor. 

Es como si hiciera tentativas… 

Es porque no se puede agotar. La vida vivida es inagotable, porque la memoria cambia sin parar también. El presente transforma siempre el pasado. 

¿Cómo hace para vencer el pudor, si tiene?

El pudor es una palabra curiosa. No sé mucho lo que es el pudor en la escritura. El pudor en la vida, sí sé lo que es y lo sufro. Por ejemplo, hablar de mi cuerpo, detesto la televisión, detesto que me miren, eso revela pudor, pero en la escritura no lo conozco porque tengo la impresión de que es otra. La persona que hay en la escritura no es necesariamente la persona de la vida. Antes de que me vieran, nadie sabía quién era Annie Ernaux, no se sabía… 

¿Y sus alumnos?

Los alumnos sí, pero en realidad no he tenido tantos alumnos desde que soy escritora porque fui profesora de enseñanza a distancia, así que no me veían. 

¿Qué busca con la escritura de la intimidad?

No creo que haga escritura íntima. Me sirvo de mi experiencia, de cosas de mi vida, como un tipo de materia a explorar, es una especie de exploración, pero no sé… A grandes rasgos sí sé qué quiero encontrar: en Memoria de chica quería contar una desfloración fallida y lo que va a continuación. Pero todo eso se presenta como una especie de magma en el que tengo que penetrar con la escritura. No es en absoluto el psicoanálisis porque no quiero hablar de eso antes, quiero ir con la escritura. 

En todos sus libros hay reflexiones sobre la propia escritura. Es como si la intimidad fuera un pretexto para la escritura. 

Sí. Es eso, pero al mismo tiempo hay que encontrar una forma, y eso es lo más duro. Empezó ya en Los armarios vacíos porque no sabía… quería atrapar toda mi vida en ese momento, hasta los 20 años. Duró unos meses, sufrí bastante porque no veía el modo, y de repente, después de uno o dos intentos fallidos de los que no conservo nada –no empecé a guardar los borradores hasta Una mujer–, pero me acuerdo de los principios. En uno empezaba con una pelea entre mis padres y yo y mi madre gritaba: “Esta cría nos escupirá en la boca”. Es esa violencia de lo que me acuerdo. Eso era el principio. Luego hubo otro principio que tenía que ver con mi situación del momento, de mujer aburguesada con un marido igual y luego un flashback. Y era una escritura muy cercana a la que luego aparece en El lugar. Empiezo… estaba abortando y por fin, doy con el tono y con todo y va bien y escribo el libro: había encontrado la forma. Me pasó lo mismo con El lugar, tenía cien páginas de novela. En un momento siento que es eso y puedo continuar. Si no, no puedo. 

Podríamos decir que en el origen de la escritura está el sentimiento de traición de clase, lo que atraviesa todos sus libros. 

El origen de la escritura es lo que pasó y cuento en Memoria de chica, que no tenía nada que ver con el sentimiento de traición que vino unos años después y que atraviesa todo… En el fondo, la forma de mi vida es la forma de mi escritura. 

Después de Memoria de chica y el trabajo de Les années Super 8 con su hijo, ¿tiene un proyecto de escritura nuevo?

Sí. Hay uno, pero creo que va a cambiar. Y hay algo que no pensaba que pudiera influir, voy a usar el término, la vejez. Ahora sé lo que es. Sé lo que es y no es solo el cuerpo, que tiene un lugar importante, es otra cosa. Y es esa otra cosa… me pregunto si no tengo la necesidad de hablar de eso. 

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