Escena de Zelig. Imagen: Orion/Entertainment Pictures via ZUMA.

Fabrizio como Zelig: la escritura camaleĆ³n

"Es un curioso mecanismo mental: lee un libro y, si le gusta, concluye que quien lo escribiĆ³ fue Ć©l."
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Me salpican a veces –pues rebotan por el tuiterĆ­o– las potentes eclosiones de inteligencia y cultura que padece el seƱor Fabrizio MejĆ­a Madrid cada vez que usurpa a otros escritores, que en su caso es lo habitual.

Hace unos dĆ­as publicĆ³ en el periĆ³dico oficialista un escrito titulado ā€œDĆ©jĆ  vuā€, en el que discurre sobre esa fisura neurolĆ³gica que produce la sensaciĆ³n de ya haber vivido lo que se estĆ” viviendo ahora, la famosa ā€œmemoria del presenteā€, y la asocia con las teorĆ­as sobre el fin de la historia. Lo reconocĆ­ pero no como dĆ©jĆ  vu (ā€œlo ya vistoā€) sino como dĆ©jĆ  lu (ā€œlo ya leĆ­doā€) en el ensayo del sobrevaluado Paolo Virno, ā€œDĆ©jĆ  vu and the end of historyā€, en el que cucharea a Bergson y a KojĆØve dĆ”ndoles crĆ©dito. Es obvio que Fabrizio sĆ­ sufriĆ³ un oportuno dĆ©jĆ  vu al leer ese ensayo y lo recordĆ³ instantĆ”neamente aunque, como olvidĆ³ que no lo habĆ­a escrito Ć©l, lo firmĆ³ con su nombre.

Por ejemplo, escribe Paolo Virno que

Estamos ante una repeticiĆ³n aparente, ilusoria. Creemos que ya antes hemos sentido, o visto, o escuchado o actuado, algo que de hecho estĆ” ocurriendo por primera vez…

mientras que Fabrizio escribe   

EstĆ”s haciendo algo y te asalta el recuerdo de que eso mismo ya ha pasado antes. Lo ya sentido, vivido o visitado habita extraƱamente lo que estĆ” sucediendo por primera vez.  

Y asĆ­ sucesivamente. Huelga decir que el nombre de Paolo Virno nunca aparece en el artĆ­culo ā€œdeā€ Fabrizio…

QuizƔs no deberƭa extraƱar que Fabrizio, intelectual orgƔnico al servicio del gobierno, mienta de esa manera. Si el presidente agrede cotidianamente a la prensa, Fabrizio agrede a los escritores que plagia, despojƔndolos de su libertad para vestirse con ella.

Es un curioso mecanismo mental: Fabrizio lee un libro y, si le gusta, concluye que quien lo escribiĆ³ fue Ć©l. Es como Zelig, el personaje aquel de Woody Allen que se mimetiza con quienes lo rodean y aplaca asĆ­ la irrelevancia de su pequeƱez. Se le ha visto convertirse en cualquier cantidad de pensadores, para pasmo de los ingenuos que lo veneran en las publicaciones oficialistas, ignorantes de que su asombro no es causado por Fabrizelig sino por aquellos a quienes saquea, como Gilles Deleuze, Edward Said o Hannah Arendt (no, modesto no es Fabrizio).  

Ya he comentado algunas de esas usurpaciones: aquĆ­ cuando se convirtiĆ³ en Giorgio Agamben; acĆ” cuando ā€“para celebrar el genio polĆ­tico de LĆ³pez Obrador comparĆ”ndolo con TĆ”cito y Petrarcaā€“ se expropiĆ³ a James Haskins; y acullĆ” cuando se nacionalizĆ³ a Edward Said.

Luego de ver lo de Virno, me asomĆ© a otros escritos recientes ā€œdeā€ Fabrizio. Parece haber desarrollado, por fin, cierta vergĆ¼enza. MĆ”s que el plagio sincero, el simple copy-paste que tanta fama le ha dado, practica ahora el cuchareo, como se le llama en la jerga acadĆ©mica al arte de parafrasear la informaciĆ³n y las ideas de otro autor. Claro, es cuchareo si se da crĆ©dito al cuchareado, pues de otra forma es plagio. Pues Fabrizio nunca da crĆ©dito, convencido de que la informaciĆ³n y la erudiciĆ³n son suyas por decreto oficial.

El sentido comĆŗn

Hace poco Fabrizio lanzĆ³ una revista mĆ”s de ā€œla 4Tā€. Se llama Sentido comĆŗn y su primer nĆŗmero estĆ” dedicado a alabar la reforma elĆ©ctrica del revolucionario institucional Manuel Bartlett. Es una revista tan importante que hasta Claudia Sheinbaum declarĆ³ que en ella estĆ” todo lo que se necesita saber sobre el tema. El director Fabrizio cuenta con un consejo de intelectuales robustos que fortalecen la conciencia nacional: Lorenzo Meyer, Rafael Barajas, Elena Poniatowska, Paco Ignacio Taibo II, Pedro Miguel, Enrique Semo y Elvira Concheiro (solo faltĆ³ Alejandro Gertz Manero, otro plagiario contumaz, que es el intelectual mĆ”s exitoso de la Cuarta TransformaciĆ³n).

El sentido comĆŗn como problema de la teorĆ­a polĆ­tica le interesa tanto a Fabrizio que le dedicĆ³ un escrito titulado ā€œLa oveja negraā€, que es muy inteligente pues saquea Common sense: A political history y otros trabajos de la verdadera erudita Sophia Rosenfeld.

Luego de la obligada alabanza al presidente LĆ³pez Obrador por sostener que ā€œno ser corrupto promueve una idea de la felicidad que es ajena a las posesiones materialesā€, Fabrizio empieza a saquear a Rosenfeld. Si ella fecha el origen del uso polĆ­tico del sentido comĆŗn en la Inglaterra de 1695, Fabrizio propone la misma fecha. Si Rosenfeld analiza el sentido comĆŗn como un ā€œsaber realā€ contra el ā€œescepticismo filosĆ³ficoā€, Fabrizio llega a la misma conclusiĆ³n: el sentido comĆŗn apareciĆ³ como ā€œun saber real que impidiera el escepticismoā€. Si Rosenfeld narra que Henry Fielding escribiĆ³ PasquĆ­n en 1736,

la obra teatral mĆ”s exitosa de la dĆ©cada, que se trata de la invasiĆ³n y el triunfo de un poder forĆ”neo llamado La Reina Ignorancia quien, con sus leales acĆ³litos ā€“el abogado, el mĆ©dico, el curaā€“, logra asesinar a La Reina Sentido ComĆŗn,

Fabrizio narra lo mismo:

Henry Fielding escribiĆ³ una obra de teatro, PasquĆ­n (1736), que comenzaba con el asesinato de La Reina Sentido ComĆŗn a manos de la Reina Ignorancia, el cura, el medicastro y el abogado. Fue la obra londinense mĆ”s vista de la dĆ©cada.

Si el periĆ³dico The Spectator ā€œlegitimĆ³ la divulgaciĆ³n de opiniones no expertas en la esfera pĆŗblicaā€ y no solo las de la corte, y ā€œasumiĆ³ la tarea de establecer la autoridad cognitiva de toda la poblaciĆ³nā€, como escribe Rosenfeld, Fabrizelig camalonea la misma idea:

El paso de una esfera pĆŗblica restringida solo a la corte del rey a una donde todo ciudadano podĆ­a opinar y hasta simplemente reaccionar, generĆ³ un cambio del sentir del pueblo a una facultad cognitiva compartida por todos.

Y asĆ­ sucesivamenteā€¦ No hay una sola idea que no venga del libro de Sophia Ronsenfeld, pero su nombre nunca aparece en el artĆ­culo ā€œdeā€ Fabrizio…

Otros fenĆ³menos neurolĆ³gicos

A raĆ­z de la pandemia el sabio Fabrizio firmĆ³ ā€œEl fantasmaā€, un artĆ­culo Ć­ntegramente saqueado de The Walker, el libro de Matthew Beaumont sobre el arte de ā€œperderse y encontrarse en la ciudad modernaā€ (es un muy buen libro que reciĆ©n publicĆ³ en espaƱol Alianza Editorial). Si el verdadero erudito Beaumont escribe

En 1909 Giorgio de Chirico convalecĆ­a en la Piazza Santa Croce de Florencia. Abatido por una enfermedad intestinal, el artista estaba, en sus propias palabras, ā€œen un estado casi mĆ³rbido de sensibilidad. Todo el mundo (ā€¦) parecĆ­a estar en convalescencia (ā€¦) Enmedio de la plaza estĆ” la estatua de Dante envuelto en su tĆŗnica (ā€¦) Y tuve la extraƱa impresiĆ³n de estar mirando todas las cosas como por primera vezā€,

el erudito Falsizio camaleonea:

esos cuadros de De Chirico provienen de su intrincada recuperaciĆ³n de una enfermedad intestinal en 1910. Sentado en una banca de la Plaza Santa Croce de Florencia, frente a una estatua de Dante que se le aparece como con una sĆ”bana de enfermo abrazada al cuerpo, el pintor tiene la impresiĆ³n de ā€œestar viendo las cosas por primera vezā€.

Si Beaumont cita a Nietzsche cuando escribe que ā€œsiente que sus ojos por fin se abren hacia esas cosas remotas, ahora tan cercanasā€ al salir de la convalescencia ā€œmuy despacio, con Ć”nimo lento, casi subrepticiamenteā€, Fabrizio se convierte en Nietzsche y escribe que ā€œsalir del encierro nos hace ver lo inmediato como remotoā€ y que ā€œentramos lenta y arduamente en la convalescenciaā€. Si Baudelaire, citado por Beaumont, escribe sobre sentirse ā€œsensible a la familiar atmĆ³sfera de las calles y a la vez anestesiado por ellasā€, Fabrizio se convierte en Baudelaire y dice hallarse ā€œsensible al mundo conocido, pero a la vez anestesiado por su extraƱa familiaridadā€.

Y asĆ­ sucesivamente… No hay una sola idea, cita o reflexiĆ³n que no venga del libro de Beaumont, pero su nombre nunca aparece en el artĆ­culo ā€œdeā€ Fabrizio.

En otra emotiva declaraciĆ³n de desinteresada adulaciĆ³n al C. Presidente LĆ³pez Obrador, que se titula (es en serio) ā€œĀæPor quĆ© salir a votar a un Presidente tan querido?ā€, Fabrizio convocĆ³ al pueblo a votar contra la revocaciĆ³n de mandato explicĆ”ndole quĆ© significa ā€œla confianzaā€, quĆ© son los ā€œcontroles horizontalesā€, cuĆ”les los verticales como los plebiscitos y cĆ³mo

cuando hablamos de confianza en polĆ­tica nos referimos a la que uno practica con familiares y amigos en el Ć”mbito privadoā€¦ Se deposita la confianza en las intenciones de quien la recibe. Las expectativas residen en los compromisos de quien recibe la confianza de actuar, al menos en parte, de acuerdo a los intereses de quien confĆ­a en Ć©l.     

Aunque nuestro Filosofizio las propone como emanadas de su potente cacumen, las ideas en realidad vienen del artĆ­culo “Do we want trust in government?” (aparece en Democracy and trust, libro editado por Mark E. Warren), del verdadero erudito Russel Hardin, que escribiĆ³ lo mismo:

En el Ɣmbito privado, decir que confƭo en alguien con respecto a un asunto significa que tengo razones para esperar que ese alguien actuarƔ en favor de mi interƩs porque tiene buenas razones para hacerlo, razones que son parte de mi interƩs.

Esto es asĆ­ porque, concluye Hardin,

La confianza es una relaciĆ³n que tiene tres lados: A confĆ­a en B para hacer X.

que es, asombrosamente, la misma ecuaciĆ³n que fabricĆ³ Fabrizio:

La confianza es una relaciĆ³n que tiene tres lados. Es decir, A confĆ­a en B para hacer X.

Y asĆ­ sucesivamente… No hay una sola idea, cita o reflexiĆ³n que no venga del libro de Hardin, pero su nombre nunca aparece en el artĆ­culo ā€œdeā€ Fabrizio.

Que los nombres de Virno, Rosenfeld, Beaumont y Hardin no aparezcan en los escritos ā€œdeā€ Fabrizio cumple asĆ­ con la definiciĆ³n de plagio: ā€œPara que haya plagio debe existir la intenciĆ³n de presentar una obra de otro como propiaā€. Es una definiciĆ³n sucinta y certera que, ĀæquiĆ©n lo habrĆ­a pensado?, es ā€œdeā€ Fabrizio…

No deja de ser elocuente que tanta actividad intelectual se haga en nombre de una ā€œtransformaciĆ³nā€ que ordena ā€œno mentir, no robar y no traicionarā€. Pues no, salvo el plagiario que le miente a los lectores, roba al plagiado y se traiciona a sĆ­ mismo ā€œsin consideraciones morales de ninguna Ć­ndoleā€, como tanto le gusta decir al lĆ­der de la nueva moralidad.   

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Es un escritor, editorialista y acadƩmico, especialista en poesƭa mexicana moderna.


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