Lee aquรญ otras entregas deย Memorias de un leedor.
En 2007, luego de un par de aรฑos en Estados Unidos y tras terminar la tesis de doctorado, decidรญ tomarme un aรฑo sabรกtico para leer y escribir a mi antojo. Venรญa de un periodo largo de mucho trabajo y en el que habรญa leรญdo, sobre todo, con fines acadรฉmicos; en realidad, mรกs que verdaderamente leer, โtrabajaba conโ, tรญpica deformaciรณn del filรณlogo. Deseaba recuperar mi antigua libertad lectora, en la que leรญa voraz y desordenadamente lo que querรญa, sin ninguna obligaciรณn y sin ninguna presiรณn, porque sรญ.
Con este propรณsito me retirรฉ, frayluisianamente, a Coatepec, un pueblo cerca de Xalapa. Allรญ habรญan vivido mis abuelos, en una vieja casona que ya nadie habitaba (la misma en la que ahora, diez aรฑos despuรฉs, escribo estas lรญneas). Le hice algunas reparaciones, la remocรฉ un poco, y me encerrรฉ a leer. Naturalmente, mi intenciรณn era aprovechar el tiempo para llevar a cabo โgrandes lecturasโ, o sea, lecturas de grandes obras que habรญa venido postergando. Leรญ, por ejemplo, a Proust y a san Agustรญn, pero el aรฑo estuvo marcado por dos lecturas diametralmente opuestas, aunque con algunos puntos en comรบn: el Libro del desasosiego de Fernando Pessoa y los Ensayos de Michel de Montaigne. Quienes los hayan leรญdo a fondo sabrรกn que poner juntos esos dos libros es casi esquizofrรฉnico, pero asรญ ocurriรณ y se verรก que tiene su lรณgica.
El Libro del desasosiego fue una lectura largamente aplazada, de esas โa las que ya aludรญโ que intuimos que supondrรกn un gran impacto. Yo habรญa comprado aรฑos atrรกs, en un viaje a Lisboa, en la famosa librerรญa Bertrand, la ediciรณn en portuguรฉs de Richard Zenith (Livro do desassossego, Assรญrio & Alvim, Lisboa, 5ยช. ed., 2005). No sabรญa portuguรฉs, nunca habรญa leรญdo un libro en esa lengua, pero estaba resuelto a que ese iba a ser el primero; en realidad, como Cervantes dijo de Ariosto y el toscano, con dos ochavos de portuguรฉs se puede leer a Pessoa directamente. Es la ediciรณn rรบstica, brochada (habรญa una empastada, mucho mรกs cara), con portada color dorado, plastificada (mi ejemplar tiene ya el plรกstico despegado de las orillas), y la clรกsica foto de Pessoa, periรณdico y gabardina en mano, caminando entre la multitud por el centro de Lisboa.
Nuestras lecturas decisivas son aquellas que llevamos a cabo primero, en la adolescencia o juventud. Creo que es fundamentalmente asรญ, pero tambiรฉn hay excepciones: autores y obras que leemos cuando ya somos adultos y llevamos un buen trecho como lectores y que nos obligan a reacomodarlo todo. Pessoa, para mรญ, tuvo ese efecto, pues ningรบn escritor me habรญa impresionado tanto desde probablemente Borges. El Libro del desasosiego, en particular, cumple a cabalidad lo que Kafka exigรญa de los libros: ser como un golpe en la cabeza, el hachazo que rompe el mar helado dentro de nosotros. El caso de Pessoa, ademรกs, es รบnico porque, a diferencia de los otros grandes escritores del siglo XX (Kafka, Joyce, Proust, Mann, Borges, etc.), la mayor parte de su obra saliรณ a la luz tardรญamente โla primera ediciรณn del Libro del desasosiego, en portuguรฉs, es apenas de 1982โ y aรบn no estรก establecida del todo. Seguimos descubriendo a Pessoa y el lugar que su obra ocuparรก en la literatura mundial moderna estรก aรบn por definirse.
ยฟQuรฉ es el Libro del desasosiego? Es una obra inclasificable, que no pertenece a gรฉnero alguno y cuya principal seรฑa de identidad sea acaso la forma del fragmento (ya en una carta a un amigo suyo, el propio Pessoa se quejaba del libro y, hamletianamente, decรญa: โfragmentos, fragmentos, fragmentosโ). Dicha forma estรก en el corazรณn de la poรฉtica de Pessoa, que escribiรณ trozos de muchas obras sin alcanzar a terminarlas, y que, mรกs que una elecciรณn, se antoja una necesidad o una fatalidad inexorable. Pessoa, fragmentado en las mรบltiples personalidades de sus heterรณnimos, no podรญa no escribir fragmentariamente.
Los trechos que integran el Libro son las desoladas reflexiones filosรณficas de Bernardo Soares, un burรณcrata โasistente de contabilidadโ en una oficina de Lisboa. Pessoa, que se ganรณ la vida traduciendo cartas comerciales en oficinas muy parecidas a la de Soares, decรญa que este era un โsemi heterรณnimoโ porque โno siendo mi personalidad, no es diferente a la mรญa, sino una simple mutilaciรณn de ella; soy yo, menos el raciocinio y la afectividadโ. Pero esas dos cosas son muy importantes, asรญ que habrรญa que tener cuidado con atribuir, sin mรกs, lo escrito por Soares a Pessoa.
Leer el Libro del desasosiego, internarse en sus โintervalos dolorososโ y โpaisajes con lluviaโ (subtรญtulos que se repiten una y otra vez), termina siendo, como querรญa su autor, mรกs que una lectura, โuna pesadilla voluptuosaโ. Poco a poco el desasosiego del tรญtulo โjusto como pocosโ se va apoderando del lector, envolviรฉndolo y arrastrรกndolo con รฉl, pero, como le gustaba recordar a Pessoa, solo leemos lo que ya estรก escrito en nuestra alma; si la desazรณn de Soares ha encontrado tanto eco en el lector moderno es porque en รฉl anidan, asรญ sea de forma diluida o nebulosa, semejantes razones de angustia.
Soares es un รญnfimo burรณcrata, como el empleado de seguros Franz Kafka o el empleado bancario Ettore Schmitz. Es uno mรกs de esos trabajadores anรณnimos que, sin siquiera contacto con el pรบblico, se consume silenciosamente detrรกs de un escritorio llevando a cabo, o no, una labor anodina. El mundo de la burocracia es el telรณn de fondo del Libro del desasosiego: mundo rancio y mezquino, hecho de horarios fijos y relojes checadores, tareas minรบsculas, ilusiones perdidas, escritorios grises y ventiladores sucios que espantan moscas perezosas. Sin embargo, este burรณcrata, detrรกs de su apariencia ordinaria, piensa y sueรฑa.
Los temas esenciales del Libro del desasosiego son el tedio y lo que a lo largo de la obra se denomina el Misterio, que podrรญa resumirse en la desesperada pregunta formulada en el fragmento 70: โยฟQuรฉ estรก haciendo aquรญ todo esto?โ. Soares sabe que, para las grandes interrogantes de la vida, no tendremos nunca una respuesta ni remotamente satisfactoria. No posee la tranquilidad ni el consuelo que da la fe y esto lo orilla a lo que llama la Decadencia (el burรณcrata lisboeta viene a ser como un primo pobre y mรกs lรบcido del Des Esseintes de Huysmans), por lo que entiende โla pรฉrdida total de la inconscienciaโ. La desgracia de Soares, en el fondo, es la misma del dostoyevskiano hombre del subsuelo: una consciencia demasiado lรบcida, una hiperconciencia, que en su caso, como en el de su remoto antepasado Hamlet, lo conduce a la inacciรณn.
No creo haber leรญdo libro que provoque mayor sensaciรณn de desamparo y desolaciรณn que este (y muy miserable hay que sentirse para escribir la lรญnea: โenvidio a todo el mundo no ser yoโ). Soares reconcentra y maximiza sensaciones e ideas โideas sentidas, serรญa mรกs exactoโ que son la seรฑa de identidad del hombre moderno: la orfandad metafรญsica, la soledad existencial, la alienaciรณn personal, la lucidez impotente, el tedio vital y la parรกlisis. En pocos trechos se constata mejor su sufrimiento que en aquellos que tratan de su disoluciรณn personal, del desvanecimiento del yo y la radical experiencia de la otredad (la percibida dentro de uno mismo): โTodo se me evapora. Mi vida entera, mis recuerdos, mi imaginaciรณn y lo que contiene, mi personalidad, todo se me evapora. Continuamente siento que fui otro, que sentรญ otro, que pensรฉ otro. Aquello a lo que asisto es un espectรกculo con otro escenario. Y aquello a lo que asisto soy yoโฆ Dios mรญo, Dios mรญo, ยฟa quiรฉn asisto? ยฟCuรกntos soy? ยฟQuiรฉn es yo?โ. Tal vez la mejor imagen para entender a Pessoa sea la de concebirlo como una obra de teatro en la que รฉl mismo es, conjuntamente, la obra, los actores, el pรบblico y el escenario.
Al mismo tiempo que leรญa el Libro del desasosiego, leรญa la antologรญa Poesia do eu, preparada tambiรฉn por Richard Zenith. Con ella, leyendo una tarde los โDos fragmentos de odasโ de รlvaro de Campos, tuve una de mis mรกs intensas experiencia de lectura. Llevaba varias semanas sumergido por completo en Pessoa, deslumbrado, saliendo apenas de la casa y, de pronto, al llegar a los versos finales de la segunda oda (โMรญrame en silencio y en secreto y pregรบntate / tรบ, que me conoces, quiรฉn soy yoโฆโ), me soltรฉ a llorar. No soy nada inclinado al llanto, pero en aquella ocasiรณn fue como si todo el sufrimiento leรญdo en Pessoa durante aquellas semanas se hubiera acumulado dentro de mรญ y estallara. Sentรญ, creo, una genuina compasiรณn, pero no solo por Pessoa, sino por el sufrimiento humano personificado en รฉl. Hay autores que parecen ensanchar, para todos los hombres, los lรญmites de la soledad y la angustia, y Pessoa es uno de ellos. Hay libros que no leemos, los sobrevivimos, y el Libro del desasosiego es uno. Muchas veces, despuรฉs, lo he leรญdo y releรญdo. A pesar de ser mรกs bien ajeno a mi temperamento (y en las afinidades que tenemos con los escritores que leemos mucho acaba siendo cuestiรณn de temperamento), nunca puedo leerlo sin estremecerme.
Un autรฉntico estremecimiento, de otra naturaleza, sentรญ una tรณrrida maรฑana de agosto en la Biblioteca Nacional de Portugal acompaรฑando a mi amigo colombiano Jerรณnimo Pizarro, que trabajaba en la ediciรณn de las obras completas de Pessoa. Sin decirme nada, conociendo mi incipiente devociรณn pessoana, Jerรณnimo me condujo al Fondo Reservado, apenas custodiado por una seรฑora somnolienta. Fue por unas cajas, las puso sobre la mesa y, de pronto, empezรณ a sacar y a pasarme una serie de libretas, hojas sueltas y, literalmente, servilletas de cafรฉ garabateadas con poemas, โa ver si entendรญa yo algoโ. Naturalmente, eran los contenidos de la famosa arca (a su muerte, los familiares de Pessoa encontraron un baรบl con mรกs de treinta mil papeles, su herencia prรกcticamente inรฉdita), los originales del poeta, de su puรฑo y letra, del Libro del desasosiego y otros textos. Fue como si a un creyente le aventaran casualmente un pedazo de tela y le dijeran: โยกmira, el santo sudario!โ. Aquella maรฑana salรญ de la Biblioteca al ardiente verano lisboeta en estado extรกtico.
(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.