Virginia Woolf, lectora honesta

Lo mรกs importante, y lo mรกs complicado de conseguir, para un lector es la honestidad, pensaba la escritora.
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Salgo de una vivificante temporada leyendo a Virginia Woolf. Su diario, sus novelas y ensayos. Su frescura y humor. Lo que mรกs me ha impresionado es la facilidad con la que se emancipa, en todas las esferas, de las ideas dominantes de su รฉpoca. Tenรญa un olfato รบnico a la hora de detectar prejuicios y calar a personas que repiten opiniones ajenas, sin sentir ni pensar. Su obra fue una lucha incesante por construir una habitaciรณn propia donde pudiera abrir ventanas y disfrutar de una vida afectiva e intelectual en desconfianza de la teorรญa. Y de todos los temas que abordรณ y resquebrajรณ โ€“sexualidad, enfermedad, relaciones familiaresโ€ฆ โ€“, me interesa particularmente la posiciรณn que sostuvo, en muchos de sus escritos, sobre cรณmo debe ser un buen lector. 

Para Woolf, existen dos tipos de lectores supuestamente acreditados de los que hay que desconfiar. Primero, el lector acadรฉmico. El tรญtulo de su primer libro de ensayos, El lector comรบn, es una referencia a Samuel Johnson, quien recelaba de los profesores llenos de prejuicios literarios y su engaรฑosa erudiciรณn. โ€œPermitir que unas autoridades, por muy cubiertas de pieles sedosas y muy togadas que estรฉn, entren en nuestras bibliotecas y dejar que nos digan cรณmo leer, quรฉ leer, quรฉ valor dar a lo que leemos es destruir el espรญritu de libertad que se respira en esos santuariosโ€. A eso, le opone el lector comรบn quien โ€œlee por placerโ€ y que โ€œnunca cesa, mientras lee, de levantar un entramado tambaleante y destartalado que le darรก la satisfacciรณn temporal de asemejarse al objeto autรฉntico lo suficiente para permitirse el afecto, la risa y la discusiรณnโ€. 

Por otra parte, Woolf ataca a la crรญtica periodรญstica. Sabรญa de lo que hablaba, pues escribiรณ mรกs de seiscientos artรญculos para la prensa, de los cuales innumerables reseรฑas crรญticas. Su principal objeciรณn es que el reseรฑador es una persona que va con prisa y que debe โ€œescribir demasiado y demasiado a menudoโ€. En tales condiciones es difรญcil realizar una lectura productiva de un libro, sabiendo ademรกs lo โ€œ imposibleโ€ que es para โ€œlos vivos juzgar las obras de los vivosโ€. En un ensayo titulado โ€œReseรฑarโ€, Woolf imagina, con su habitual humor, una horda de reseรฑadores convertidos, con el paso de los aรฑos, en โ€œresumidoresโ€ (resumirรกn รบnicamente la trama) y, posteriormente, en โ€œprobadoresโ€ (le pondrรกn un sello al libro, โ€œun asterisco para indicar aprobaciรณn y una daga para indicar desaprobaciรณnโ€). Asimismo, Woolf seรฑala que las reseรฑas suelen tratar sobre autores vivos, que son amigos o enemigos. โ€œEl reseรฑador sabe que tiene obstรกculos, distracciones y prejuiciosโ€. La crรญtica periodรญstica se inserta en un juego de relaciones, en el quรฉ dirรกn, alejada, por tanto, de una lectura pura y desinteresada.

Woolf desconfรญa de aquellas lecturas motivadas por factores ajenos al propio placer del lector. Lecturas cuya finalidad consiste en encajar y no meter la pata. Lecturas que buscan, a veces inconscientemente, la aprobaciรณn del entorno en el que se realizan. Un lector no lee lo que quiere, sino lo que supone que los otros esperan de รฉl. Parafraseando a Nieszche, no deberรญamos leer ni un solo crรญtico mรกs al que se le note que querรญa hacer un libro, un artรญculo: tan solo a aquellos cuyos pensamientos de improviso se volvieron libro o artรญculo. Decรญa Valรฉry que โ€œsolo leemos a fondo lo que leemos por motivos personalesโ€. Y Woolf definรญa sus ensayos como โ€œcrรญtica no profesionalโ€.

La nociรณn clave, para ella, es la de honestidad. Entre tantos acadรฉmicos y reseรฑistas, busca la figura del lector honesto, aquel capaz de deshacerse de categorรญas preestablecidas, de la mirada de los demรกs y escucharse a sรญ mismo. En Una habitaciรณn propia, Woolf defiende la ardua libertad de pensar en las cosas tal como son: โ€œEse edificio, sin ir mรกs lejos, ยฟme gusta o no me gusta? Ese cuadro, ยฟes bonito o no lo es? Ese libro, ยฟes a mi juicio bueno o no?โ€  La mayorรญa de las personas no leen, creen leer. Miran al costado para saber si un libro es bueno. Buscan confirmaciรณn en solapas, fajas de libros, reseรฑas o tweets. Incluso antes de haber leรญdo el libro. Requiere mucha valentรญa y preparaciรณn para leer honestamente, a la manera de Robinson Crusoe en la isla desierta, es decir, como un lector necesitado, despojado de sus bienes, ligero de ropa y tirado a la deriva. Decรญa Flaubert que era necesario beber ocรฉanos y orinarlos despuรฉs.

Woolf es muy proustiana en su manera de desconfiar de la inteligencia. Para ella, como para el autor de La recherche, la sensaciรณn prevalece sobre todo lo demรกs, la sensaciรณn permite acercarse a la verdad del mundo. Por lo menos a nuestra verdad del mundo. No existe un saber exterior y objetivo que nos dรฉ la clave de lo que sentimos, por ejemplo, al leer. Al contrario, la inteligencia distorsiona. Uno debe confiar en sus sensaciones y empezar siempre desde ahรญ. โ€œUn cuerpo dice la verdad. No siempre ni a la primera, pero siempre es el cuerpo el que la diceโ€, escribiรณ J.M. Coetzee. La honestidad del lector consiste pues en primar la intensidad de las emociones, en la difรญcil tarea de volver a poner el cuerpo en el centro de la lectura.

Para ello, la cualidad principal de un lector debe ser la atenciรณn. Prestar atenciรณn a lo que siente cuando lee. No a lo que deberรญa estar sintiendo, sino a lo que siente. Para no equivocarse, para no confundirse a sรญ mismo, para no realizar una lectura impostada. Poner toda la atenciรณn, todo el talante, toda la buena voluntad en la lectura. ยฟMe siento vivo o, por lo contrario, indiferente? ยฟPor quรฉ tropecรฉ con esta frase? ยฟPor quรฉ se detuvo mi ojo en aquella palabra? ยฟPor quรฉ bostecรฉ? ยฟQuรฉ me sorprendiรณ, quรฉ me decepcionรณ? ยฟQuรฉ pasaje quise releer? ยฟPor quรฉ tuve las irrefrenables ganas de leer en voz alta? ยฟPor quรฉ, impaciente, comprobรฉ el nรบmero de pรกginas que faltaban para acabar el capรญtulo? ยฟPor quรฉ me incorporรฉ en la cama en ese preciso instante? ยฟPor quรฉ camino mรกs despacio desde que cerrรฉ el libro? ยฟO, por lo contrario, por quรฉ me pongo a correr? El nรบcleo de toda crรญtica, si se quiere verdadera, deberรญa encontrarse entre los omoplatos, un hormigueo en la mรฉdula espinal. Y es que le prestamos demasiada poca atenciรณn a nuestro cuerpo. 

Woolf plasmรณ esta atenciรณn absoluta en una inolvidable escena de su novela Al faro. La seรฑora Ramsay โ€“mujer entregada al cuidado de su familia, de la casa, celestina a tiempo parcialโ€“ se queda, por fin, sola y en silencio en la terraza de la casa. Sus hijos se han acostado y ella abandona su papel de madre dedicada. Los quehaceres, las prisas y las obligaciones desaparecen. Ese trato inevitable con los demรกs. Tiene la sensaciรณn de despojarse poco a poco de su propia personalidad y convertirse en โ€œuna cuรฑa de oscuridadโ€. Y en este estado, contempla los destellos del faro y repara en que su preferido es el รบltimo de los tres, el mรกs largo y prolongado. La seรฑora Ramsay prefiere esa luz a todas las demรกs cosas. Esta escena hace especial eco a una entrada del diario de Woolf: โ€œCuando llega una visita soy Virginia, pero cuando escribo soy apenas una sensibilidad. Claro que me gusta ser Virginia, pero solo cuando mi disposiciรณn es sociable. Y ahora solo deseo ser una sensibilidad.โ€ Todo lector deberรญa tener ese sueรฑo: leer con una atenciรณn absoluta, convertirse en una sensibilidad, leer como sueรฑa escribir Virginia Woolf, leer exactamente de la misma forma en que la seรฑora Ramsay mira el anochecer en la bahรญa y el destello prolongado del faro. 

ยกPero quรฉ difรญcil! ยฟVerdad? ยกQuรฉ difรญcil es leer honestamente! Cuando pienso en Woolf, me viene la imagen de la seรฑora Ramsay sola en su terraza y estas hermosas palabras de Philip Roth: โ€œยฟLa crรญtica? Darรญa dos aรฑos de vida por escuchar en silencio lo que Virginia Woolf opinarรญa de una de mis novelasโ€. Porque Woolf no miraba al costado para saber si un libro era bueno. Era la lectora honesta que tanto buscรณ. 

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Kim Nguyen Baraldi (Bruselas, 1985) es ensayista. Edita el blog Calle del Orco y es autor de Por quรฉ Georges Perec (La uร‘a RoTa, 2024)


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