Recientemente aparecieron en varias zonas de MĆ©xico āespecialmente en la capitalā promocionales con un logo verde y las siglas āRTā, acompaƱadas de un mensaje: āLa informaciĆ³n no tiene fronterasā. Sorprende la veloz expansiĆ³n del anuncio en formatos que van desde vallas en avenidas, estaciones de metrobĆŗs, transmisiones de video en pantallas en sitios pĆŗblicos y plazas comerciales, hasta las conexiones al wifi en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de MĆ©xico. Aunque en LatinoamĆ©rica los medios rusos pueden ser vistos en TV por cable āo en paĆses como Argentina, en la televisiĆ³n publicaā una campaƱa de publicidad similar resulta llamativa en el contexto regional. ĀæDe que se trata todo esto? ĀæPor quĆ© aquĆ y ahora?
ĀæPara que desinformar?
La desinformaciĆ³n es una actividad intencional y planificada por actores que persiguen deliberadamente objetivos estratĆ©gicos de Ćndole polĆtica, militar o econĆ³mica. Como ha explicado Tomas Rid (DesinformaciĆ³n y guerra polĆtica: historia de un siglo de desinformaciones y engaƱo) la desinformaciĆ³n, concebida como agenda de Estado, comenzĆ³ hace un siglo en Rusia āla palabra tiene expresiĆ³n en lenguaje ruso, Š“ŠµŠ·ŠøŠ½ŃŠ¾ŃŠ¼Š°ŃŠøŃ, dezinformatsiyaā. Para la dĆ©cada de los setenta del siglo pasado, la poderosa KGB āĆ³rgano y aparato de inteligencia de la entonces URSSā la convirtiĆ³ en una ciencia operativa, con grandes burocracias, presupuestos generosos y alcances globales. La revoluciĆ³n digital, con la expansiĆ³n del acceso a nuevas tecnologĆas e internet,ha tornado a la desinformaciĆ³n mĆ”s viral, rĆ”pida y barata.
Las campaƱas de desinformaciĆ³n atacan el orden epistĆ©mico y polĆtico liberal, basado en la discusiĆ³n plural de ideas y la construcciĆ³n deliberativa de consensos. La confusiĆ³n, agravio y polarizaciĆ³n inducidos por la desinformaciĆ³n erosionan dicho orden. Entre otros, los trabajos de Johanna Cilano y MarĆa Isabel Puerta, y los de Iria Puyosa y Marivi Marin revelan que los regĆmenes autoritarios intensifican sus esfuerzos para manipular el ecosistema informativo internacional, procurando difundir ideas iliberales, socavar las instituciones democrĆ”ticas internacionales y domĆ©sticas, promover sus intereses y apoyar a sus aliados locales. VĆ©ase, en el caso de RT en espaƱol, la presencia en la programaciĆ³n de espacios de āanĆ”lisisā como el conducido por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, impulsor del proyecto bolivariano, afĆn al āmultipolarismoā promocionado por MoscĆŗ. Tambien la constante descalificaciĆ³n de la resistencia ucraniana a la invasiĆ³n rusa o el apoyo interesado al actual movimiento de protesta contra la minerĆa en PanamĆ” āmovimiento, por cierto, que no podrĆa desarrollarse bajo las actuales condiciones de cierre del espacio cĆvico en Rusia.
Es clave entender ciertas diferencias esenciales entre modelos de comunicaciĆ³n y su nexo con los respectivos ordenes polĆticos. No son iguales los medios pĆŗblicos de democracias ācomo la BBC o la DWā que los canales estatales de autocracias. Los primeros operan sometidos a las regulaciones del Estado de derecho, al escrutinio ciudadano, a la competencia gremial y a las influencias polĆticas de pluralidad de opiniones. Los segundos obedecen a una misiĆ³n propagandĆstica mĆ”s que informativa, que acomoda la diversidad y contradicciones intrĆnsecas de cualquier realidad a los mandatos y visiones de un poder en el que gobierno, Estado y rĆ©gimen se concentran en pocas manos y, a menudo, en una sola persona.
Asimismo, es crucial entender la diferencia entre la factura y difusiĆ³n de informaciĆ³n bajo estĆ”ndares de sociedades democrĆ”ticas y la naturaleza y efecto de la propaganda autocrĆ”tica. Esta diferencia estriba en sus niveles divergentes de apego a la verdad, en la posibilidad de debatir ideas y en la pluralidad y apertura al diĆ”logo del discurso promovido. Entre ambas contrastan sus fundamentos epistĆ©micos, deontolĆ³gicos, polĆticos y mediĆ”ticos. Las sociedades abiertas, acostumbradas a la transparencia democrĆ”tica, suelen cobijar la accesibilidad informativa y la criticidad respecto a los problemas propios, pero tambiĆ©n desconocen las realidades y amenazas ajenas del proceder autoritario. De ahĆ que sean pasto fĆ”cil de la desinformaciĆ³n.
El entorno mexicano
El gobierno de Vladimir Putin ha impulsado las aspiraciones globales del Kremlin para ejercer una influencia activa y diversificada sobre el llamado āsur globalā. Los medios de comunicaciĆ³n han sido claves para la difusiĆ³n de ideas y valores iliberales, procurando influir en gobiernos y sociedades desde una mirada que denuncia el legado democrĆ”tico liberal āsociedades abiertas, diversidad sexual, autonomĆa ciudadana, pluralismo polĆticoā como mera imposiciĆ³n colonialista de un Occidente imperial. El discurso se proyecta con particular insistencia sobre paĆses de Ćfrica, Asia, Europa del Este y LatinoamĆ©rica.
Como hemos analizado junto a Vladimir Rouvinski (āRussia’s many wars and their effects on Latin Americaā) y Claudia GonzĆ”lez (El poder de Rusia en LatinoamĆ©rica) los medios de comunicaciĆ³n Russia Today (RT) y Sputnik son los elementos mĆ”s visibles, pero no los Ćŗnicos, de la guerra de informaciĆ³n que se extiende en el Ć”mbito televisivo, las redes sociales, el sector educativo y las diĆ”sporas rusas en el extranjero. En AmĆ©rica Latina muchas personas consideran ahora a esos medios fuentes alternativas legĆtimas de informaciĆ³n, y personas influyentes vinculadas a Rusia cuentan con millones de seguidores de habla hispana en redes sociales.
En MĆ©xico reside la poblaciĆ³n hispanohablante mĆ”s numerosa del mundo, gran parte de la cualāen particular aquella que vive en zonas fronterizas o directamente emigradaā interactĆŗa de modo estrecho con la sociedad de Estados Unidos. De hecho, la colindancia mexicana con el territorio del enemigo declarado del Kremlin la ha convertido desde la Guerra FrĆa en plaza privilegiada para la presencia de agentes y funcionarios del Estado ruso: la cantidad de personal de la embajada en Ciudad de MĆ©xico excede el de las legaciones de otras naciones europeas que mantienen un comercio mucho mayor con la naciĆ³n azteca. En paralelo, las actividades de fomento de las relaciones polĆticas y la influencia cultural ādesarrolladas, entre otras dependencias, por la llamada Casa rusa en la capital mexicanaā son una tarea distintiva que abona el terreno para la propaganda de RT. A todo ello debe sumarse una serie de afinidades parciales entre las ideologĆas y mentalidades de las Ć©lites y grupos sociales que respaldan a los gobiernos de ambos paĆses, como son antiamericanismo, iliberalismo, liderazgo mesiĆ”nico, nacionalismo y estatismo.
Pese a ello, hay claras diferencias estructurales que separan a un gobierno populista como lo es el mexicano, que opera dentro de los lĆmites de un rĆ©gimen formalmente democrĆ”tico, de una autocracia como la rusa, en la que los frenos al poder descansan en la voluntad y las capacidades del lĆder. En Rusia domina un Estado de ideologĆa reacionaria ādisfrazada de ātradicion nacionalāā que criminaliza la comunidad, la agenda y el activismo LGBT, ilegaliza formas de activismo social independiente ādesde los DDHH a la memoria histĆ³ricaā y recurre a aparatos de poder policial, religioso y mafioso como formas de control social. Desde otras coordenadas, en la sociedad y polĆtica mexicanas ātanto en el oficialismo como en la oposiciĆ³nā el imaginario liberal mantiene una legitimidad incomparable, tanto en sus formas clĆ”sicas ligadas a las metas e instituciones de la transciĆ³n democrĆ”tica como en nuevos movimientos e identidades, confrontados con la cultura y costumbres polĆticas conservadoras del viejo rĆ©gimen.
Retos para una opiniĆ³n pĆŗblica democrĆ”tica
A nivel global, al menos hasta la invasiĆ³n a Ucrania, la respuesta a la desinformaciĆ³n promovida por el Kremlin ha sido tardĆa, dĆ©bil y descoordinada. Se ha basado mayormente en medidas reactivas y defensivas, como la eliminacion de acceso a los canales rusos, los programas de alfabetizaciĆ³n comunicacional y la difusiĆ³n de informaciĆ³n verificada en redes sociales. Expertos como T. Kent (Striking Back. Overt and covert options to combat russian disinformation) han reclamado un mayor apoyo para los activistas y periodistas de Rusia y otras naciones que tanto dentro de los mass media tradicionales como en el ciberespacio contrarrestan la desinformaciĆ³n de RT, Sputnik y medios similares. En ese trabajo son clave las organizaciones civiles que promueven la transparencia y la veracidad informativa, asĆ como el rol de expertos en comunicaciĆ³n social, seguridad informatica y educaciĆ³n cĆvica, enfrentados directamente a los trolls y propagandistas.
Las democracias del siglo XXI no pueden ignorar las lecciones de las campaƱas de desinformaciĆ³n de la Guerra frĆa, reformuladas por sus enemigos autocrĆ”ticos en la actual era digital. El compromiso de la democracia supone anteponer la objetividad forjada en el anĆ”lisis y debate plural de evidencias al influjo de las medidas activas. Eso, entre otras cosas, abona a la vitalidad de las condiciones socioculturales y libertades pĆŗblicas que sostienen sociedades abiertas.
Semejante actitud de defensa de la verdad no puede confundirse con la rusofobia, heredera del anticomunismo vulgar de la Guerra FrĆa que confunde rĆ©gimen con sociedad y propaganda oficial con cultura nacional. A pesar de los retrocesos de los Ćŗltimos aƱos, Rusia es ācomo el mundo que la rodeaā socialmente mĆ”s diversa, polĆticamente mĆ”s plural y culturalmente menos reaccionaria que lo que dicen los dueƱos de RT. ~
es politĆ³logo e historiador, especializado en estudio de la democracia y los autoritarismos en LatinoamĆ©rica y Rusia.