Paradojas de la cultura

La incultura se vuelve el paradigma del รฉxito, porque la clase polรญtica estรก formada por universitarios. Por eso, el ogro filantrรณpico se ha vuelto omiso o destructivo para el desarrollo cultural.
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En 1993, Canadรก, los Estados Unidos y Mรฉxico negociaban el Tratado de Libre Comercio. Los canadienses, conociendo la tradiciรณn cultural de Mรฉxico, buscaron a los mexicanos para dar trato aparte a la cultura, frente a la oposiciรณn de los Estados Unidos, que no querรญa. Se llevaron la sorpresa de un rechazo tajante: "La cultura no nos importa".

Fue una declaraciรณn llamativa. Mรฉxico habรญa tenido gobiernos sin interรฉs por la cultura, pero ninguno que lo proclamara. Por el contrario, la tradiciรณn era usar la cultura como bandera. Desde el porfiriato, la monocracia se legitimaba de muchas maneras, y la mรกs alta era la singularidad nacional frente al poder externo, en el marco de una historia, una cultura y un territorio propios, que justificaban la autonomรญa del Paรญs (y, de paso, la hegemonรญa interna).

A diferencia de los criollos, que se creรญan con derecho al poder por haber nacido aquรญ (no por tener una cultura distinta a los nacidos en Espaรฑa), los mestizos inventaron la afirmaciรณn nacional basada en la cultura propia, de raรญces indรญgenas y espaรฑolas. En el siglo XIX, las intervenciones militares de los Estados Unidos y Francia, y el despojo de una gran parte del territorio nacional, reforzaron el nacionalismo cultural. En el siglo XX, el nacionalismo revolucionario del Estado justificรณ su independencia, no sรณlo por su capacidad de imponer la violencia legรญtima internamente y frente a los invasores, sino por encarnar una cultura nacional.

Mรฉxico se adelantรณ a lo que Francia (en las negociaciones del mercado comรบn europeo) llamรณ la "excepciรณn cultural": la doctrina de que el fomento de la cultura nacional es de especial interรฉs para el Estado, y merece trato aparte en los tratados internacionales, la legislaciรณn, los impuestos y el presupuesto. Por esta doctrina, en Irlanda las regalรญas autorales de escritores, mรบsicos y pintores estรกn exentas del impuesto sobre la renta; los libros no pagan IVA, etcรฉtera.

La excepciรณn cultural se entiende especialmente de paรญses como Irlanda y Mรฉxico, que tienen situaciones anรกlogas: vecindad con una gran potencia imperial; economรญas dependientes del poder vecino; notable patrimonio cultural; mayorรญa catรณlica frente a mayorรญa protestante; lengua diferente (irlandรฉs, espaรฑol), frente al inglรฉs que los invade.

Hay quienes creen que, en esas circunstancias, no hay mรกs camino que marginarse, encerrarse y estatizar para resistir el peligro de acabar como Puerto Rico: un "Estado libre asociado". Hay quienes, por el contrario, creen que lo รบnico realista para salir de pobres es seguir el ejemplo de Puerto Rico, que tenรญa un PIB por habitante inferior al de Mรฉxico y hoy lo duplica.

Los unos y los otros se equivocan, como lo demuestra el ejemplo de Irlanda, que ha logrado un extraordinario desarrollo, sin hacerle ascos a la globalizaciรณn, pero protegiendo su cultura. En 1950, su PIB por habitante era de la mitad que el britรกnico: hoy lo rebasa. En cambio, Puerto Rico ha logrado menos de la mitad del PIB por habitante de los Estados Unidos (y Mรฉxico menos de la cuarta parte).

Los salinistas (1988-1994) tenรญan doctorados en el extranjero, una fe ciega en sรญ mismos y, sobre todo, la convicciรณn tranquila de que tener el poder es tener la razรณn. Se sentรญan mรกs allรก de la tradiciรณn, como fundadores de una modernidad necesaria. Un periodista extranjero, que cubriรณ su campaรฑa presidencial y hablaba perfectamente espaรฑol, contaba con extraรฑeza que no sรณlo hablaban en inglรฉs con รฉl, sino entre sรญ.

La baja prioridad cultural de los modernizadores (de entonces y de ahora) no se tradujo en recortar los presupuestos educativos y culturales, que se multiplicaron, sino en administrarlos sin interรฉs por la cultura: para negociar con los sindicatos, gobernadores y grupos de presiรณn. Nunca se habรญa gastado tanto en educaciรณn como en estos 20 aรฑos, pero ni las primarias, ni las secundarias, ni las preparatorias, ni las universidades, enseรฑan a leer.

Segรบn la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos 2004 del INEGI, 8.8 millones de mexicanos habรญan hecho estudios universitarios (incompletos, completos o de posgrado). Segรบn la Encuesta nacional de lectura 2006 del Conaculta, el 23% de esa poblaciรณn universitaria dijo que no lee libros de ningรบn tipo; el 40%, que no lee periรณdicos; el 48%, que no lee revistas y el 7% (mรกs de medio millรณn de universitarios), que no lee nada: ni libros, ni periรณdicos, ni revistas. Si asรญ estรก la poblaciรณn universitaria, es de imaginarse la situaciรณn general, que va de mal en peor. Otras dos encuestas de Conaculta permiten hacer comparaciones: la anรกloga de 2012, que tiene el mismo tรญtulo, y una anterior de 2003: la Encuesta nacional de prรกcticas y consumo culturales. En 2003, el 37% de los mexicanos dice que nunca ha estado en una librerรญa; en 2006, lo dice el 40%; en 2012, el 55%. En 2006, el 13% dice que nunca ha leรญdo un libro; en 2012, el 35%.

Otras cifras de 2012: El 5% lee un periรณdico todos los dรญas, el 30% a veces, el 65% nunca. El 43% dice que ahora lee menos que antes. El 34% dice que no le gusta leer. De los que dicen haber leรญdo libros, el 49% no recuerda el tรญtulo del รบltimo que leyรณ; el 53% no recuerda el tema.

De la encuesta 2006, hice un anรกlisis mรกs detallado ("La lectura como fracaso del sistema educativo", recogido en Dinero para la cultura). De donde resulta que algunas respuestas parecen infladas. Segรบn la encuesta, los mexicanos destinan casi el 2% del presupuesto familiar a la compra de libros: $220 pesos anuales. Pero segรบn la ENIGH 2004, el gasto corriente monetario en libros, revistas y periรณdicos fue el 0.4% del gasto familiar. Los libros representan cuando mucho la mitad, digamos 0.2%: diez veces menos que lo declarado en la encuesta.

Segรบn la encuesta, los habitantes de la ciudad de Mรฉxico (D.F. y zona metropolitana) de 12 aรฑos o mรกs leen 4.6 libros al aรฑo: 64.7% comprados, 16.5% prestados por un amigo o familiar, 10.2% regalados, 5.4% prestados por una biblioteca y 1% fotocopiados. Esto darรญa (18.5 millones de habitantes x 76% de 12 aรฑos o mรกs x 4.6 libros al aรฑo x 74.9% comprados o regalados) 48 millones de ejemplares vendidos en la ciudad de Mรฉxico el aรฑo 2005, lo cual parece exagerado.

En la secciรณn amarilla del directorio telefรณnico 2005 de la ciudad de Mรฉxico, habรญa unas 325 librerรญas. Si se les atribuye la venta de 48 millones de ejemplares, vendieron 150 mil ejemplares cada una, que es increรญble. Las 75 librerรญas de Educal, cuyo tamaรฑo es superior al promedio, tenรญan como meta promedio para el aรฑo 2004 vender la mitad: 75 mil libros y artรญculos culturales (no sรณlo libros).

Desgraciadamente, no se ha hecho una encuesta de lectura entre los maestros. Serรญa reveladora. Leer por gusto es algo que se contagia, como todos los gustos. El foco de contagio en Mรฉxico era la escuela: los maestros, compaรฑeros y amigos, no la casa. Asรญ como no abundaban los mรฉdicos hijos de mรฉdicos, pocos grandes lectores eran hijos de grandes lectores. Hoy una encuesta centrada en el mundo escolar y universitario mostrarรญa que los maestros no leen, y que su falta de interรฉs se reproduce en los alumnos, por lo cual multiplicar el gasto en escuelas y universidades sirviรณ para multiplicar a los graduados que no leen.

Paradรณjicamente, en estos mismos aรฑos, la cultura avanzรณ notablemente. La paradoja se explica porque muchos avances culturales dependen del interรฉs en la cultura de muy pocas personas. La situaciรณn varรญa segรบn las actividades. Las librerรญas han venido desapareciendo porque los mexicanos no leen, porque los locales comerciales pueden cobrar mayores rentas a los que venden otra cosa y porque a los funcionarios (que tampoco leen) no les importa. Y, sin embargo, se han multiplicado los escritos notables porque hay mucho talento y los escritores no viven de escribir. Tambiรฉn han surgido editores notables, porque hay vocaciรณn y basta la venta de 3 mil ejemplares de un libro para justificarlo econรณmicamente. Y hay notables ediciones de lujo, porque se regalan, porque no hace falta leerlos y porque abundan las instituciones y empresas millonarias.

Las burocracias institucionales y los sindicatos educativos, universitarios, artรญsticos y culturales, no sรณlo se llevan la mayor parte del presupuesto: estorban para el desarrollo de la cultura. Pero hay muchas actividades culturales que pueden producirse en casa, en microempresas o en el extranjero, al margen de las burocracias y los sindicatos. Irse de Mรฉxico ha sido fructรญfero en muchos casos, y no necesariamente malo para el paรญs. El apoyo de las grandes empresas a las microempresas culturales ha demostrado su viabilidad y deberรญa multiplicarse. Siempre hay salida para las vocaciones creadoras. Lo lamentable es la situaciรณn general.

A mediados del siglo XX, el gabinete presidencial tenรญa una escolaridad promedio que apenas llegaba a la licenciatura. Sin embargo (¡lo que es el subdesarrollo!), muchos funcionarios de entonces creรญan en los libros, en el arte, en la cultura, como algo importantรญsimo para la vida personal y nacional. Algunos fueron grandes escritores. Ahora hay altos funcionarios con doctorados en el extranjero a los cuales no es fรกcil explicarles que la cultura sรญ nos importa.

Una vez que la educaciรณn superior produce millones de ignorantes de su propia ignorancia, como si fuera natural; y universitarios que no leen, como si fuera natural; la incultura se vuelve el paradigma del รฉxito, porque la clase polรญtica estรก formada por universitarios. Por eso, el ogro filantrรณpico se ha vuelto omiso o destructivo para el desarrollo cultural. Algunos atribuyen el daรฑo resultante a intenciones siniestras, sรณrdidos intereses o rencores inconscientes. Una explicaciรณn mรกs sencilla estรก en las buenas intenciones que no saben de quรฉ se trata. 

 

(El รngel de Reforma, 17 noviembre 2013)

 

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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