Ryoko Sekiguchi (Tokio, 1970) reside desde hace más de 20 años en París, su especialidad como escritora es la gastronomía y el sentido del gusto, y desde ahí va ampliando. Es la autora de Nagori. Nostalgia por la estación que termina, publicado en Periférica, con traducción de Regina López Muñoz. La voz sombra (también en Periférica, también traducido por Regina López Muñoz) es un ensayo que comparte el aliento poético-meditativo de Nagori y la mirada enfocadísima a la vez en lo material y lo espiritual de las cosas. En este caso, Sekiguchi parte de la voz, de su materialidad, para hablar de la muerte de nuestros seres queridos, de lo que queda de ellos cuando se van, de las huellas de la ausencia.
En las primeras páginas del libro, Sekiguchi da un consejo: “El mensaje de este libro, o más bien la moraleja que se extrae de su lectura, es únicamente este: graba la voz de tus seres queridos.” El disparador del libro es la muerte de su abuelo y la diferencia que hay entre aceptar y convivir con la muerte cuando no se vive en el mismo país. Puede que no sea la única muerte de la que habla, pero huye todo lo que puede de la concreción autobiográfica buscando lo universal del sentimiento y la reflexión. Sekiguchi, como ya hacía en Nagori, va buscando cabos de hilos de los que tira con sutileza pero sin miedo.
Escribir es una manera de pensar, queda claro al leer este brevísimo ensayo, fugaz casi, pero como las estrellas, queda la estela. Sekiguchi aborda la voz, esa cosa concreta, material y que trae de vuelta al presente el presente de cuando fue emitida, casi más que un video, para ella, de un modo un poco mágico; lo relaciona con cierta relación sensorial que establece la voz: te acaricia el tímpano, escribe Sekiguchi. La relación de intimidad que se establece a través del oído no solo se produce con la voz grabada en el ámbito privado, mensajes en el contestador, audios hoy, etc., también se da con las voces de la radio. “Mientras que el teléfono ocupa la esfera privada, la radio se mueve siempre en los límites de esos dos espacios, el de lo íntimo y el de lo público”, escribe. ¿Y qué pasa con los textos? “Los escritos, que se cuentan entre las obras más abstractas que produce el ser humano, son capaces de perdurar a lo largo de distintas épocas, de sobrevivir a la muerte de su autor, sin que los vivos los alteren. Todavía pueden leerse y apreciarse. En los escritos más íntimos, como las cartas manuscritas, el cuerpo de quienes ya no están se manifiesta con mayor firmeza. Esto explica la perversa atracción que suscitan las correspondencias entre escritores en quienes tratan de hallar su voz. Sin embargo, esta no tiene nada que ver con la voz real”, escribe en La voz sombra.
La voz sombra es hondo y ligero al mismo tiempo, se mueve en el campo literario, aparecen poetas que graban lo que les rodea, también las voces, como Gozo Yoshimasu, cita a Proust o Aristóteles y se topa en la radio con una voz que le resulta familiar: ¡le había transcrito una conferencia! A la vez, se intuye cierta cotidianidad de quien escribe: la vida lejos de Japón, el trabajo relacionado con la literatura, la reflexión constante sobre lo que supone el exilio. La voz sombra es un ensayo sobre la voz pero contiene también el relato de un duelo que son todos los duelos.
(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).