En buena parte del mundo atravesamos por una reeditada ola de radicalismo. A regรญmenes populistas, fuerzas neofascistas y movimientos anarquistas por igual los une el impulso de destruir (o deconstruir) lo que hoy tenemos, por ser supuestamente disfuncional, para dar paso a algo nuevo, que a veces no es sino la restauraciรณn de pasados idรญlicos. Son la nueva revancha histรณrica de los agravios acumulados. Como todo radicalismo, se hacen acompaรฑar de una carga moral que dicta que quienes no aceptan el cambio, o se atreven siquiera a cuestionarlo, traicionan a la colectividad.
Sucede lo mismo en el trumpismo que entre los jรณvenes de la izquierda radical estadounidense; en la Turquรญa de Erdogan o en la Hungrรญa de Orbรกn. Sucede, de forma similar, en el Mรฉxico de Lรณpez Obrador. Allรก quienes se oponen al cambio son el โestablishmentโ o los โprivilegiadosโ. Acรก, en nuestro paรญs, el presidente ha atinado en llamarles โlos conservadoresโ.
Cuando el presidente de Mรฉxico habla de conservadurismo no se refiere a uno moral o tradicionalista, al que de hecho representa รฉl mejor que nadie. El conservadurismo que le estorba es mรกs simple y comรบn: es la resistencia al cambio abrupto e irreflexivo. Ese carรกcter conservador, tan despreciado por los radicales de izquierda y de derecha, merece ser reivindicado.
El conservadurismo liberal, en tiempos de radicalismo, es tan necesario como valeroso. Significa rechazar apuestas polรญticas con claros tintes destructivos y apostar por edificar sobre lo conocido. Ser guardianes de lo que ha tomado dรฉcadas o siglos construir y que los supuestos transformadores buscan derrumbar. Es apologรญa del incrementalismo y de la reforma frente a la reinvenciรณn de todo. Prudencia frente a la irreflexiรณn. Apoyarse en la tรฉcnica y el conocimiento en lugar de los instintos y los sentimientos. Ser conservador en tiempos de radicalismo es tener una aproximaciรณn a lo pรบblico mucho menos pretenciosa que la del gran transformador: es navegar en los rรญos de la vida pรบblica con escepticismo y humildad, en lugar de con la certeza y la arrogancia de quienes se creen encarnaciones del cambio verdadero.
Ese conservadurismo necesario, mรกs que ideologรญa, es actitud: โLa actitud conservadoraโ, como la definiรณ el britรกnico Michael Oakeshott en un bellรญsimo ensayo publicado en 1956. Una actitud anclada en la prudencia; en conservar.
Tal vez no se trate de una postura popular en tiempos en que las personas prefieren el cambio y la ruptura. De ahรญ lo valeroso que es optar por la vรญa conservadora, pues navega contra la corriente de las masas. El conservador es el que hace un alto en la exaltaciรณn de las mayorรญas y cuestiona si el cambio tiene sentido. Frente al revolucionario que no puede detenerse, este hace un alto: es “el maquinista que, al controlar la velocidad con que se mueven las partes, evita que la mรกquina se rompa en pedazos”.
((Michael Oakeshott, La actitud conservadora, Madrid, Espaรฑa, Fondo de Cultura Econรณmica, p. 91
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No busca la inmovilidad, pues tambiรฉn desea el nacimiento de cosas mejores, pero asume que esas cosas requieren tiempo para gestarse.
Hay quienes piensan que el decadente estado de algunos aspectos de nuestras sociedades justifica los radicalismos. Exculpan a la gente por votar a favor de una sacudida al sistema, como si la continuidad hubiera sido peor alternativa. Como si destruir instituciones fuera un daรฑo colateral que puede ser tolerado. Lo cierto es que no todo cambio es para bien y la labor de los prudentes debe ser justamente recordar eso: que no hay salidas fรกciles y que quienes las plantean suelen ser portadores de catรกstrofes.
Nuestras democracias son imperfectas, sรญ, pero son infinitamente mejores a los sistemas del pasado. Hemos construido un entramado de instituciones y espacios de libertades admirables. Defender a un instituto electoral en Mรฉxico, la existencia de cuerpos policiacos en Estados Unidos o la libertad de expresiรณn en Hungrรญa no son exquisiteces. Las normas e instituciones nos dan certidumbre; hacen predecible la actuaciรณn de los otros en sociedad. Si las reglas se cambian abruptamente o, peor aรบn, se desmantelan, se desequilibra el tablero de la convivencia social. Cambiar las instituciones requiere por eso un proceso lento y tedioso que necesita de la reflexiรณn.
Se equivocan tambiรฉn quienes ven a la persona conservadora como una fuerza reaccionaria que no permite el cambio para cuidar privilegios o quienes consideran que solo el que tiene privilegios tiene aprecio por lo presente. Ser conservador bien puede ser un acto de simple cordura. Mรกxime cuando miramos al pasado y vemos que los experimentos polรญticos radicales del siglo XX, que creyeron resolver de un zarpazo las contradicciones sociales del mundo industrializado, terminaron por generar algunas de las mรกs atroces experiencias de la historia de la humanidad.
Hoy que el mundo es nuevamente un caldo de radicalismo, debe ser motivo de orgullo ser acusado de ser conservador; ser una de las voces que se hacen notar en medio de la exaltaciรณn del tumulto para cuestionar a los convencidos; hacerles las preguntas difรญciles, esas que develan falacias o fortalecen verdades.
Contrario a quienes creen tener una respuesta definitiva a los problemas sociales โque entre mรกs confiados estรกn de ella mรกs buscan imponerlaโ una actitud conservadora se muestra escรฉptica ante las soluciones definitivas. Este escepticismo llama, en lugar de la imposiciรณn, a la convivencia de las diferencias y, por lo tanto, la actitud conservadora es profundamente democrรกtica: no asume representar a la voluntad popular, ni siquiera que esta exista. En un paรญs y en un mundo de megalรณmanos y masas enardecidas, la presencia de personas escรฉpticas y mesuradas deberรญa ser apreciada. Son veladores de la democracia y de la paz social; son una salida ante la polarizaciรณn.
Por todo ello, hoy mรกs que nunca se debe resignificar lo que es la actitud conservadora. Desvincularla del tradicionalismo y la religiosidad para reforzar su carรกcter institucional y liberal. Frente a los radicales, el mundo necesita de la chocante voz del conservador que se atreve a pedir que avancemos con un poco mรกs de prudencia.
Politรณlogo por la UNAM. MPA en Seguridad y Resoluciรณn de Conflictos por la Universidad de Columbia.